Es insólito que el madurismo defienda lo indefendible. En efecto, resulta risible el ver a alguien diciendo, que por el hecho de que unas mujeres estén en sus procesos de alumbramiento en la sala de espera de un hospital, entonces los venezolanos no tenemos que reclamar tales hechos, porque no vemos lo “invisible” (ver: https://www.aporrea.org/contraloria/a253184.html).
Si voy a partir de esa premisa, pues, nunca podría reclamar nada a las autoridades, porque bastaría que una sola mujer estuviera en el quirófano en condiciones aceptables, para que lo “invisible” de ese nacimiento, nos hiciera lo invisible de quien tomó, según esta articulista, “maliciosamente”, tales fotografías.
En tal sentido, hay que destacar que el problema de la salud, no es sólo en el área de ginecología, obstetricia y recién nacidos. En un problema que se ha generalizado, al punto que no tengo dudas, que el madurismo quiere deshacerse de manera disfrazada de un número importante de venezolanos. ¿Y por qué lo digo? Porque en lo personal, el madurismo quiere que muera, así como quiere que mueran muchos venezolanos quienes padecemos problemas convulsivos.
¿Y en qué me basó para hacer tal afirmación? La presidenta de la sociedad venezolana de neurología¹ ha informado que la ausencia de anticonvulsivos es absoluta en Venezuela y de medicinas en general es hasta del 90%, hecho que también fue referido en un trabajo de investigación de un importante portal, en el cual los medicamentos anticonvulsivos acaparan la mayor solicitud en los servicios públicos de los medios de comunicación². Tácito es afirmar que al no poder consumir el tratamiento anticonvulsivo nuestra vida está en peligro, en otras palabras, desde el gobierno nacional los responsables en garantizar estos medicamentos sobre quienes padecemos de tal problema neurológico, no hay que ser ingenuo, para acusarlos de intentar asesinar de una manera vil en quienes sufrimos de estas alteraciones en nuestra salud.
Tengo que hacer del conocimiento de la opinión pública que mis episodios de alteración neurológica se están haciendo permanentes y consecutivos (no existe mes en el cual no tenga una crisis convulsiva), al punto que el día 3-10-2017, desde una estación radial en Margarita en pleno programa comunicativo, probablemente fui víctima de acuerdo con la descripción que me hicieron las personas que me acompañaban, de la peor convulsión que he tenido en los últimos cinco años desde que Maduro asumió el poder, y comenzó la crisis de medicinas en Venezuela.
De hecho, cuando recuperé el conocimiento pensativo (mis convulsiones van acompañadas de amnesia temporal) luego de más de una hora, me encontraba en la sala de “emergencia” del hospital Luis Ortega de Porlamar, en donde agradezco la atención que fui objeto por parte de los médicos y las enfermeras, quienes lamentablemente, apenas pudieron colocarme una solución fisiológica para rehidratarme, porque ni siquiera allí había anticonvulsivos para ser aplicados vía endovenosa. Verbigracia, ir al hospital, en nada mejora tu condición de salud, pese a haber tenido una crisis que puede incluso llevarte a la muerte³.
Si como dice un inefable periodista, quien, por cierto cuando se enferma se va para el exterior, “sí la salsa que es buena para la pava” de quienes acusan al gobernador Henri Falcón por las fotos que aparecieron de unas mujeres a punto de alumbramientos, sobre unas sillas de metal en una sala de espera en un hospital adscrito al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), ubicado en Barquisimeto ¿A quién tendré que responsabilizar por mi condición de salud?
Pero mientras el país se destruye a pedazos, no sólo por la salud que confrontamos los venezolanos, sino por el hambre que no se puede mitigar con unos escasos bolívares, ante la quiebra de nuestro signo monetario, y la hiperinflación que se ha hecho insoportable para la mayoría de la población, este gobierno, “lanzará” un “tercer satélite”, como si con ello se fueran a calmar las penurias de un pueblo, máxime cuando ni siquiera funcionan las telecomunicaciones en el país. O sea, este es un gobierno que no sólo perdió las perspectivas del significado ante el bien común, sino que vive en una realidad virtual que sólo se conoce en las pantallas de Venezolana de Televisión (VTV).
¿Y en el medio de esta barbarie política, económica y social? ¿Qué hace Maduro? Visitar al presidente de Rusia, para ver si termina de “garantizar” que seremos país “potencia”, que según palabras más, palabras menos del propio Maduro, podremos llegar a serlo en el año 2080⁴, es decir, cuando dos o tres generaciones mueran de hambre o por falta de medicamentos, al paso que vamos.
Y en esta miseria gubernamental, organismos internacionales en la defensa de derechos humanos, han denunciado la crisis humanitaria que tiene Venezuela en el suministro de medicamentos e insumos médicos, razón por la cual, el madurismo no pueden alegar como problema las limitaciones económicas, porque de ser así, está en la obligación de acudir a las instituciones y países que puedan brindarnos sus ayudas, por ser la nación suscribiente de tratados internacionales en el área de salud.
El madurismo al negarme los medicamentos nada tiene que envidar a cualquier asesino, pero no sólo quiere hacerlo de manera disfrazada e individual, porque el hecho que aproximadamente un 5% de la población no reciba anticonvulsivos también cualquiera de los afectados puede fallecer en el medio de una crisis; como también pueden fallecer miles de venezolanos, (como ya ha sucedido con muchos de ellos), por carecer de cualquier otro medicamento.
El madurismo quiere que mueran millones de venezolanos al no garantizarnos los medicamentos, así como la debida atención en los distintos centros de salud en relación con el suministro de los propios medicamentos e insumos médicos para nuestros tratamientos de salud. En consecuencia, hemos acudido al ministerio público, para saber si tal organismo defiende mis derechos constitucionales, así como los del pueblo. O en su defecto, saber que defienden al gobierno, como lo hace Rosa Natalia. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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