Siendo niña, mi amiga Lucy se comió el cuento que el capitalismo –en todo sentido- vociferaba a través de la televisión. Desde entonces cree que para ser feliz hay que viajar por el mundo entero, cosa que en tiempos de la Cuarta República resultaba imposible para su familia, pues, como la mayoría de nosotros, apenas comían con los pocos ingresos que llegaban a casa.
Los tiempos cambiaron y gracias a la Revolución, Lucy –y parte de su grupo- ahora es de clase media. El sueño de viajar ya no es una utopía y endeudarse -para satisfacerlo- ni es difícil ni representa un riesgo hipotecario. El peligro, porque siempre existe, está en las entrañas del monstruo que en este caso es Conviasa.
El sábado, según me contó, llamó al 0212 303 30 11. Lo hizo entre 8:30 y 8:40 am cuando "una mujer como de 30 años, medio amargada", le dijo que el pasaje para Madrid le costaba 45 mil bolívares. Lucy colgó y llamó a su hermano para decirle que todo estaba cuadrado y que sólo esperaba por su depósito para la compra del pasaje.
Cuando telefoneó nuevamente, la atendió "un chamo digamos que amable, de unos 25 años", quien le dijo que para Madrid no había nada y le brindó otras alternativas. Ya eran las 9:30 am. Ella insistió con su intención original hasta que el "amable" encargado le preguntó: ¿Y tu cómo sabes que sí tenemos para Madrid?", a lo que ella contestó: "Porque llamé hace rato y me dijeron que sí. Me dijeron que a 45 mil", recibiendo como respuesta: "Sí tenemos, pero ya subió a 55 mil". El "amable", como era de esperar, la dejó hablando sola. Groseramente, le tiró el teléfono.
Hace tiempo, cuando Diosdado Cabello pidió denunciar a los infiltrados que tenemos en la administración pública, muchos aplaudieron y otros criticaron. Sin caer en si es buena o mala la conseja del presidente de la Asamblea Nacional, diría uno que debe metérsele el ojo a Conviasa. Las sorpresas podrían estar volando alto.
¡Chávez vive…la lucha sigue!