Uno de los cangrejos de la administración pública es sin duda Hidrocapital que en su oportunidad, 1999-2005, Jacqueline Faría, ingeniera especializada en hidráulica graduada en la Universidad Central de Venezuela, cuando fue su presidenta, impulsó el proyecto de Mesas Técnicas de Agua y de servicios de cloacas y drenajes en el programa de Mejoramiento Urbano en sectores populares de la capital. Si en aquella oportunidad me hubieran pedido que eligiera a la gerente estrella de la administración pública no hubiera vacilado en decidirme por Jacqueline Faría. Si mi apreciación hubiera sido cierta, y no dudo que lo fuera, y ella hubiera permanecido en su cargo, haciéndolo bien, hasta el presente, es posible que en 18 años, de buena gerencia, le hubiéramos visto el queso a la tostada al abastecimiento del agua en Caracas y a otros proyectos estratégicos de su administración.
Siempre he pensado que cuando alguien lo está haciendo bien en un cargo clave para el buen funcionamiento del gobierno se le debe brindar todo el apoyo para que continúe allí hasta que su presencia no sea necesaria para el buen cumplimiento de los objetivos de la institución. En el caso de Jacqueline Faría ha sido todo lo contrario. La convirtieron en una buena para todo terreno de la política y de la administración pública hasta que dejó de ser, por sus múltiples funciones, el prospecto más prometedor de nuestra gerencia pública.
La consecuencia de estas malas políticas de recursos humanos es que se priva a las instituciones de sus mejores oportunidades para salir adelante. Ya nadie cree en la Hidrocapital que una vez despertó la esperanza de llegar a ser una solución para el abastecimiento del agua en Caracas.
Poco después del mediodía de este viernes 30 de marzo, la hidrológica señaló en su cuenta de Twitter que el servicio de agua sería restablecido progresivamente y que "en las próximas 12 horas" el suministro se reflejaría en la red baja de la Gran Caracas y paulatinamente en la red media y alta, según el plan de abastecimiento. Lo cierto es que en el Domingo de Resurrección el agua continuaba sin resucitar en las urbanizaciones y barrios populares del Este de Caracas sumándole a las calamidades de la guerra económica capitalista otra tortura más como si fuera poco.
¿Saboteo o ineficiencia? ¿Falta de información? Uno no sabe al fin y al cabo qué pensar.
