Instructivo para permanecer en el gabinete de Hugo

  1. Al recibir la cartera, adquiera el instrumental básico y delimite con exactitud sus competencias, todo trato, acuerdo y concesión precedente es sagrado, honor comprometido y teta intocable. Si es su primera vez (como ministro), diríjase a un célebre dramaturgo y solicítele una expresión donde estén juntitas novatada y apariencia de sobrado, suerte de cara de güebón pila y buena gente, en algunas ocasiones considérese mascota del equipo de gobierno, si el Comandante Presidente se empepa con usted (y lo nombra más que a Elías), implore y hasta propicie un regaño con cifras y gráficas confusas. Entre ministros todo tiene curso, gestione favores si es preciso y sin preguntas. Para problemas, basta con la enorme responsabilidad del único líder.

  2. Sea guabinoso, avión, experto en darle tiempo al tiempo, burlón de sus pasados arrojos. Cuando diga: “¡Sí Presidente!”, “¡Sí Comandante!”, “¡Sí Comandante Presidente!”…, procure modular: Nazareno, Virgencita, José Gregorio o el apodo íntimo de la otra, sin llegar al extremo de María León, en cuyo verbo todo es silaba tónica, gesto de tocada por un milagro o logo de Misión Negra Hipólita con pinceladas de San Onofre. Ensaye una semana –mejor si no duerme-: “Sotalisto”, “Ahora mismo comienza la obra”; muestre respiración de trabajo voluntario, arranque como caballo y deténgase como burro, siempre atento a las señas del Jefe.

  3. Juegue a ganar en cada operativo. Ministro sin operativo, ministro sin impacto, no suena, no coge pantalla, no llena titulares. En el operativo todo debe indicarlo en plural: “Vamos, estamos, hemos, hicimos”…; pero usted agazapado y más si espera un pase o la visita del Presidente. Es vital –para la continuidad del proceso- que el pueblo concluya: “Gracias a Dios y a mi Presidente”. Él no puede solo…, pero chao con aquel (alcalde, gobernador, ministro) que le tome la palabra.

  4. Haga cursos de encuestas y manejo de estadísticas, vuélvase cuantitativo (inspírese en Héctor Navarro), muestre mapas y cuadros. La evidencia de su gestión y el criterio de verdad, dependerán de la contundencia gráfica “del antes y el después”. Un error en este determinante sólo puede cometerlo Diosdado, por lo que asegura “para el proceso” como factor de poder.

  5. Evite –por la vida del cargo- hacerse popular, admirado o querido. Piense en Maquiavelo, tiene dos opciones: desapercibido o rechazado. De lo contrario, pondría en peligro el proceso pues el imperio y/o la burguesía apátrida y pitiyanky buscarían comprarlo, ponerle papita la talanquera.

  6. Maldiga, batalle con el sueño, el calor y el refrigerio, orine cuanto pueda, reciba y envíe mensajes, recuerde alguna amistad abandonada, esté mosca con las cámaras, véase siempre en el monitor (lo perfecto es el rostro de Mario Silva y su orgasmo facial cuando escucha al Comandante por un pase en la Hojilla), consulte la escuela estoica, tómelo como un alto precio…, pero no se pierda un Aló Presidente. Mientras él hable (sin dejar de mirarlo), repase respuestas coherentes y rápidas, él suele no replicar si el enredo parece convincente y además aporta una cita de Bolívar.

  7. Mantenga contacto constante con Darío Vivas (el amo de las tarimas), protocolo, seguridad, Secretaría y Despacho de la Presidencia, esté pendiente de Cilia y evite a Lina a quien llaman –en el círculo donde el Partido recibe “la orden”- : “el mal necesario”. Propicie la intervención del Camarada de Dios con resoluciones que descaradamente jodan al menos culpable de un ilícito, por aquello de: “él es bueno…, lo malo es la gente que lo rodea”.

  8. Jamás anuncie logros, obras, iniciativas… ¡nunca! Todo es primicia del Comandante y Único Líder, el proveedor de la felicidad, el dador de todo lo visible e invisible.

  9. Por cualquiera de las consideraciones evaluadas para su nombramiento, recuerde que está en un Gabinete de “quita y pon”, no cometa la pendejada de planificar o de creer en una gestión, quien lo suceda –con aviso o sin aviso, mediante anónimos y bolas- desdeñará su trabajo y disolverá su equipo. Su porvenir estará en hacerse pieza de enroque para ganarse un cargo diplomático en otro continente o un nicho en la Asamblea Nacional: el honorable curul.

  10. Por ahora, “El buen amigo” (así se expresa la gratitud de Hugo), sigue siendo el aparente epitafio político del Camarada Eduardo Samán. Si usted es ministro o suena para tal, cuidado con samanear y de verdad crea en este Instructivo:

a. Si obedece la orden de bajo perfil.
b. Si limpia, pinta, siembra y adorna días antes de llegar el comandante.
c. Si entrega tramos por carreteras.
d. Si otorga viviendas sin servicios o la concluida para que él la vea.
e. Si gradúa bachilleres para cumplir metas.
f. Si compara lo distribuido con lo perdido.
g. Si dice rojo mientras contiene lo infame.







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Antonio Rodríguez


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