Cuando este sábado leí que Andrés Eloy Méndez, en su rol de Superintendente de Precios Justos, se percató de la harta conocida y sufrida irregularidad que muy mal habla del Abasto Bicentenario en Zona Rental, decidí publicar algo que allí escuché hace poco.
No me consta que sea cierto. Tampoco falso, aunque si yo fuera Andrés Eloy no dejaría de echarle un ojo a la cosa. Todo empezó cuando se tocó el tema de la leche pulverizada. Ese día vendían la marca La Campiña al precio regulado y fue por allí, por la famosa marca, por donde se desató la “singueso” de quien me hablaba.
“Hay un tipo que semanalmente se lleva 100 kilos”, señaló. “Debe haber complicidad interna”, agregó. “Seguro”, porque él solo, imposible, sostuvo el narrador.
“Y no nació aquí, sino en…”, aseveraron. “Ves? Se vienen ‘pacá’ es a robar” refunfuñó.
“Él mismo ha dicho que los viernes agarra sus 100 kilos de leche, la empaca bien pa’ esconderla y se va al terminal donde coge un autobús para Puerto Ordaz”, prosiguió.
“Allá la vende en doscientos bolívares. ¡Cada kilo”, comentó para coronar con un “Dice que después de pagar el soborno y el autobús le quedan libres 15 mil bolívares”.
Reitero: en absoluto me consta que exista el episodio descrito. Seguro estoy que el grueso de quienes integran la nómina de la red Bicentenario constituye una masa honesta de mujeres y hombres leales al pueblo al que sirven, pero también es imposible que a uno -como simple usuario- no se le disparen las alarmas. Todas y todos, empezando por las autoridades, debemos estar alerta. La lucha contra la corrupción, emprendida resueltamente por Nicolás Maduro, no debe caer en saco roto.
¿Qué cómo supe de todo esto si se supone que yo no fui a chismear sino a buscar comida? Ah, bueno, es que de cualquier cosa se entera uno luego de estar ocho horas y media en cola para entrar, comprar y pagar debido –principalmente- a que sólo menos del 50% de las cajas registradoras estaba en funcionamiento.
¡Chávez vive…la lucha sigue!