Venezolanofobias

Ante todo mis disculpas a los lectores, de algunos escritos anteriores, que he enviado sin corrección, teniendo al azoramiento como guía, pésimo maestro, que debilita la calidad del mensaje. Espero saber enmendar el entuerto.

Miremos hacia afuera: Diera la impresión que estamos rodeados cual conejos por jaurías hambrientas de nuestras riquezas. Semejan tábanos roncando a nuestro alrededor que descargan sus apuestas, al tanto que especulan la caída de este proceso, para, por fin, hacerse cargo del suelo que nos ama. Debemos desaparecer por corruptos, es su divisa, o, cuando menos, el estercolero del apartheid lo que nos espera por "no saber administrar" lo que poseemos. Gracioso; son nuestros parásitos corruptos escondidos allá afuera, los que aúllan dolidos sus esperanzas dolarizadas en razón de esa caída, no se dan cuenta esos pánfilos zoquetes que al mismo tiempo, también ellos tienen marcada su suerte anulada por esos genocidas, pues para esas bestias, es todo el país el "infectado", que el sólo linaje nos condena abiertamente, por lo que, nuestra desaparición física, o, el estercolero, repito, son la única cura que admiten para esta porción del mundo.

 

Corruptos escapados de Libia, también pagaban a mercenarios para que cayera el régimen que detestaban, y afuera se quedaron, porque en su nueva conformación, o deformación, a esta otra ¿Libia?, está imposible retornar, hoy verdadero mazacote, en nada estimado a lo que soñaban para cuando cayera Khadafi. O porqué no, que lo refieran también los propios iraquíes, hoy, también fulanos de cuarta, porque ya tragan arena de la vergüenza cada vez que asumen sobre sí mismos y sus nuevos amos, precisamente los que la bombardearon a placer, ahora estancados sobre ellos, cual agua de estercolero precisamente, y atrincherada de paso; hoy sus nacionales se marchitan con el lomo hinchado de la discriminación acuñada, que hasta las "ayudas humanitarias", de esas que esterilizan a su descendencia, las deben haber consumido en "n" ocasiones.

Venezuela no va a ser la excepción; al contrario: el plato fuerte, que supera con creces a esos dos invadidos juntos, y la próxima en el menú de los monstruos. Los corruptos venezolanos en el exterior reciben su quincena cual obreros tercerizados, al tanto que lo hacen las gavillas de cafetines, que acá juegan a la zancadilla para que nos matemos de bruces en guerra civil, el ansia de los apostadores, sin poder advertir los zoquetes, que ni ellos estarán invitados al banquete de la victoria final, hablando aquí en el recontra-imposible de los negados de ese triunfo que esperan, porque somos TODOS los marcados, repito, seamos patriotas o piti-yankees.

Los tantos venezolanos que fueron retornados a la patria, y sufrieron el inusitado latigazo discriminatorio en sus lomos, o la xenofobia desatada del acomplejado presidente ecuatoriano contra nosotros, no eran chavistas, maduristas, menos aún pertenecientes a alguna logia marxista de nada. Eran gentes sencillas, con sus nudos de ignorancia, antichavistas casi todos, salidos de acá a probar la suerte que aquí tenían trancada, y lo que encontraron fue la sevicia tras la frontera; lo que nunca ha concebido este país con los extra nacionales, menos con los vecinos. Pero de algo sirvió la inocencia; tenía bacterias el tubo de ensayo.

Miremos ahora hacia adentro. El conformismo de un siglo "protege" a gran parte de los venezolanos cual maléfica droga intravenosa; un conjuro mal echado que encamina los pasos y la conciencia de arriba abajo; a cada habitante de este suelo lo han catequizado que anda sobre una apabullante mina. Se nos satisface con prebendas sociales y nos conformamos. Nuestras pobres antenas apenas atisban admirar, y cuanto más, merodear las "proezas" de los que han sobresalido de este suelo. Cuando ha descollado algún virtuoso, e irradia su grandeza, no es para adentro que enfoca su talento, sino que siempre está dirigido al mundo, a todos los suelos y para todos los tiempos: Andrés Bello, Razetti, Convit, por nombrar a sólo tres desconocidos, no pertenecientes al Hall de la Fama de los militares, han sido tan libertadores en su tesón, como grandes han sido los próceres que a diario enunciamos ejemplares. Hoy no hablamos de la lepra, como tampoco hablamos de colonias españolas en estos suelos, y aquella sí que fue una aterradora corona que pisoteó por milenios al planeta colonizado, eliminada su zarpa gracias a la vacuna del libertador venezolano Jacinto Convit.

Chávez salió de la cueva y demostró a sus compañeros cavernarios la existencia de más suerte allá afuera, pero a los compañeros de aquí dentro sólo se les ocurrió admirarlo por su hallazgo mostrado, advirtiéndosenos que de no admirarlo en los votos, se puede perder el proceso, y acotándosenos que no desesperemos, puesto que en algún momento también nuestro trabajo nos ofrecerá alguna prebenda de la mina, por lo tanto, ¿para qué estar atentos de los que trabajan para el país -por si están metidos en corruptelas respondería el sentido común-, si de algún modo, hay fondos para cubrir la pérdida, y el fruto del trabajo, puede que lo deshagan más adelante las corruptelas?, ¡joder! Pero si ya nacimos en la mina! ¿O votos de confianza de los que trabajan en la burocracia? La única conciencia que los y nos "protege", es que la mina da para todos, para siglos y siglos. ¿Para qué enseñarle ética a un damnificado que aguarda dos, tres, cuatro años por su vivienda, si lo que importa es mostrarle al televidente nacional la llave entregada al sortario usuario en los "Jueves de Vivienda"? Jamás se aprovechó en cultivar sus años de espera. Y claro, hoy no pocas de esas viviendas son cuevas de carteles, o son propietarios de otras viviendas.

Si este país fuera más pobre, ya los Ramírez o las Ortegas estarían sicariados sin mucho meditarlo, pero claro, lo que se robaron no nos quita el sueño, ¿qué dejarán los Ramírez y las Ortegas que aún hoy succionan rampantes de la teta nacional?, ¿no hay modo de descubrirlos? Imposible que para colmo se nos acaricie con leyes anti-corrupción, que ese mal duele, ¿a quién?, ¿a cuántos pelagatos?

Idea a corto plazo: Con la milicia habilitada y desplegada, cumpliendo tareas de fiscalización sobre dueños, distribuidores y comerciantes, se propagandearía más el orgullo nacional de ese nobel cuerpo militar, que el estar ufanos de la cantidad en ese servicio, que si un millón, que si dos, ¿o vamos por los tres? Antes que los invasores, están esos mafiosos, primer frente enemigo que nos engulle a diario con sus victorias.

Idea a mediano plazo: Empezar fuertemente de nuevo, en cuanto a una pedagogía de Moral y Luces, que desde programas en primaria destine la visión de nuestros niños en temas de ese tétanos nacional, la corrupción, que es ¡un crimen! y aprendan de leyes inexorables que castiguen a fondo, como la perpetración de un asesinato, en cuanto sean más mayores, enseñarles el porqué de la pena máxima sobre ese mal, ¿capital?, pues sí, sin muchos adornos, estrenar la pena capital desde ese vértice purulento, pues ES una guerra, como tal hay que asumirlo; es infantil la exhortación, ya basta de poesía, y es así como vamos a percibir que estaremos ante el portón de entrada de un nuevo país, impresionante país.

No sé si es por suerte, pero la guerra avisada contra nosotros, en declaración solapada por vecinos y norteños, apenas nos pone en sobre aviso de lo que pudiéramos perder; muchos se asustan y los necios prefieren la invasión, pero por favor, si hacemos un simple parangón, nadie pide regalado un vaso de agua en el estado de California, que cuesta lo que la noche de un hotel de segunda; claro, a California le restan apenas dos años de agua potable de su subsuelo; es un estado de mayor talla que nuestro terruño, y hablamos de una provincia que sostiene al resto del país. Tampoco nadie pide un vaso de agua en el Próximo o el Lejano Oriente, o en el África madre, sea por salubridad, carestía, o lo que sea; y hablamos de geografías que viven de la agricultura desde hace milenios algunas de ellas, que es para ese menester el agua que poseen. El agua en el mundo es una inversión, excepto para Latinoamérica, y acá en Venezuela, su tesoro más desconocido, cuyos hijos, me atrevo apostar, en su totalidad, aún no maduramos en nuestras vísceras esa suerte que nos malcría, además de los otros tantos sostenes que nos mecen nuestra cuna de oro. En fin, ¿somos o no somos los primeros xenófobos contra este "nuestro" país?

Esto es apenas un esbozo de alerta, o de reprimenda, a dirigentes, a nosotros, a puertas de una agresión que no podemos esconder. Habitamos un territorio que aún le cuesta alcanzar la densidad poblacional equivalente al resto continental, dado el altísimo costo humano invertido para ganar nuestra libertad y la de nuestros ¿hermanos? regionales en la emancipación. No es un currículo. Son genes a desempolvar. Conciencia con eso, pues no es juego lidiar contra zombis, que como tales, enarbolan a la muerte por bandera.



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Arnulfo Poyer Márquez


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