No es un espejismo: estamos durmiendo con el enemigo…

La derecha repite mil y más veces sus mayores mentiras, de manera que nos preguntamos, ¿Por qué nosotros no hacemos lo propio con nuestras verdades?

Vamos a reiterar planteamientos sobre el tema que ya hemos hecho por este mismo medio, en otras ocasiones (2009):

El vicepresidente del PSUV, General Muller Rojas, dijo en conferencia reciente con los medios de comunicación que el 80% de los cargos públicos están siendo desempeñados por gente de la oposición. Estamos absolutamente seguros de que esa cifra que maneja el distinguido dirigente socialista y bolivariano se ha quedado demasiado pequeña. La cantidad es mucho mayor, pues de modo directo y por multitud de referencias que tenemos de fuentes de muy alta confiabilidad, hemos sacado como conclusión que los dedos de las manos son muchos como para contar en cada organismo público, los escasos revolucionarios y/o simpatizantes que allí trabajan, tanto los que están en nómina, como los contratados. Doy fe que en una institución creada luego de que entrara en vigencia la Constitución de 1999, de al menos 100 empleados de una de sus direcciones generales, solamente seis (6) éramos para los años 2005 y 2006 quienes manifestábamos, sin ninguna reserva, nuestra afiliación con la revolución y eso no ha variado a la fecha (estamos hablando de hoy).

Se ha vendido, con mucho éxito, lo decimos, la matriz de opinión que sostiene que, por el contrario, los rojos rojitos copan los cargos de la administración pública nacional, porque tal especie la repite la dirigencia de la oposición de manera machacona y no hay voz alguna del alto gobierno que la refute con similar regularidad e intensidad.

Pero más allá de que es una falacia absoluta asegurar que la administración actual es roja rojita, es interesante reflexionar sobre el tema, pues durante los 40 años del puntofijismo, si era verdad que estaba copada de adecos y copeyanos, muchos de los cuales, nos atrevemos asegurarlo, allí permanecen. Es imposible olvidar que quienes lograban entrar a los organismos del Estado eran los que portaban el carné de esos partidos y uno que otro recomendado, pero eso sí, que lo fuera de un “chivo” pesado, pero, por supuesto, solamente si el mismo formara parte activa de sus respectivas secretarías generales o la de técnicos y profesionales, o también, que se tratara de alguien que gozara de mucha influencia por su alta investidura política en la organización.

En el gobierno de Chávez eso no ocurre y a la fecha esa práctica para nada ha sido modificada. A nadie que solicita ingreso a la administración pública bajo el control del chavismo al día de hoy se le pregunta su orientación ideológica o política, y menos se le exige el carné del partido o una recomendación. Únicamente deben satisfacer los requisitos establecidos para el cargo que fuere. Tal práctica en lo absoluto la cuestionamos, pero donde está lo absurdo y que, además, no tiene explicación alguna, es que se designan opositores al gobierno para cargos de libre nombramiento y remoción, es decir para ocupar posiciones de la más alta y absoluta confianza, donde deberían estar sólo y únicamente quienes compartan, de forma plena y absoluta, sus orientaciones ideológicas y estratégicas, como fórmula necesaria e indispensable para garantizar la buena operatividad y la eficiencia de toda la gestión administrativa del ente de que se trate, en su tránsito hacia el socialismo.

Incluir en los cargos de gerencia, cualquiera que sea el nivel, a sujetos afiliados a partidos de la oposición o a quienes abiertamente adversan el proyecto Bolivariano y Revolucionario es, cuando menos, un tremendo desatino, para no calificarlo de otra manera…!

El caso de corrupción detectado recientemente en el Fondo Chino-Venezolano, para poner uno de los tantos ejemplos que hay, cuyos artífices y operadores eran funcionarios de alto nivel, resultaron ser militantes de Primero Justicia, de donde se concluye de forma clara y contundente  que el reclutamiento de gerentes a todos los niveles para nuestros organismos públicos debe ser reestructurado de inmediato, de manera de impedir que hechos de esa naturaleza se vuelvan a repetir…



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Iván Oliver Rugeles


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