La competencia no debe ser apunta de bajos precios, sino todo lo contrario
Los empresarios chantajean a los trabajadores desempleados debido a que la oferta de trabajadores suele ser mayor que su demanda como si estos fueran personal doméstico.
Creemos que la respuesta es sencilla: Porque siguen negando que los trabajadores son la propia fuente del valor del salario recibido y de la ganancia de esos patronos, una verdad científica que ya data de sus buenos 150 años.
Científicamente, pues, los incrementos salariales sólo traducirían una merma en la tasa de ganancia, en el supuesto de que la productividad del trabajador permaneciera constante. Ya en este hecho radica el pelón de esféricas que comete el patrono porque un trabajador mejor remunerado suele rendir más y, por el contrario, hasta mejoraría la tasa de plusvalía, vale decir, de las ganancias.
El capitalista no puede reconocer que la única parte de su capital que produce algo nuevo es el trabajo de los asalariados. Ocurre que, por ejemplo, como el trabajo es pintar una pared y para ello el trabajador se apoya en la brocha y usa la pintura ya preparada, pareciera que la creación de algún valor nuevo-la pared pintada- se debe al concurso de todos esos factores, y si creativo es el trabajo del asalariado, también lo sería el de sus máquinas.
Asimismo, la negativa del patrono para renovaciones tecnológicas, para reorganización del trabajo, son expresiones indicativas de que lo que evita el patrono es invertir más en una empresa que le venga dando ganancias satisfactorias de acuerdo al nivel de mezquinas aspiraciones burguesas. Por consiguiente, tampoco es proclive incrementar en salarios.
Como sábese, esos incrementos salariales son recogidos en libros, terminan añadidos a los costes y reaparecen en los precios de venta con el beneficio de que, como parte del capital invertido total, esos salarios también aportan ganancias, máxime, como sabemos, que mayores precios no suelen mermar la demanda, sino el poder adquisitivo del asalariado, quien y dependiendo del carácter de la imprescindibilidad de esa mercancía afectada, pagará el precio que sea.
Los ajustes por mejoras salariales, primeramente, castiga los ahorros de todos los trabajadores, y luego los obliga a recortar su ingesta básica, y cualquier posible merma de la demanda el patrono sabe compensarla con mermas en su oferta.
Así las cosas, el empresario regatea el precio de compra de todos sus insumos como si él fuera a consumirlos en sus casa, como si formaran parte de su personalísima cesta básica, pero cuando se trata de compras de factores de la producción, no vemos ninguna excusa para negar la paga de salarios que podrían ser mejorados constantemente siempre que su demanda no se vea afectada. Digamos que la llamada competencia entre fabricantes debe pasar de competencia con bajos precios a c. con mejor calidad. De esta manera las demandas individuales se consolidarían y los trabajadores ya no tendrían que estar renegociando sus salarios porque no aguanten los precios del mercado de su cesta básica.
30/07/2015 09:00:02 a.m.