Esta revolución comenzó hace bastante tiempo, posiblemente más de dos siglos si somos lo extensos que deberíamos ser, para mí la revolución no es más que la propia evolución social acelerada.
Si nos restringimos a Venezuela y a nuestro tiempo, entonces hablaríamos de los cuarenta del siglo pasado para acá, con varios períodos de latencia o adormecimiento revolucionario.
El momento sociopolítico venezolano actual, netamente obra del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, pasa por una segunda Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que según nuestra visión, es decir del chavismo, tiene como objetivos conseguir la paz que parece imposible bajo las condiciones regulares que debería transitar nuestra sociedad, blindar la constitución de 1999 en los puntos débiles que dejó la anterior ANC y concretar la república que permita a nuestra sociedad encontrarse y entenderse para buscar el futuro cercano deseado como nación.
En mi opinión hay dos factores, entre muchos otros, que determinarán la acción positiva, o no, de la Asamblea Nacional Constituyente elegida el 30 de julio de 2017, no es que el resto de factores no sean primordiales o indispensables, pero considero que si fallamos en estos dos será muy difícil que cualquier otro sea viable.
Paso a enumerarlos y comentarlos brevemente.
1) Redacción de una constitución que sirva de guía a toda la sociedad venezolana actual
La Asamblea Nacional Constituyente no es más que el instrumento que utiliza la población de una nación en un momento específico para esquematizar el modelo de sociedad que desea a mediano y largo plazo, para ello redacta un conjunto de normas entrelazadas y vinculantes, la constitución, que sirvan para llegar a concretar ese modelo.
Eso fue lo que hizo la ANC de 1999, plasmó el modelo que se deseaba en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV99), es decir, no lo hecho sino lo por hacer y ese producto, la CRBV99, fue tan avanzado que superaba enormemente el estado de la sociedad de ese momento, tanto que prácticamente todas las disposiciones transitorias tardaron mucho más tiempo en implementarse del que estaba estipulado, es más, aún hay extensos tramos de la actual constitución por desarrollar, porque nuestra sociedad aún no está preparada para transitarlos.
El hecho es que la actual coyuntura nos ha puesto en el camino de blindar y perfeccionar esa constitución y proyectar, otra vez, la sociedad que queremos en unos cuantos años. La diferencia con respecto al momento de 1999 es que ahora tenemos la experiencia que no tuvimos antes. La constitución del 61 prácticamente murió al nacer y nunca se le permitió exponerse al pueblo para desarrollarla, posiblemente la principal razón de la deriva en que se encontraba nuestra nación al llegar Chávez al poder, por eso la experiencia constituyente que nos llegaba era muy remota, además esta constitución se creó de espaldas al pueblo.
Esa experiencia y todo lo vivido en estos 18 años de desarrollo de la CRBV99 deben hacer reflexionar a la ANC 2017 sobre la sociedad actual que sirve de partida para la proyectada, la del futuro cercano y lejano, en donde esta última seguramente tendrá un enfoque más chavista, es decir, con más profunda distribución de la riqueza, con más unión y actividad civicomilitar, con el poder aún más cercano al pueblo y más opciones factibles para que la población resuelva sus problemas de manera más descentralizada, local o comunalmente, permitiendo controlarse a sí misma debidamente en todos los aspectos necesarios. Para eso, esa reflexión debe considerar profundamente la naturaleza de nuestra actual sociedad, que no corresponde a escualidolandia ni a chavezlandia, sino a Venezuela, que cada uno de estos sectores tiene su peso específico, más de nuestro lado desde mi punto de vista pero que para nada hace despreciable el correspondiente a la oposición, una oposición que, aunque poco a poco ha ido haciendo suya también la CRBV, no termina de aceptar algunos conceptos de nuestra constitución.
Por lo tanto, los cambios, los giros, las etapas, los saltos que se planteen para la nueva constitución deben discutirse con mucho tacto y plasmarse de manera inteligente en un modelo que nos permita a todos los venezolanos seguir el rumbo hacia la sociedad que todos queramos, sin subterfugios ni atajos mágicos –como el de pensar que por tener una mayoría relativa podemos hacer lo que nos dé la gana.
Que esa constitución redactada, que para mí no debe ser muy diferente de la actual, nos sirva a todos.
No permitamos que el entusiasmo nos lleve a pisar a fondo el acelerador del cambio social no sea que nos volteemos en la siguiente curva de la existencia, pero eso sí, aceleremos lo necesario para dejar los baches atrás y continuar seguros en esta carrera de fondo.
Considero que en este factor no debe haber mucho problema, de una manera u otra la mayoría debe estar consciente de esto, principalmente porque sí somos chavistas.
2) Sincerar el discurso sobre la corrupción
Si el factor anterior es importante, este segundo no solo le empareja en importancia sino que es vital para que la república que conocemos sobreviva y logre avanzar hacia mejores condiciones.
Nada de lo que se haga servirá, no importa cuáles sean las soluciones aprobadas, las acciones emprendidas ni los nombres y hombres asignados para realizarlas si no se sincera el discurso sobre la cultura y el sistema corruptos que dominan a la nación, no muy diferente a los del mundo.
Podrá aparecer Jesucristo –prácticamente lo tuvimos por más de una docena de años– y dirigir todas las magníficas normas y planes que creemos, igual fracasará si no hacemos la corrección pertinente en el discurso sobre la realidad de la corrupción, punto de partida para el cambio contundente de nuestra sociedad.
Muchos de los planes, actividades, soluciones, misiones, proyectos, etc. derivados de la CRBV99, del cuerpo de leyes y reglamentos resultante y de las acciones del Estado eran correctos o tenían la visión clara en cuanto a objetivos avanzados, pero la mayoría de ellos fracasaron, están fracasando o son inestables por una simple razón, partieron de la base de que las personas que los realizarían eran adecuadas para tales emprendimientos, para decirlo de la manera más simple, éramos “buenos” para eso.
Todas esas pretensiones de progreso --en realidad, mucho más que pretensiones pues hay hechos sólidos de su concreción- se desmoronaron ante la evidencia de que el núcleo de este problema que es la corrupción, anomalía que todo lo va desbaratando, radica en una simple igualdad, la gente es igual a corrupción (gente = corrupción), o para ser más preciso donde hay gente existe la tendencia a la corrupción.
Ah ¿Entonces, no somos buenos? ¿El pueblo no es bueno? ¿No se cumple esa especie de axioma que tanto predicaba Chávez y que era uno de sus principales fundamentos?
Sí, la gente, el pueblo, es buena y tal vez en un mundo perfecto con relaciones sólidamente establecidas en todo ámbito esa noción funcione, pero hay pruebas públicas y notorias de que también es mala ¿Alguien lo duda? Es más, para intentar ser más preciso pues es necesario, es suficiente con que un porcentaje de ese pueblo no sea bueno, es decir corrupto, para que el pueblo en general realice las diferentes actividades cotidianas como si todo lo fuera.
La corrupción, según pienso, radica su acción ramificadora y avasallante en tres aspectos:
a. Cada actividad humana, en especial la de gobernar y controlar, que deje vacíos sin cubrir es terreno fértil para corromper.
b. Toda actividad humana positiva que requiera de sumar esfuerzos para conseguir objetivos debe luchar contra el facilismo, por tanto la salida fácil, por ejemplo la ganancia rápida o mágica, es gran aliado de la corrupción para contrarrestar los esfuerzos por contenerla o eliminarla, afianzada en que es miles de veces más fácil destruir que construir.
c. En lo interno, el gen de la supervivencia, el que nos obliga a sobrevivir como especie, también está presente allí cuando hay que decidir sobre nuestro futuro, nuestra comodidad, la protección de nuestra familia, de los suyos, etc. Llámenlo “viveza”, “sentido común”, “inteligencia”, “seguridad propia”, etc. No duden que está allí, y la corrupción también empujándolo.
Tal vez, alguien pudiera decir, como se dice, que con educación, formación, capacitación, consciencia, compromiso, y muchas otras virtudes y refuerzos, se combate eso que llamamos corrupción, sí, seguramente es una manera de combatirla, pero eso no elimina la premisa de que donde hay gente existe la tendencia a la corrupción, de hecho creo que existen bastantes pruebas al respecto, donde hasta los más educados, formados, capacitados, conscientes, comprometidos, etc. han terminado enredados en los aspectos mencionados y por ende derivados finalmente en corruptos.
Esos aspectos hasta ahora se han tomado muy a la ligera, la corrupción es mucho más vieja que la existencia de la nación, cuando se creó la quinta república ya veníamos padeciendo ese cáncer. Lamentablemente, los vacíos dejados por nuestra gobernanza al son de “el pueblo es bueno” -como acción positiva de progreso tal vez es lo políticamente correcto en el discurso, pero qué mejor vacío aprovechable que negar la existencia de la posible caída- permitieron que el cáncer se extendiera y echaron por tierra muchos de nuestros magníficos y avanzados planes o poco a poco deterioraron proyectos exitosos inteligente y visionariamente concebidos pero presa fácil de la vorágine del facilismo.
El discurso que debe salir de la ANC sobre la corrupción debe tomar en cuenta estos aspectos, dejar atrás la eterna visión de que los corruptos son unos entes extraños, ajenos a nosotros, que nadie sabe quiénes son pero que están en todas partes. Debe decirse claro, la corrupción somos nosotros, la gente, para poder pensar en conseguir verdaderas soluciones al problema.
Solo a partir de diagnósticos correctos se consiguen soluciones adecuadas, seguir viendo el problema como algo ajeno y lejano, que no nos hace responsables directamente nos llevará seguramente al fracaso y por tanto a un futuro que no queremos para Venezuela.
A partir de este discurso sincerado pueden conseguirse soluciones que, para mí, pasan por crear controles de la cotidianidad, automáticos, lo más alejados posible del humano, acordes a cada caso y análisis, con diversos puntos de control, más bien de seguimiento e información, sobre relaciones y participantes. Visto el control como información para corregir y no como un esquema rígido. Pero sea cual fuere la solución, debe partir de la visión real del problema, inherente a la gente, a toda.
La concreción de estos dos factores determinantes debe servir de cimiento para la gran tarea que tiene por delante la Asamblea Nacional Constituyente de 2017, esperemos que tenga grandes aciertos y el mejor de los éxitos, pues de ellos depende el futuro deseado por todos los venezolanos, incluso el de los que no creen en ella, como ya pasó en 1999.
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