Hemos dicho que entre las cúpulas de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) una es peor que otra¹. Los días nos dieron la razón. Wilmer Ruperti, el siniestro personaje que antes del llamado paro petrolero (2002-2003) se desplazaba en taxi, y ahora es un “magnate del transporte marítimo” (tal y como se autodefine en Wikipedia)², no deja dudas que sus intereses están del lado de la corrupción, la compra de conciencias y mantenerse incólume, apartado de investigaciones por parte de los factores de poder que se reparten el país.
En efecto, que Wilmer Ruperti, haya financiado a la MUD, cuando Juan Carlos Caldera, apareció en un video con “sobre de manila”, metiendo los dólares que éste le entregaba para el financiamiento de los intereses de la oposición y, ahora el “empresario” de los buques de transporte de petróleo y medios “privados”, diga que financia la “defensa” jurídica de los sobrinos de la pareja presidencial venezolana, detenidos en Estados Unidos afrontando cargos por narcotráfico, pero que a su vez, afirme que lo realiza por acciones “patrias”, revela lo podrido en que está envuelta la política del país.
Cuando se dice que Wilmer Ruperti es un “empresario exitoso”, es obvio que cualquiera de nosotros manejando millones de dólares, metido con negocios turbios en el plano de la marina mercante, sin la posibilidad de ser auditado por organismos públicos, ante la mirada complaciente de los órganos de ese Estado, bien sean del gobierno, representado en el PSUV, o desde la Asamblea Nacional a través de la MUD, ambos en conchupancia con un Ministerio Público (MP) y un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que se hacen los indiferentes ante tanta podredumbre, son pocas las esperanzas en adecentar las estructuras del poder.
Los hechos han venido demostrando que las cúpulas marchan por un camino y el pueblo avanza por otro. En esa danza de millones de dólares, Wilmer Ruperti es un personaje déspota que se ha apropiado del poder económico para comprar el poder político y jurídico, tanto dentro como fuera del país. Quien además compra canales de televisión en Venezuela (Canal I), con el propósito de ocultar un llamado manto de “imparcialidad” que sólo se mueve conforme se desplazan las huestes del mismo poder.
Bastaría recordar, por ejemplo, cuando Jorge Rodríguez solicitó investigar a Juan Carlos Caldera por recibir dinero de Ruperti, pero ahora calla ante las declaraciones del propio “magnate” por financiar a acusados de narcotráfico, es decir, para el “psiquiatra” de la revolución, si quien recibe dinero del “empresario” es opositor se convierte en “traidor a la patria”, pero si deja que ese mismo “magnate” le pague costosos abogados en Estados Unidos se convierte en “patriota” ¡Vaya manera de ver la justicia en blanco y negro!
Wilmer Ruperti, sin duda, representa la hipocresía política. Es un testaferro de los intereses más capitalistas del poder. Su fortuna es de dudosa procedencia. Y su conducta es típica de los platelmintos que piensan que pueden estar por encima del bien y del mal.
Ruperti es parte de una cúpula económica que detalla el significado de quienes son unos miserables del más rancio ejercicio del enriquecimiento despiadado y saqueo de una nación, a costa del hambre del pueblo y toda una nación. Para estos personajes la conciencia, sólo es una quimera que debe ser comprada o ultrajada conforme con sus malolientes designios, mientras ellos sólo están constreñidos con sus mezquinos intereses.
Entre las cúpulas de la MUD y el PSUV, Wilmer Ruperti representa el espejo más claro (¿u oscuro?) de lo que es un pacto entre el poder político y el poder económico. En ellos, el pueblo no existe, porque éste sólo es un instrumento para ocultar la bazofia de la ética y moral que los une: la corrupción administrativa movida por los dólares del petróleo y los grandes negocios del Estado. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
¹http://www.aporrea.org/actualidad/a234601.html
² https://es.wikipedia.org/wiki/Wilmer_Ruperti
³ http://www.wsj.com/articles/venezuelan-tycoon-funds-presidents-nephews-drug-defense-1475192218