Realmente es vergonzoso saber que la principal empresa venezolana, esa con la cual todos soñábamos trabajar algún día se ha convertido en un antro financiero. Y no vengo a defender a la anterior “tecnocracia”, esa que sólo beneficiaba a sus élites y burguesía; pero siento una profunda decepción saber que desde Uruguay, pequeños y medianos productores lecheros tengan que protestar trancando vías en su país para que el gobierno de Maduro les pague lo que ya nos hemos consumido, resulta bochornoso.
¿Qué ha pasado en Venezuela para que lo que pudiera ser la actividad económica más productiva del planeta, como lo es la explotación del petróleo nos haya empobrecido de tal manera, que ahora, ni siquiera podemos pagar nuestras responsabilidades mínimas de alimentación, medicinas e importaciones de productos esenciales?
Seguir achacando desde un decreto de “emergencia económica” la responsabilidad de tal magnitud de la crisis a una esquizofrénica “guerra económica” o sobre la existencia de factores exógenos o endógenos que juegan con la desestabilización del gobierno de Maduro para justificar sus tropelías y errores, significa no realizar las lecturas comprensivas adecuadas en relación con los resultados electorales para el período legislativo 2016 – 2021. Por eso no dudamos en afirmar que la prosopagnosia (1), en este caso política, se ha apoderado de la cúpula del Estado y el partido oficialista, mal autodenominado ahora desde el hemiciclo “bloque de la patria”. Este grupo en vez de intentar ejercer un diálogo auténtico, el mismo sólo es posible si es impuesto el pensamiento hegemómico. Pareciera que jamás han leido, y menos estudiado las causas que derrumbaron la revolución bolchevique, en donde Trotsky fue un factor determinante en múltiples advertencias sobre la desviación política del Estado ruso, al punto que terminó exiliado y posteriomente asesinado; y pese a tales hechos, ninguna de esas acciones significó la continuidad de Stalin en el poder. ¿Habrán reflexionado Maduro y sus quitamotas esa realidad? ¿La ignoran o la omiten?
Son muchas las denuncias que han ido apareciendo sobre las deudas que mantenemos con diversas empresas y entes nacionales e internacionales. Desde aerolíneas hasta laboratorios farmacéuticos están en la lista de acreedores. Los últimos en aparecer, la empresa capitalista con la cual Pastor Maldonado mantiene vínculos en Fórmula 1 y para remate el cantautor de melodías con arpa, cuatro y maracas, Reynaldo Armas.
Si lo de Pastor, ya bien pudiéramos decirle que vaya buscando sus propios patrocinantes para que siga permaneciendo en el deporte más neoliberal del mundo (¿cosas raras de este socialismo?), el que Petróleos de Venezuela (Pdvsa) sea incapaz hasta de pagar el hospedaje y servicios prestados a sus ejecutivos y trabajadores en un pequeño hotel enclavado en el llano venezolano, construido por un venezolano que ha sido ejemplo en el país, llevando nuestra Identidad Nacional por casi todo el mundo, es decir, de Reynaldo Armas, quien creyendo precisamente en su patria, ha invertido sus dólares y bolívares ganados con esfuerzo propio en actividades tan importantes como el turismo, y de la cual dependen otros venezolanos, resulta poco menos que despreciable. No es que Pdvsa esté dejando de pagarle a un burgués, como pudiera decirlo algún burócrata ¡No! Pdvsa cuando deja de pagarle a Reynaldo Armas, lo está haciendo con trabajadores y pequeños productores de la zona, y peor aún, ¿Con qué moral van a hablar de nueva economía productiva, si dejan de pagarle a pequeñas y medianas empresas, incluso cuyo dueño en un referente internacional para Venezuela? La verdad allí el nuevo “gabinete económico” debería ser más sensato. Hablar menos y actuar más.
Por lo pronto, como cualquier venezolano, me sumo a la campaña: “Pdvsa ¡Pagalé a Reynaldo!” Lo contrario es seguir desprestigiando al país y al propio gobierno de Maduro. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.