...y el sin remedio de perder la virginidad en mi pueblo

Tarek William, Cómo me explico, la cara de pendejo que el contralor tiene de nosotros

Leí en alguna parte, que la Contraloría General de la República disponía de una cómoda oficina en PDVSA. Considerando, que esta oficina existía y aún existe en PDVSA, no dejo de quitarme de mi mente, la posición que todos los días tenía el funcionario o funcionaria jefe de esta oficina. Me lo imagino hoy, como pudo haber pasado, con los pies montados sobre el escritorio y jugando carga la burra. Por momento, lo imagino en rápidas reuniones con estratégicos funcionarios de la alta nómina y luego volvía por sus cartas para continuar con su juego de carga la burra.

Imagino, que por momento se hastiaba de jugar carga la burra y le echaba mano a un plan”b”. Todos siempre tenemos un plan “b”. Me lo imagino hoy optando por jugar solitario.

Me lo imagino hoy, pero eso fue ayer, recibiendo un kilo de queso y una lapa fresca, que un alto funcionario de le faja Petrolífera del Orinoco le traía de Cabruticas, pueblito del municipio Monagas del estado Anzoátegui. En ese pueblito y cerca de él, hay reserva de petróleo para tirar pa'arriba.

Mientras gastaba su tiempo en esos menesteres y picando un pedacito de queso “made in Cabruticas”, se producía en otra oficina de PDVSA y forma de serie o chorizo, un bojote de contratos en la FPO. Se procedía también desde otra oficina más confortable de PDVSA, el despacho de barcos cargados con petróleo, sin que su ventas se cargaran a las cuentas de PDVSA.

Imaginariamente pregunto por el funcionario de la Contraloría General de la República y me reportan que esta concentrado jugando carga la burra.

Este martes 12/12/2017i, muy temprano en la mañana, mientras hacía un recorrido por portales web que hago todos los días, me lleve una tremenda sorpresa. Rectifico, no me sorprendí, no fue sorpresa, ya nada me sorprende. Simplemente vi la cara del ciudadano contralor de la República de Venezuela y como si yo fuera un antropólogo o un científico de esos que andan buscando la pista de un eslabón perdido; me dije: ¡Anja! ¿Dónde estabas tu periquito?

En la declaración, el contralor general de la república, especificó que en 30 días realizaría lo que ningún contralor hizo en 10 o 15 años: Controlar.

Carajo, si es verdad, que la Ley Orgánica de Contraloría precisa más del control posterior, que del control previo, que no lo prohíbe, pero la norma del control posterior, definitivamente se instaló y dio paso a muchas vagabunderías. Pero reconociendo que en la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República coloca el acento en el control posterior, no logro explicarme, la cara pendejo, que supongo el contralor tiene de nosotros. Ahora realizará en 30 días, lo que no se hizo en año y nos lo dice, con cara de aflijió

No deje de acordarme también de una tradición que había en mi pueblo y que no se usa porque no hace falta. En mi pueblo, sucedía que las personas se enamoraban y por lo general, la familia de la novia nunca gustaba de los novios, cuando eran pobres. Resulta que una vez, un muchacho pobre se enamoró de una muchacha y la familia no gustaba del novio.

El muchacho optó por sacarse la muchacha. Este sacarse era una tradición. El novio y la novia se iban y luego no quedaba más remedio que casarse. Resulta que en este caso, este muchacho del cuento no era muy experto y se llevó a su novia de noche para el monte y no para una casa, que previamente se alquilada y estaba lista para consumar el hecho amoroso. La familia buscó a la mucha y no la encontró, Ya como a la diez de la noche, se ve que viene el novio y la novia de donde quedaba el terreno de jugar béisbol y la familia corre desesperada a ver si aun podía rescatar a la muchacha ilesa. Ella sintió, que su mamá se le venía encima y optó por salir del asunto de una sola vez, diciéndole: mamá ya no hay remedio. Aquello lo perdí en el cuchivano, que así era como se llama el sitio donde todavía está el terreno de jugar béisbol en mi pueblo.

De eso, también me acordé, cuando leí la declaración, en la cual garantizaba que en 30 días tendría la auditoría sobre PDVSA. El contralor supone que aún no hemos perdido la virginidad

Lo que no resuelvo, es cómo hago para que el contralor no me vea la cara de pendejo.



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Evaristo Marcano Marín


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