Los hombres y mujeres que son gobierno con el Presidente Chávez tienen que ser más humildes y actuar en función de servir y no ser servidos. Eso de ver a la gente por encima del hombre y creerse el único papelón con limón helado del desierto no es bueno.
No hay una cosa que moleste más a un parroquiano que ser desatendido cuando acude a una oficina pública a realizar equis dilgencia.
Dígame esos funcionarios que hablan estupideces con los panas por teléfono mientras el pueblo espera de pie en la oficina porque nisiquiera tienen el tupé por un elemental y simple deber de cortesía de invitarlo a sentar.
O las °artistas° que convierten las oficinas públicas en salones de belleza y pierden el tiempo arreglándose las uñas y sacándose las cejas. O aquellos que se encierran en los despachos a leer la prensa. O los que llegan a las 11 de la mañana , se van a las doce a almorzar y no regresan más.
El más odiado de los empleados públicos es aquel que firma los cheques. O el que inspecciona las obras, firma las valuaciones o finiquitos de los contratos. Ese generalmente se desaparece todos los viernes, engabeta los cheques y se va a matarse a palos en un buen restaurante. O se va para Margarita con la °segunda base°. Mientras tanto el contratista cae en manos de los prestamistas. O el proveedor se ve obligado a cobrar el lunes venidero.
El pantallerismo del funcionarado público obliga al Estado a desembolsar una gran cantidad de dinero en escoltas, motorizados y guardaespaldas, que bien pudiera ser invertida en obra social. Imaginemos el billete que nos cuesta mantenerle a esos señores toda esa estúpida parafernalia.
Entiendo que Chávez requiere ser protegido milimetro a milímetro y segundo a segundo dentro y fuera del país. Incluso que debe tener su cocinero y cafetero privado. Pero no me parece que un alcalde de un pueblo interiorano se desplace rodeado de un ejército de Robocos. Para qué. Si el pueblo no los ataca. A veces ni les para bolas.
Hay ministros que usted sólo los ve en televisión y en los periódicos. Viven en cápsulas despresurizadas. No andan por esas calles de Dios. De pasadoble. No van nunca al mercado, no llevan sus carros a los autolavados ni se cortan el pelo en las barberías. Da la impresión que todo se lo hacen. O se los llevan a su casa.
De la montaña de artículos escritos sobre Olof Palme, el Primer Ministro de Noruega asesinado en los alrededores de una estación del metro de Oslo, el que más me gusto por la humildad del personaje fue el de un joven venezolano que estudiaba en la capital noruega.
Cito: Todas las tardes, en la estación principal del metro, un señor ya entrado en años me explicaba diligentemente una de las materias más complejas de mis estudios. Era sencillo y muy parco. No hacía alarde de sabio pese a ser un experto en el tema. Así pasaron varios días hasta que una noche viendo televisión me dí cuenta que el señor que me explicaba en el metro era Olof Palme, el Jefe de Gobierno de Norueaga.
- Por qué Ud. no me dijo que era el Presidente de Noruega.
- °No tenía porque hacerlo. Además esa no es la materia del día. Vayamos a lo nuestro y no vuelvas tocar el tema porque no te explico más°.
Vean ustedes la humildad de este político que pese a ser el Mandamás de un país se baja del Olimpo para explicarle una materia a un estudiante venezolano.
A este servidor el Presidente de la Telefónica de España le llevó personalmente a la oficina principal de Madrid cuando le pregunté, a un transeunte que pasaba por el frente de Galerías Preciados - sin saber que era él -, por esa dirección.
- °Venga caballero. Acompáñeme. No me queda otra alternativa que ayudarle°. Me dijo en ese tono orgulloso, pero amable tan característico de los madrileños.
Nunca he visto a ningún Ministro de Chávez haciendo cola en un vuelo comercial. Lo de ello es un avión privado de los panas. O las naves del Gobierno.
El Presidente Chávez debe obligar a su gente de gobierno a pisar tierra y a entrar más en contacto con el pueblo. Tal como lo hace él. Tienen que salirse de la cápusla y pisar tierra.
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