La liga perversa y ruin sobre el café que tomamos los venezolanos

CAFÉ ADULTERADO Antes cuando alguien pasaba frente a mil casas y en una sola, colaban café, con el sabor a café en la boca, decía: “Me huele a café”, ahora, recorre la ciudad entera, con miles de casas, quizá haciendo café y no siente nada, ni el más mínimo olor a café y entonces: ¿Qué ha pasado, es qué ya no toman café? La respuesta no es la negativa, puesto que aún en las peores circunstancias, los venezolanos, no dejamos nuestras tradiciones, nuestras costumbres, nuestros sabores como el de tomar nuestro cafecito por la mañana y entonces: ¿Qué sucede con el aroma del café? Pues muy lamentablemente amigo mío, amiga mía, los buitres con dos pies, las miserias humanas ha salido a florecer de una manera brutal para incluso, destruir nuestro café. Estas escorias que no son dignas de ningún otro calificativo, han emergido del infierno para azotarnos día y noche, sin piedad de naturaleza alguna, en pos del dinero fácil, del dinero mal habido, del dinero sin el menor esfuerzo. Ellos desconocen que el pan, debe ganarse rectamente con el sudor de la frente propia, pero parten de otro principio y el cual no es otra cosa; que ganarse el pan de la manera más asquerosa, con el sudor de la frente ajena. Estas bacterias humanas, estas viles carroñas, deshabituadas totalmente al recto y dignificante trabajo, buscan las miles de formas, aprovechándose de las circunstancias hábilmente creadas por el imperio para arrodillarnos y obtener de esas circunstancias, el mayor provecho, sin importarles en lo más mínimo el daño que causan. Dentro de este amplio contexto de ideas nuestro tradicional cafecito no escapa al ojo vil y miserable de estos degenerados, por ejemplo y me consta haber escuchado a dos bachacos en plena conversación y uno preguntaba al otro: “¿Ya compraste la harina pan para quemarla esta noche? Y el otro contestó: “Claro vale tú crees que voy a perder tremendo negocio”… mientras yo, seguía atento a la conversación. ¿Adivinen qué hacían estos miserables? Por repudiable y macabro que parezca, este par de alimañas están quemando harina de maíz en un caldero, calientan el caldero, luego introducen la harina de maíz y la van tostando lentamente hasta lograr el color negro del café, luego de ello y obtenidos varios kilos de este modo, lo mezclan con café auténtico y de este modo por cada kilo de café original, obtienen más de quince kilos, luego lo introducen en bolsas plásticas y lo venden obteniendo ganancias de miles y miles de bolívares. Más lamentable resulta el hecho de estas despreciables creaturas, no son las únicas en esta actividad criminal o delincuencial, al que ellos miles de seres de este calibre, están quemando no sólo harina de maíz, también lo hacen con el forororo y no sabemos con cuanta otra cantidad de elementos más, están ligando el café para obtener dinero fácil y en grandes cantidades. Compete al gobierno nacional, ejercer con todo rigor el peso de la ley sobre estos desadaptados inescrupulosos y ponerlos a buen resguardo por unos cuantos años, porque esto es una actividad criminal, ya que atenta contra la salud del pueblo, contra la economía familiar, contra la sociedad entera. La pregunta de la mil puyas: ¿Dónde está el café Venezuela o el café Madrid, acaso lo tienen las escorias bachaqueras del puente de las Flores en el hermoso Petare? El hecho de comulgar con esta revolución y ser adepto a las ideas del Comandante Chávez, no me obliga a permanecer ciego ante esta delicada situación y en consecuencia, lo sostengo de esa manera el gobierno, y duélale a quien le duela, está en el deber de acabar, de erradicar las asquerosas mafias, que con el café están haciendo caída y mesa limpia a consta de la salud, del pueblo venezolano. Ahora resta explicarle amigo mío, amiga mía como reconocer el café adulterado, antes de caer como incauto y comprar dicho producto, a esos ratones de cañería: No compre café sin empaque de fábrica, es decir, este producto en bosas plásticas sin identificar casi siempre es adulterado, de mala procedencia, además no puede oler el producto, elemento indispensable para constatar que es original, esto es una trampa, incluso esta red de hampones, cuentan con empacadoras para sellar el producto, eso sí sin marca de fábrica de ninguna clase. Al colar el producto en su colador este no fluye y queda estancado en el colador eso no es café, es harina de maíz, fororo quemado o cualquier otra cosa y para finalizar el proceso y saber si cayó por incauto, en el fondo de su recipiente, bien una taza, vaso o totuma queda un fondo que tampoco es café y le dice a usted: ¡Vivan las sabandijas con la liga perversa y ruin de nuestro sabroso café¡. otaizajesus123@gmail.com


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Rafael Otaiza


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