Que tal si compramos esa colección de vinos que está poniendo en venta el presidente galo Hollande, total el hombre es “socialista”. Después que el Estado venezolano le otorgara 20.000 millones de dólares a empresas de maletín en el 2012, no parece descabellado que nuestro Estado decida comprar ese vino que hoy ofrecen en venta los franceses y el pueblo todo sea invitado a la plaza a emborracharse, total sería la gota de petróleo que convertimos en vino.
Si con el otorgamiento irresponsable de divisas (20.000 millones de dólares) del 2012, apenas se favorecieron algunas empresas de maletín y por supuesto que los pillos que hicieron el otorgamiento, cómo no vamos a estar de acuerdo en la compra del vino a los franceses, si con esto estaremos contribuyendo con la política de austeridad que implementa el gobierno francés, que afecta especialmente a más de 5000.000 de desempleados. Venezuela siempre se ha caracterizado por ser un país solidario y en nuestros últimos tiempos promovemos el internacionalismo.
Total, si apenas son unas 1200 botellas de vino de reserva, cuántos piches dólares, que no estemos dispuestos a derrochar por una causa noble como la descrita, no podremos poner al servicio de una causa que el mundo entero y la historia aplaudirá.
Lástima que el presidente no es Lusinchi porque adquiriríamos la colección completa de los vinos del Elíseo y seguramente comprometeríamos las reservas estratégicas de petróleo a futuro por el vino francés de los próximos años.
Es apresurado saber cuántos dólares podemos invertir en esos vinos pero siempre será mejor hacerlo y repartirnos ese vino entre todos, así la Historia nos recordará como pueblo de gustos ostentosos y no como el país de una pila de pendejos en el que unos “poquísimos” se reparten la torta y los demás, la mayoría ni nos damos por enterados del asunto.
Seguramente que los empresarios de maletín, junto a sus cómplices se opondrán a esta medida y acusaran al gobierno de atentar contra sus derechos fundamentales, llevarán el caso a ONU, a la OMC, pero tengamos confianza en que quienes nos dirigen no cometerán los “errores” del pasado.
