En Catia, parroquia Sucre de Caracas, el pueblo sigue resistiendo. Ahora, se enfrenta a otra distorsión económica que malogra su ya golpeado presupuesto familiar. Desde hace cierto tiempo, en algunos expendios les clavan 5% sobre el monto que deben pagar cuando cancela con tarjeta de débito.
La cosa es una orden: o paga tal recargo, o no lleva los alimentos. Y ni modo: hay que acceder a tan delincuencial bajada de mula. Ah, y por si acaso, tan vulgar atraco es advertido con un cartelito que algunos de estos ladrones de débito colocan a la entrada de sus negocios.
Como es de suponer, los ejecutores de esta ruin práctica eliminaron el derecho al revire. No hay pataleo que valga. La consigna es: "Si quiere llevar lo que vendemos, "caifá" con el porcentaje que pedimos".
La única manera de esquivar ese robo criminal, es pagando en efectivo. Es la alternativa que los catienses reciben para librarse de ese peaje, pero como ninguno de ellos tiene la influencia que posee Lilian Tintori para manejar cajas y cajas de efectivo con billetes nuevecitos, deben someterse a la usura arbitraria salida de sus nuevos verdugos. Ni pensar en los mal llamados "avances" que -según aseveran-, siguen vigentes en diferentes sectores del sector a pesar de ser una actividad prohibida por las autoridades. Tampoco así podrían manejar una suma respetable, puesto estos "pequeños banqueros" les arrancan ¡hasta 18%! por cada operación.
Ignoramos si esta aberración es reproducida en otros sectores de la capital, o del país. Lo que sí sabemos es que representa otra bestialidad emanada de las entrañas del capitalismo que aún nos acosa desde cualquier ángulo, dirigido a hacer a creer a nuestro pueblo que cuanta deformación socioeconómica es creada por la Revolución.
Extirpar prontamente este absurdo, es necesario. Es, más bien, una acción obligatoria. Evadirla, podría ser fatal.
¡Chávez vive…la lucha sigue!
