El tema de la burocracia administrativa forma parte de la agenda por intervenir dentro de la crisis que acribilla, estructuralmente al país. Urge detectar los tipos de enemigos internos, mucho más peligrosos que los externos. Es una maquinaria humana desideologizada, envenenada y esparcida en cuanta responsabilidad de servicios tiene el gobierno nacional, de acuerdo a lo establecido por la Constitución de la República.
Desde el grupo de secretarias adscritas al servidor público llamado presidente de la república hasta el bedel que asea los salones de la escuela rural, forman un ejército con más de 2.8 millones de personas que de 08 am a 12m y desde 2pm hasta 4 pm impide o acelera, maltrata o cumple, roba o castiga, boicotea o se esmera en mejorar la relación usuario - gobierno.
La Constitución es explicita al definir los deberes del servidor público, aunque la realidad muestre lo contrario. No importa el nombre del Ministerio, del Instituto Autónomo, el sexo y tamaño, la región o ciudad, sueldo o salario, uniforme o rango, en fin, todos tienen un compromiso por internalizar y cumplir, para no ser déspota, negligente, ineficiente, adulador, oportunista, prepotente, deshonesto y saboteador del proyecto político en marcha.
El "servidor público", llamado ordinariamente burócrata, es una pieza clave, estratégica para que el discurso oficial no se convierta en sal y agua. Cuántas esperanzas son frustradas a diario porque este o aquel "servidor" o "servidora" público, no le dio la gana de firmar una solicitud para instalar un teléfono, informar al superior de algún hecho importante, atender cortésmente al señor Ramón que viene a consulta en el hospital periférico. Vale decir, no les importa despreciar o chantajear al que llaman "pueblo", " juanbimba" , "pata en el suelo" o a la señora del conjunto residencial tipo A, quien tiene tantos derechos y deberes como los demás.
Como burócrata preocupado por la observancia de minuciosos trámites, también es áspero con el público, presuntuoso por ostentar aunque solo sea una ínfima parcela de poder y perezoso en la confianza que le da saber su puesto seguro.
La contracultura burocrática, podrida, disfuncional, destroza desde adentro peor que el cáncer, porque el cáncer destruye y mata una vez, mientras que esta enloda, promueve y se organiza como banda delincuencial con carnet oficial, vestidos de civil, verde oliva, azul carnet del partido dominante . Insensibles ante el reclamo del ciudadano común y corriente. Permanecen impunemente depredando durante más de un cuarto de siglo hasta la jubilación. Desarrollan una capacidad de mutación en cada gobierno de turno. Se burlan descaradamente de las leyes y la Constitución. Para este tipo de "servidor" o "servidora", la sociedad es una vaca lechera que debe ordeñar, al entrar y salir de su sitio de trabajo llamado, guarida.
No se trata de mejorar el salario, sueldo o nivel académico, reduciendo lo del "nivel académico" a una cuestión de poseer uno o varios pre o post grado. El asunto es mucho más intrincado, es de fondo. Porque el modelo de sociedad determina una cultura de ser y hacer. Y, más allá, está el tipo de relación de producción, si el objetivo es acumular capital a partir de la explotación del trabajo individual y colectivo, generando una plusvalía o desarrollar un concepto de humanidad a partir de un Ser Humano, capaz de producir sin ser explotado.
Un burócrata podrido es el resultado lógico de la sociedad de los cómplices, del capital que, como la sangre para el cuerpo, decide cuándo el ser humano es desechable. Concebida para que el dinero juegue un papel obsesivo de acuerdo a lo que impone el mercado de las cosas y lo superfluo. Generadora de falsos valores, con actos y movimientos cotidianos marcados por la desesperada necesidad de acumular dinero y ostentar poder.
Hay una diferencia enorme entre el obrero o empleado del gobierno que, fuera del horario laboral "matatigres", pues, debe adquirir más alimentos para la familia, cubrir gastos escolares de los hijos, reparar el vehículo o ayudar al hermano desempleado y el burócrata podrido, corrupto, arrogante, arbitrario y malencara’o, quien utiliza el cargo oficial, fuera o dentro del horario, cobrando "debajo de la mesa" por la firma de un permiso médico, de importación o exportación de artículos perecederos o no perecederos, la actualización de la licencia de conducir, eliminar una multa del Seniat, permitir el paso ilegal de gasolina hacia Colombia, en fin, violar deliberadamente las leyes concebidas para mejor el nivel y calidad de vida de un país.
Estos buitres públicos, con carnet en el pecho, rango militar, uniforme azul y sonrisa cínica, tienen una meta entre ceja y ceja: enriquecerse al precio que sea en el menor tiempo posible. Los corruptos "petroleros" capturados, los tiburones gordos que hoy están en prisión, son una muestra reducida de la inmensa fortuna amasada por los centenares de "servidores públicos" quienes, al momento de escribir este artículo, celebran con un choque de cristales la concesión otorgada fraudulentamente, el depósito en dólares realizado por un cliente radicado en Cúcuta (Col), Miami (USA) o en una cuenta cifrada en los paraísos fiscales del Caribe, Europa y EEUU.
Este enemigo interno goza de excelente salud y se rejuvenece con nuevos militantes del Psuv, Primero Justicia, AD, Voluntad Popular, "Independiente" y aspira seguir escalando (robando) en la pirámide del poder. De corbata y traje de marca o con la camisa arengada y zapatos de segunda, profesional o bachiller, sargento o general en jefe, ministro o auxiliar de farmacia en un hospital Tipo I, Fiscal del Ministerio Público o botones en algún hotel propiedad del gobierno, representa un adversario perverso clavado en la medula espinal de esta etapa histórica nacida con ilusiones, abultada de leyes vanguardistas pero con riesgos a la vista y consecuencias impredecibles.