...Y los intermediarios, los salarios de todos los trabajadores con el PRECIO ESPECULATIVO DE MERCADO[1]
Las siguientes deducciones se corresponden con el capitalismo ortodoxo, no así para el caso de aquellas burguesías rentistas y parasitarias como las del caso venezolano y afines como exportadores natos de sus riquezas naturales no renovables.
La formación de esta tasa macroeconómica pasa por la transformación de los valores (v. de fabricación = costes capitalistas + plusvalía salarial) en precios de producción, una metamorfosis de valores del que tratamos con detalles en mi obra PRAXIS de EL CAPITAL. Es la lucha intraburguesa o guerra intestina sufrida y gozada por los capitalistas cuyo botín es distribuirse entre ellos toda la plusvalía aportada por todos los asalariados del sistema, de tal manera que sólo entran en tregua cuando la tasa resulta porcentualmente equitativa con independencia del monto del capital aportado por cada empresario, pequeños, medianos y grandes[2]. Es una iniciativa que corre a cargo de los grandes capitalistas, y los medianos y pequeños no pueden hacer nada porque todos ellos niegan el asunto del plusvalor no pagado por ellos como empresarios.
En esa dinámica productiva y comercial, en realidad lo que sufre esa transformación es la plusvalía[3] que es el botín final de esa competencia entre capitalistas a fin de garantizarse, por lo menos, una tasa pareja de ganancia para el capital particular de cada empresario.
Por supuesto, la formación de los precios de mercado y venta final pasa por la vía de los descuentos competitivos ya que los grandes mayoristas y las grandes fábricas podrían "sacrificar" parte de esa media, mientras los pequeños capitalistas, bodegueros, digamos, suelen vender con tasas mayores por la estrechez de sus clientelas a las que suelen esquilmar. Aquí la economía de transporte privaría en tales sobreprecios que no son necesariamente especulativos, pero ninguna de esas desviaciones de la tasa media hace mella en su formación alcanzada por toda la economía, habida cuenta de que el valor de las mercancías es una constante al terminarse su fabricación[4].
La formación de esos precios de producción ha sido la salida concreta mediante la cual los capitalistas de mayor capital se han industrializado y cada día se les incrementa explosivamente la carga de unos medios de producción derivados de continuas innovaciones tecnológicas que pesan mucho en la composición orgánica del capital con cargo a la baja contrata relativa de mano de obra asalariada.
25/06/2015 12:32:38 p.m.
[1] Apéndice del Primer Suplemento de PRAXIS de EL CAPITAL.
[2] Por razones de competencia, las desviaciones del valor no impide los posibles descuentos y sobreprecios que coyunturalmente correspondan como práctica "normal" de liquidación de inventarios o de acaparamiento, según el caso.
[3] Para suplir la plusvalía, el empresario rentista y parasitario se las arregla para robar del Fisco Nacional, con variopintos procedimientos y artilugios corruptos, la mayor parte del ingreso petrolero y de la tributación presupeustaria.
[4] Esa constancia nos indica que las mercancías no podrían venderse por encima de su valor de fabricación y colocación en el mercado ya que, de partida, se estaría especulando o vendiendo más caro lo que vale menos. Eso no resiste, pues, un análisis científico macroeconómico porque la ganancia de unos sería la perdida de otros y caeríamos en un círculo vicioso: el capitalista no explotaría en la fábrica, pero sí lo haría en el mercado, habida cuenta de que el proceso de producción capitalista pasa por la circulación del capital, es decir: del mercado a la fábrica y de esta al mercado. Lo que en realidad ocurre en el mercado es la realización de la plusvalía empaquetada intrínsecamente al valor de cada mercancía. Bajo ese absurdo, el fabricante le ganaría al primer intermediario y este al siguiente, etc., de manera que al consumidor final llegaría una mercancía con un precio hiperinflado.