En materia de Precios Injustos, ahora hablamos de la Valencia Realenga

Ni pedevales, ni areperas bolivarianas, ni regulación alguna de precios sufre la ex “Valencia del Rey”. Cada lunes aparecen nuevos precios en alza sostenida. Para muestra, unos cuantos botones:

De esta semana que arrancó ayer:

Una barretica de mantequilla = Bs. 150

1 cambur manzano= Bs. 6

1 teflón dizque profesional = Bs. 140

1 pegamento para tubos PVC = Bs. 150

Una resistencia para secadora estándar =Bs. 3.000

2 franelitas de “pobres” = Bs. 1.000 y picote

250 g de café = Bs. 25, a Bs. 0,025/g.



Los plátanos lucen como cambures cuyacos de tercera; así de chiquitos son, y de ñapa: duros y cosechados fuera de temporada.



Los expendios de comidas para pobres pululan en los centros comerciales sin que ninguno de esos piratas de comida rápida exhiba certificados de salud. Los vendedores de frescos de naranjas, te y afines carecen de agua propia potable, y de perogrullo, con las mismas manos desenguantadas que expenden sus líquidas mercancías, cobran su billete que como es de pobres son bastante inmundos. Al parecer, los servicios medicoasistenciales tienen luz verde en esa materia.



Bares en la cercanía de colegios de primaria, secundaria y universitaria, eso se puso de moda desde hace varias décadas y lejos de suavizarse, aunque sólo fuera por disimulo, ha empeorado. En la Plaza de la Candelaria, por ejemplo, hay 100m lineales de expendios de este tipo, por cierto, casi todos en manos para nada patriotas, que digamos. Los centros educativos religiosos se salvan de este primitivismo real por su alto poder muy bien conservado en esta Valencia del rey que hoy se nos presenta como una Valencia Realenga.

Sabemos que una ciudad tan marcadamente mantuanoide es conservadora antirrevolucionaria de cajón, y hasta podríamos pensar en una tardanza justificada para traer correctivos e innovaciones políticas caraqueñas a nuestra ciudad, pero no todos los habitantes de las parroquias sitas al norte, las barriadas de Sn. Blas, del Socorro y otras están apelotonadamente pobladas de gente humilde y muchos son chavistas también, al punto de que si el Consejo Nacional Electoral permitierta votar en las parroquias donde se trabaja y no sólo donde se pernocata o duerme, las correlaciones de fuerzas electorarels podría variar favorablemente en esos mucipiuos que se han convertido en cotos cerrados de la derecha y de encopetados y ex pobres aburguesados.

02/06/2014 03:25 p.m.


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Manuel C. Martínez


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