Elementos para la reflexión llegan a los oídos. Uno de ellos es que la CANTV, sus empleados, molestos o lo que fueren, dizque por causa de unos pagos, están saboteando el servicio. No hay plataforma estable para enviar mensajes de textos, por ejemplo, o, si hablas mediante una llamada, el otro extremo no oye el audio. En algunas partes se ha caído el ABA. Una situación lamentable. Si llamas al servicio de emergencia, 0800CANTV00, la musiquilla que te colocan dura una eternidad antes que te contesten al otro lado.
La tinta fluye para denunciar de manera constructiva. No es aceptable el hecho de que no hay que hacerlo para no darle armas al contrario gubernamental para atacar. Se debe arreglar la situación porque se debe arreglar, así un extremado, de esos que procuran incendiar al país escriban a quienes critican para palmearle las espaldas, como si militasen en las mismas filas políticas. Así el dizque cagatintas salga por un canal de televisión opositor, como Globovisión o Venevisión. ¿Cómo estremecer, entonces? El agua fría sobre un adormecido lo vuelve a tono con la realidad.
Guardando ya el teléfono con decepción en el bolsillo antes de entrar en el metro, otro es el panorama que se presenta. El servicio va grave. No hay tickets, las puertas están francas a quien desee entrar sin pagar (Propatria), los perros duermen echados en los andenes (Propatria), los vendedores informales se pelean los vagones y acucian de manera interminable a los usuarios (todo el sistema). Se ha perdido un perfil de servicio especial. No existe la vigilancia, la seguridad: el hampa y el bachaqueo lo han deteriorado. El metro, en fin, se ha puteado, como dice el mal término, y no porque lo use el pueblo llano, sino porque no tiene reglas de juego ni de funcionamiento maquinario, esto es, se han caído los protocolos. Es un acto heroico usarlo. Además, se debe reflexionar sobre el precio escaso del boleto: la dádiva no se compadece con la necesidad de cariño que el sistema de transporte se merece porque generalmente lo regalado no genera reciprocidad.
Al salir del subterráneo y tomar la calle, viene la parte tres del drama citadino: el bachaqueo, las calles de nadie y de todos en un mismo tiempo anárquico. Se vende de todo. Existe un filón de gente extranjera y connacional depauperado y dedicado al asalto bajo el rótulo del comercio informal. Si no miras con detalle el suelo, puedes tropezar con algún indigente acostado olímpicamente bajo la luz del sol. Ciertamente, la responsabilidad es de todos. No sólo del gobierno. Existe una proyección legal de ejercicio comunal para resolver y compartir tareas con el Estado, pero la misma libertad de ejercicio le permite también a ciertos grupos formar colectivos para anular cualquier iniciativa redentora comunal, es decir, cualquier grupúsculo con armas en las manos surge para castrar cualquier intención de soñar. Si se piensa en el bachaqueo, sabido es que son mafias armadas; si se va con la indigencia, no se explica por qué no se reforman las leyes para recoger por la fuerza a un tirado en la calle y someterlo a un programa de rehabilitación… Pero no, que va, tienen derechos a perseverar con libertad tirados sobre las aceras, sobre sus propias heces, así como el delincuente mismo tiene sus derechos humanos cuando aniquila a un buen pendejo.
Situaciones de asfixia citadina. Nadie traiciona al juzgar y proponer; el país vale la pena salvarlo. Se pide, pues, amor, y amor no es necesariamente dejar hacer para dejar pasar. Amor, para el caso concreto, es hacer respetar la ley, encarcelar al bachaquero, bajar hasta los niveles populares de organización social desde las alturas de gobierno y meter la guadaña. No es matar, no es asesinar, ni mutilar, ni violar. Es hacer cumplir las reglas del juego para favorecer a grandes mayorías en detrimento de unas contadas excrecencias. Es democracia, pues, el poder de todos en contraposición de unos cuantos. Recójase el indigente y aplíquese el amor de la atención forzada, por decirlo de algún modo; métasele la mano a la CANTV (¿qué es lo que pasa en las comunicaciones?); asúmase el metro con más cariño y plantéese, por ejemplo, que no se saturen de usuarios las instalaciones y se controle el acceso, no importando la cola, carajo, quizás esto aplicado en ciertas horas.
No es situación de juzgar a priori al que pinta una situación anómala como el responsable de la tal situación; es lógica acción de corregir la misma situación para evitar el ataque político sobre las filas de la revolución bolivariana, en trance de recuperación a partir de ciertas fallas conocidas de descalabro electoral.
Blog del autor: Animal político