El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, ha señalado que la Patria está dando una "batalla dura y compleja" contra la corrupción, en diferentes teatros de operaciones. Una batalla que cobra características muy particulares en uno de esos escenarios, el más importante por lo estratégico, el de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y su filial Citgo en los Estados Unidos, debido, no sólo por los gigantescos montos del desfalco, sino también por las graves implicaciones políticas (conspiración antinacional) que se han venido develando. El Primer Mandatario Nacional, en persona, sin delegación, se ha puesto al frente de las operaciones en esta batalla histórica, y en el propio fragor de ese combate ha expresado, con mucha firmeza, que le da todo su apoyo al doctor Tarek William Saab, por la implacable lucha contra la corrupción que como Fiscal General de la República viene emprendiendo.
Por sus contundentes acciones, el Presidente Nicolás Maduro ha calificado a Tarek William Saab de "Fiscal Valiente y Justiciero". Esta no es más que la misma alta valoración que el país entero viene formándose sobre el nuevo Ministerio Público, adecentado por la actual gestión nacida a raíz de la acertada decisión de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Las revoluciones no son tal, si al mismo tiempo no son también procesos de adecentamiento de la sociedad. Solo podemos hacerlas realidad cuando logramos instalar la ética revolucionaria, no solo en la conducción del estado, en la política, sino como orientadora de toda la configuración social emergente. Debemos convencernos definitivamente de que la corrupción, como nos viene azotando, es un fenómeno inherente de las viejas relaciones sociales capitalistas.
En su lucha, desde sus orígenes, el Comandante Supremo y Eterno de la Revolución Bolivariana sostuvo desde la ética los principios rectores para activar la praxis transformadora, la cual hizo prender mediante el protagonismo del pueblo. Su liderazgo y ejemplo fue siempre desde los intereses de los oprimidos, principio ético orientador del camino que como pueblo rebelde comenzamos a transitar desde el 2 de febrero de 1999. Es el mismo legado que hoy continúa y desarrolla victoriosamente, venciendo todas las dificultades y obstáculos que oponen los enemigos de esa ética política, el Presidente Maduro, quien a partir del año 2013 lleva sobre sus hombros, con mucho pundonor, el liderazgo conductor del Proceso Revolucionario iniciado por Hugo Chávez.
En esta batalla los venezolanos apreciamos cómo ahora tenemos un fiscal con cualidades admirables, como jamás las tuvieron quienes le antecedieron en los 48 años del Ministerio Público. Un fiscal que acomete con valentía y responsabilidad una acción sostenida contra los desfalcadores del patrimonio público, como tanto lo había anhelado nuestro pueblo hoy tan sediento de justicia.
Quizás la condición de poeta de Tarek William Saab dé razones suficientes para explicar su valerosa gestión al frente del Ministerio Público.
Su poesía no es simplemente palabras con las cuales trata de decir cosas bellas, o invocar cierta sensibilidad emocional, aunque sus poemas sí lo logran pero como un resultado ineludible, sin duda no es la meta buscada, son parte de su naturaleza, su poesía es más que eso, es manifestación de su espíritu de vida. Igual pasa con la ética en Tarek William Saab, el Fiscal valiente, que en su accionar de lucha contra la corrupción podemos hallar implícita una concepción sobre la naturaleza ideológica de la moral y su carácter histórico social, al responderle en última instancia a los intereses genuinos del pueblo venezolano, como era la concepción de la ética del Padre de la Revolución Bolivariana, Chávez, y es la del Presidente Maduro.
Es la ética asumida no como un imperativo categórico o sentencia monacal venida desde afuera, sino como humanismo militante que brota generosamente desde adentro, debido al compromiso revolucionario consciente al servicio de las grandes mayorías nacionales, de los humildes y oprimidos, la Patria, su espíritu de vida.
Con este enfoque cabe no solo una crítica moral, sino un combate implacable, militante, contra toda conducta (política o de cualquier otro tipo) que trate de rebajar o anular los intereses de la Patria para hacer de ella una vulgar mercancía, instrumentalizándola para traficar miserablemente con sus dolores.
Contar con un Fiscal General de la talla de Tarek William Saab, con su poesía y su ética, que junto a él son una misma esencia, la victoria de la Patria sobre el flagelo de la corrupción tiene que estar garantizada.
Venezuela recobra el aliento, recupera la confianza en la lucha contra la corrupción; ve con positiva expectación las insobornables acciones del Fiscal contra unas mafias antipatriotas, a las cuales les pulveriza el mito de la intocabilidad
Como pueblo víctima de las mafias corruptas, enquistadas dentro y fuera del estado, debemos cerrar filas junto al Presidente Maduro y el Fiscal General, perseguir a esas cofradías de corruptos y prevaricadores, meterlos en los calabozos, únicos sitios donde deben ser recluidos esos gánsteres que en mala hora ocuparon cargos importantes en el gobierno revolucionario y empresas del pueblo.
El flagelo de la corrupción divide a nuestra sociedad en dos partes: las víctimas y los victimarios. Nos obliga a dar una lucha frontal, total y absoluta: declararle la guerra a muerte a la corrupción en todos los espacios, sin vacilaciones.
El heroico pueblo venezolano hoy víctima de ese flagelo, cargado de necesidades y privaciones derivadas de la cruel guerra económica, corrupta y desalmada, tiene puestas todas sus esperanzas en esta cruzada contra la corrupción. Parece presentir que pudo, al fin, haber llegado la hora definitiva de poner a la honradez en el sitial más importante, allí donde pueda iluminar el camino de la refundación de la Patria como lo soñó Hugo Chávez.