Ante la evidencia de tanta verdad palpable e inocultable y el sistemático desplazamiento de militantes de sensibles flancos del proceso (salud, educación, tierra, vivienda, transporte, seguridad, trabajo, alimentación y comercio), resolví escribir: “Instructivo para permanecer en el gabinete de Hugo”. Una vez más pude observar la realidad superando la imaginación; un infelíz compatriota –probablemente invidente- llamó “pudreartículo” el escrito, y otro me atribuye “enemistad” con Hugo. Hasta allí y el deprimente debate suscitado, todo quedaba en familia. Pero surgieron (uno sagaz y visceral el otro) dos protagonistas: Mario Silva y Teochoro.
Teochoro no requiere cruz, es ego maligno con metástasis, habitan sus párpados bachilleres cadáveres y el crimen encargado a su hermano Luben. ¡Pero Teochoro existe! Enemigo de setenta y dele, orgánico, sin pizca alguna de estúpido, aunque para Alí Primera se trate de una cucaracha. El problema no es la publicación del “instructivo” en Tal Cual, el asunto es el eco, la resonancia, un proceso empeñado en concebir la formación de sujetos históricos otorgando (sin discreción en algunos casos y por oportunismo populista en otros) medios a una clase social similar en sus deseos e imaginario a quien le sirve, además de promocionar la pobreza como referente ético y el saber popular en sí, es decir: fuerza, espíritu, inmanencia, genialidad, esencia (defensivos y en resistencia (¡¿?¡) siempre). Habría que preguntarle a Fidel cuánto representa en tiempo (considerando la velocidad del mundo postmoderno rendido a la globalización capitalista) “despertar cada cien años” o ser objeto del terror en una retoma fascista del poder. Reducir el principio de alteridad a la deuda moral (la gracia del dador) sin la conciencia del derecho y deber de la República, es ver en la Revolución un acto de repartir donde no existe suficiente, donde el igualitarismo (y no la igualdad) deviene en barbarie y el “necesitado” anula al capaz, es ahogar la simbología y la lucidez de todo gozo en el valor de uso. Teochoro, en consecuencia, emplea el “instructivo” por verdad inobjetable, porque atribuye al individuo (“voluntad sin cultura e historia”) y no al capital, el imperio de la carencia y el vicio y, fundamentalmente, la naturalidad del despojo.
Mario parecía disfrutar (entre enojo y rol censor) la lectura del “Instructivo “ en voz alta. Como responsable me sentí inocente y Aporrea la renegada. Ante el esmero de una malquerida que le ofrece espléndida cena, Mario repara en la temperatura del agua, en la textura de la servilleta; y en conocimiento de la invitación anticipada, comenta: “en el camino probé una bala fría”, para desmerecer el gesto y manifestar su desgano. Con idéntica lógica, Mario, “analizaste” el “Instructivo”.
Te explico, Mario: ¿Viste vejez en la primera cana…, quisiste fajar la preñez o hizo nido un avestruz en la Hojilla? Hasta me avergonzaste! Invitándome a imaginar un orgasmo (así sea facial) de Tania (ay, dando y dando) porque en los Robertos eso es frecuente y hasta gracioso. Gracias, Mario, de nuevo me sentí chico malo cuando en la indagatoria, piensas que soy ortodoxo de izquierda y agente de ultraderecha.
No, Mario, el propósito del “Instructivo” no era irrespetar a Hugo Chávez: Presidente, Comandante y Único líder hasta el 2000siempre ; sino denunciar con gracia, precisión, elegancia y coherencia (para algunos “chavistas”, destrezas de la burguesía) la verdad: los criterios para nombrar y destituir ministros son contrarrevolucionarios, no construyen Patria Socialista, esperanza ni nada extraordinario, frustran y matan en vida. Así como el evidente comportamiento que deben seguir para mantenerse en el cargo. ¿Responsables? Buscar vivos o muertos a los recomendadores (egresados reformistas, viejos socios de COPEI y AD en la universidad). Exigir al Presidente rectificación de sus decisiones! ¿O es que la voz del pueblo no es la voz de Dios? ¿O es que no se hacen llamar del poder popular los ministerios?.
Una última cosa, Mario, expresaré hasta que el Presidente haga justicia con el destino político de Eduardo Samán, mi irreductible solidaridad con él aunque no comparta su “disciplina”. Dices en la Hojilla que el “Instructivo”: “No le hizo ningún bien a Samán”, “que le hace muy flaco servicio a Samán” y otras sentencias por el estilo. Pues bien, Mario, el “Instructivo” logró que pronunciaras su nombre (muy frecuente en el pasado). El “Instructivo” es mucho más digno que tu abortado silencio, impedir su postulación a diputado y el vergonzoso veto del Canal Ocho para “un buen cuadro”.
Antonio.rodriguez749@gmail.com