La especulación en los alimentos tiene sus responsables, mejor dicho sus irresponsables. Son verdaderas mafias en los suministros, quienes juegan con los modelos y necesidades de consumo de la población.
Los patrones de gastos son decididos por necesidades propias, naturales y otras inculcadas a lo largo de muchas décadas. Llegando a satisfacer la suerte de gobiernos, estabilidad y rebasando el caos.
Nuestra voracidad de consumo nos ha sumergido en un país rentista antes que petrolero. A nuestra sociedad aún le están haciendo daños aquellos famosos y vulgares corrillos del está barato dame dos, vamos para Miami y la Venezuela saudita.
La dependencia es mayúscula y ha logrado decidir en el país los altos y bajos porcentajes de estabilidad o caos en los cuales se debate diariamente la suerte de todos nosotros.
Pero estos patrones de consumos expresados por medio de conductas irracionales han sido creados, protegidos y mantenidos por empresas publicitarias contratadas por las compañías productoras e importadoras de alimentos.
A las grandes corporaciones no les sale en ningún costo las excesivas, vulgares y desastrosas campañas publicitarias, todo es cancelado por el público consumidor, quienes igualmente son engañados y les han trasformado la dieta alimentaria en productos dependientes.
Por eso las compañías dueñas de las principales marcas en los productos de primerísima necesidad, conjuntamente con sus aliados los medios de comunicación han desfigurado las necesidades de la población.
Por eso la gente en los supermercados y abastos buscan las marcas impuestas con sus productos y los cancelan a los precios que les exigen e imponen, estamos en una economía atrasada, rentista.
Mientras que los grandes cacaos del monopolio alimentario y de los principales bienes y servicios especulan con las necesidades de la población. Venezuela es el país más costoso de todas las treinta y cinco naciones restantes que conforman toda América Latina junta y la cadena de islas de El Caribe.
Mientas que los amos de la especulación andan como perro por su casa, sin control, ni sanciones, sin disciplina de ventas y no respetan el tan anunciado y tímido Precio de Venta al Público (PVP).
Hace falta capturar la especulación.