La solución de esta situación no puede ser asumida por la Política, sino por
la Economía. Estamos ante una inflación sostenida y acelerada.
Todo comenzó con los llamados "precios viejos" que empezaron a manejar los
detallistas y proveedores de las cadenas comerciales y de las fábricas
asociadas en una de "golpe", como alternativa de la oposición para volver
a Miraflores ante su pleno convencimiento de que por las vías democráticas o
electorales ya no tiene chance.
"Llévelo ahorita porque viene más caro; aproveche que es precio viejo". El
daño económico que han causado esas dos frasecitas no supimos apreciarlas a
tiempo. Nos limitamos a pensar que se trataba de movimientos inflacionarios
anuales a los que nos fueron acostumbrando con salivita y todo. El gobierno
esperaba pacientemente el resultado del índice del año y actuaba en
consecuencia con ajustes de salarios bajo su convicción de que de esa manera
indexaba el poder del salario, y hasta allí[1].
Lejos estuvimos de pensar que todo lo que comienza se desarrolla y en este
caso, de precios más caros para mañana como una posibilidad probabilística,
hemos llegado a una estrategia inflacionaria y acelerada que ya resulta muy
difícil detener por cuanto se trata de una inflación sostenida por un poder
económico burgués que no se parará hasta que sea debidamente detenido, o
"hasta que caiga el gobierno", según lo expresó un connotado político hoy
privado de libertad por delitos ya conocidos, pero no lo hará a punta de
diálogos y dialoguitos semanales ni domingueros.*
La problemática económica que confortamos ya no la pueden detener medidas
políticas ni diplomáticas, ni psiquiátricas ni tecnoingenieriles, ni mucho
menos puede seguir aplicándolas el liderazgo gubernamental actual. Todas
sus medidas, por bien intencionadas que lo son, han sido simples
paliativos.
Estamos enfrentando acciones económicas propias de un capitalismo ortodoxo:
el Estado optó por vender mercancías baratas con precios inferiores a los
del mercado y por consiguiente sobran compradores que incrementen su demanda
con fines comerciales **. La cogió obstinadamente-mal asesorado como ha
estado- por entregarles dólares baratos a los enemigos del socialismo e
ingenuamente creyó que estos beneficiarios sabrían convivir con los pobres.
El Estado vuelca sobre la economía pensiones a millones de personas, eleva
los salarios, resuelve el problema de la vivienda a millones de personas y
estas disponen de un mayor poder adquisitivo que exponencia la demanda. El
Estado alimenta centros de distribución con bienes baratos que corren el
mismo riesgo de que sus clientes sean revendedores que en lugar de comprar
al mayoreo para revender y ganar con cierto margen, compran a precios al
detal para vender a elevados precios, ante la sobredemanda no satisfecha
plenamente ni con importaciones suplementarias porque estas también resultan
baratas y siempre habrá quienes las compren, desvíen o retengan para su
reventa.
Creemos, pues, que el Estado debe urgentemente suspender todo tipo de
subsidio en sus supermercados, en sus bolsas casa por casa, en sus mercados
a cielo abierto. Debe reforzar y multiplicar las bodegas, y los
supermercados oficiales sin subsidio alguno; no debe seguir entregando
dólares preferenciales de ningún tipo porque es muy posible que hasta los
propios enfermos que necesitan medicinas importadas se metan a revendedores.
No debe seguir subvencionado empresarios burgueses. Debe acogerse al precio
justo.
El Estado ha mantenido una actitud sobradamente blandengue con estos
comerciantes que están fijando precios a futuro
<http://www.aporrea.org/contraloria/a225727.html> para encarecer sus
existencias de hoy. Es que seguir subsidiando y subvencionando es seguir
inflando la burbuja que está a punto de estallar.
Debe, en consecuencia, coger la reducción presupuestaria que supondría la
suspensión de oferta de bienes baratos para incrementar los salarios de
todos los trabajadores. Que sean estos los beneficiarios directos de los
subsidios y subvenciones que se han convertido en el combustible de esta
suerte de bomba de tiempo que representa la posible burbuja comercial que se
halla en proceso.
Las medidas económicas tienen autonomía y por esta razón sólo medidas
económicas acertadas podrían evitar el estallido de esa burbuja comercial.
Efectivamente, los comerciantes y fabricantes e importadores se han estado
llenado de billetes devaluados por ellos mismos, con poder adquisitivo que
les autoimpone seguir vendiendo más caro para poder compensar la pérdida de
su propio poder patrimonial.
El poder adquisitivo del pueblo trabajador, por su parte, tiene sus límites
y ha venido reduciendo su bolsa de comida al mínimo indispensable. Tal vez
por eso aun no estalla la burbuja en cuestión, pero ella sigue inflándose.
La gente trabajadora ya no va a las tiendas ni a comprar medias; "los
estrenos" de diciembre pasado siguen en los inventarios invendibles de los
expendios correspondientes; los panes de jamón de esta Navidad reciente
fueron producidos en cantidades insignificantes en comparación con la del
año 2014.
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* Por supuesto que ahora ni siquiera la salida del gobierno actual podría
evitar el estallido de esa burbuja porque ya, a estas alturas, "se les ha
ido de las manos", como diría aquel golpista que te conté.
** En ningún mercado puede haber 2 precios desiguales para una misma
mercancía, salvo que difieran en calidad.
[1] Todo ajuste salarial convalida o supone un bajo poder adquisitivo del
salario o de la moneda corriente.