Sobre el problema de la corrupción

Pareciera que el fenómeno de la corrupción como hecho social es un hueso duro de roer, ya que se ha injertado en nuestras sociedades producto del sistema excluyente capitalista y que responde a los intereses propios de la acumulación de capital indefinida a costa de las necesidades de la gente, la corrupción es una simple variación de la lógica irracional de la oferta y demanda en el marco de la libre competencia que aplasta y por tanto se apropia de las libertades de los más desposeídos. 

En Venezuela históricamente con la llegada de los españoles y luego con la traición a Bolívar por parte de Páez quien estaba muy ligado a la oligarquía criolla, los procesos de corrupción han sido un hábito heredado no como el producto cultural de nuestros aborígenes sino como resultado del proceso de transculturización de más de 500 años, y que se vio incrementado en nuestros pueblos con la llegada del capitalismo tardío que bajo los conceptos de centro y periferia colocó a nuestra América en una grave crisis cultural, social y económica, de la cual tan sólo en los primeros años del siglo XXI se genera una esperanza para superar los procesos de dominación que nos habían sido destinados hasta ahora. 

De tal forma así como el capitalismo en nuestros pueblos no resultó ser igual al originado en el norte y buena parte de Europa, tampoco la corrupción resultó ser la misma, mientras los países más desarrollados hablando en términos de la concepción capitalista desarrollaban políticas corruptas de manipulación de los mercados para incrementar sus ganancias, en nuestra tierra indoamericana la corrupción es el reflejo de la extracción de nuestros recursos naturales bajo la explotación de la clase trabajadora en una especie de supervivencia para que los excluidos recojan las migajas que caían de los dineros que salían del suelo patrio para enriquecer a las grandes potencias y la oligarquía nacional a expensas de los más pobres. 

Es así  como observamos como en tiempos de revolución sobre la cual se plantea una transformación del actual estado aún persisten los viejos vicios de apropiación ilícita de los recursos de nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos, independientemente muchas veces del partido de su preferencia; porque vale la pena hacer la reflexión cómo aquello que tanto criticamos de la cultura cuarto-republicana adeco-copeyana presentes con nuevas fracciones pero que siguen siendo más de los mismo hoy en día se puede visualizar dentro de las propias filas del proceso revolucionario; resulta muchas veces hasta descarado insultando la ética y moral socialista de quienes han sido consecuentes con su acción revolucionaria de acuerdo a su grado de honestidad, sobre los cuales muchas veces a estos cuadros políticos se les ataca por quienes han transmutado el fenómeno de la corrupción. 

Enrique Dussel plantea que la corrupción se inicia cuando se fetichiza el poder, es decir cuando una persona o grupo se cree dueño del poder, dirían por allí mandan mandando y no obedeciendo; en términos generales nos dice Dussel que el poder para que no sea corrupto en su primera instancia debe ser delegado para ejercer por tanto el poder obediencial como parte de la práctica emergida por la base; es decir nuestros ciudadanos.  Si nosotros no aceleramos los procesos de transferencia de competencias y medios de producción al poder popular como único dueño del poder será mucho más lento el proceso de desintoxicación de nuestros estructuras que se ven afectadas por los altos grados de corrupción, y no hablo sólo de la izquierda acomodada, la derecha sin duda es el reflejo de todos los males originados por este fenómeno con ellos será irreconciliable en la práctica una acción de contraposición a este fenómeno, porque hasta el día de hoy lo han demostrado así; será entonces el contrapeso de aquellos que afinen sus lanzas dentro de la izquierda  quienes determinen una lucha abierta contra los viejos vicios de corrupción heredados y que no representan para nada el proyecto político Bolivariano. 

Debemos ser por tanto consecuentes en nuestro accionar, la lucha contra la corrupción debe ser una acción coordinada primero en lo conceptual primordialmente, segundo en lo estratégico porque debe plantear un horizonte político y en lo práctico porque el pueblo debe ser capaz de sentirse motivado por un movimiento que genere resultados concretos para ir sustituyendo el problema de la corrupción por una nueva cultura del sentido de lo público como bien común. 

“Nos traga, nos traga la vieja política, nos traga la corrupción de la política, nos destroza, esos viejos valores capitalistas, pequeño burgueses, burgueses, que se infiltraron por todos lados y siguen infiltrados dentro de nuestro partido”. “Hay que combatirlos, insisto, en todas partes y con mucha fuerza”. “El poder no se toma como una taza de café (…) hay que construir un nuevo poder en una batalla contra el viejo (orden), porque el viejo nos contamina”. Presidente Hugo Chávez (Argentina. Marzo de 2.011) 

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Nelson Ortega

Aprendíz de Socialista, Bolivariano, Investigador, Planificador Ingeniero en Informática, Diplomado en Innovación Tecnológica, Msc. Planificación Global. www.masrevolucion,blogspot.com

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