Los constituyentistas deben defender la idea de que los ciudadanos y las ciudadanas debemos tener "...un medio ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado", porque realmente no lo tenemos y si los que piensan ganar el voto de la ciudadanía para integrar la Asamblea Nacional Constituyente, defender ese derecho a un ambiente sano que debemos tener, porque realmente carecemos del mismo.
Y no son ganas de escribir tonterías pues con solo pasear las calles nos damos cuenta de cuan sucias están. Si revisamos el caso de la parroquia La Pastora, debemos antes que nada volver a reiterar que, lo que es conocido como el Casco, integrada por su plaza, la iglesia, el bulevar Brasil y unas pocas cuadras, no es toda La Pastora, sino que comprende Lídice y Manicomio y una gran cantidad de vías relacionadas entre si.
Para una mayor información, debemos citar, por ejemplo, que el servicio de aseo urbano y domiciliario fue eliminado por Antonio Ledezma cuando fue gobernador y hasta el sol de hoy, en los alrededores de la Unidad Educativa "José Luis Ramos", hay una pequeña bonanza donde las personas lanzan la basura al suelo, donde se forma una colonia extraña de perros mezclados con basura de todo tipo, moscas, gusanos y ratas, que también parecen haberse inscritos en la unidad educativa, aunque no asisten a clases sino de lado afuera.
Resulta que, como quitaron la recolección de basura, todas las personas que viven en los Altos de Lídice, al salir de sus casas cada mañana, bajan y sueltan sus bolsas de basura en la acera de la Escuela "José Luis Ramos" y el camión, que ocasionalmente llega por allí lo hace acompañado por una especie de tractor con pala mecánica y al recoger los desperdicios, rompen la pared de la citada escuela. En los actuales momentos, está rota y parece que no la van a reparar.
Se supone que los consejos comunales tienen que prestarles atención a esa realidad, porque el día menos pensado se desata una epidemia y los más perjudicados serán las niñas y niños.
Ni hablar si nos referimos al sector de Manicomio, que tiene un contenedor bastante grande, pero la basura es mucho mayor y como no la recogen todos los días -al igual que en Lídice- se desarrolla un caos ambiental que ciertamente da asco. Lo cierto de todo es que los desperdicios, de esa zona, tamaño gigante, van a parar a la calle, muy cerca de la entrada al Hospital llamado Lídice que no está en Lídice sino en Manicomio, cerca de la parada del Metrobus.
Lo que debe quedar claro es que hay una indiferencia oficial, de SupraCaracas, de los vecinos de esas localidades y de los consejos comunales. En la parada del Metrobus, un señor se quejaba, precisamente, de esa realidad y decía que el problema es eminentemente cultural y mientras hablaba, lanzaba su mirada hacia la Casa de la Cultura de Manicomio, ubicada en un bulevar que como se puede apreciar, está adornado por un inmenso contenedor del cual desborda la basura e invade la calle. Se aprecia, pues, que dos grandes basurales adornan a Lídice y Manicomio y nadie hace nada por eliminarlos.
Lo que está tan claro como manantial, es que hay una obligatoriedad de la educación ambiental como una vía para proteger el entorno de los ciudadanos. Es posible enseñar a las personas a no ser cochinas, a no lanzar basura a la calle, pero alguien tiene que buscarla. Hay tres R que debemos seguir: Reducir, Reusar y Reciclar, pero no parece calar en la sociedad. ¿ A dónde vamos a llegar?