Ignoro si Freddy Bernal, designado por Nicolás Maduro como “jefe” para el control y distribución de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (Clap), sabe que en la mayoría de los estados del país, por no decir todos, aplican el mismo modus operandi, es decir, cobran por adelantando la susodicha bolsa, la cual sólo está compuesta por unos pocos productos, que apenas durarán tres o cuatro días en la mesa de las familias “beneficiadas”, y luego, en el mejor de los casos, esas mismas familias deberán esperar en promedio unos dos meses para volver a obtener la “caja alimenticia”.
El madurismo de manera irresponsable eliminó Mercados de Alimentos (Mercal), Petrolera y Distribuidora Venezolana de Alimentos (Pdval) y Abastos Bicentenario, porque los asesores del macabro juego político del hambre, son de la tesis que no vale la pena vender la comida con precios subsidiados en tales centros, porque esa acción “no garantiza los votos” que perdieron en las elecciones de la Asamblea Nacional (2015) que había que “ganar como sea”.
Esa fue la razón por la cual nacieron los Clap. Ellos no son el origen de una política social, son la consecuencia de una política económica concebida para que el pueblo sea mendigo de los alimentos que necesita para vivir; verbigracia, el lema del madurismo es: “te doy la comida a cambio del voto”, lo contrario, es morir de hambre o terminar entre la basura, si no tienes los medios o ingresos suficientes para enfrentar una crisis, cuya inflación y escasez ha pulverizado los salarios e ingresos de los trabajadores hasta niveles insoportables. Aquella máxima de Chávez de “vivir viviendo”, con Maduro y los Clap se convirtió en “morir viviendo”.
Ahora bien, que este gobierno madurista robe a su antojo el tesoro nacional sin que exista contraloría, fiscalía o tribunal que encarcele a los grandes corruptos de la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), así como a sus testaferros, amantes y “contratistas” de compras, obras y servicios, es parte de un sistema amparado en la delincuencia organizada del Estado, pero cuando el robo comienza a realizarse contra el pueblo, en este caso, a través de los Clap, estamos ante la evidencia de individuos quienes se apropiaron de ese “Estado” para delinquir, incluso sobre el sufrimiento de la gente más humilde y más necesitada.
Hoy, la mayoría de quienes tienen la “dirección” de los Clap en todos los espacios de la sociedad venezolana, reciben en sus cuentas bancarias (muchas de ellas personales) por depósitos o transferencias, montos que oscilan entre 25% al 50% del salario mínimo; o lo que es lo mismo, hasta una quincena de esos ingresos, con el compromiso de “entregar” en un plazo perentorio la harina, la pasta, el aceite “vegetal”, la lata de atún, los granos, y si tiene suerte, arroz, pero la realidad es que a nivel nacional, pasan incluso meses, sin que dicha “entrega” se concrete, porque la verdad es que la lista de personas aparece en la praxis como si hubiesen recibido los productos, cuando la realidad es que las bolsas o cajas de esos Clap pasan a engrosar la lista de los alimentos bachaqueados, siendo la harina el producto con el que más se trafica, al punto que su valor en el mercado negro de la comida, oscila en promedio sobre un 10% del salario mínimo por kilogramo, en otras palabras, quienes controlan este “programa” han encontrado otra forma de hacer corrupción.
Los Clap están heridos de muerte porque la supuesta función social se pervirtió. Como todo en el madurismo, éste se encuentra infectado por las crápulas más perversas de la política. Que hayan saqueado a la nación es parte de un plan que tenían en sus mentes para destruir a la sociedad, pero llegar al punto de usar el chantaje del hambre para mantenerse en el poder, y peor, instaurar como acción gubernamental el robo al pueblo desde la necesidad vital del comer, robándole lo poco que tiene, merece nuestra más enérgica condena.
Los Clap coordinados por Freddy Bernal deberían cambiar la designación de sus siglas, por las que mejor deberían aplicarse a tal organismo, o sea, Corrupción Lacaya Anti-Pueblo, en virtud de que los responsables en dirigir tal organismo, son sólo eso, unos ladrones lacayos que van contra el pueblo en todas sus manifestaciones, incluyendo cuando se trata de hambre. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.