Estudiar la normativa jurídica cultural y trabajar en su legislación, constituyó el estudio de una larga, paciente y metódica labor, la cual iniciamos en la década de los 90, a propósito de la realización del Primer Seminario Nacional sobre Legislación Cultural, los días 26, 27 y 28 de 1990, en el Teatro Teresa Carreño. Uno de los ponentes principales sería el Dr. Edwin Harvey, para entonces consultor jurídico de la UNESCO. Allí comienza una historia de estudio, investigación, creación y constitución de contextos de aprendizaje, todos referidos a la legislación cultural y, luego, a las políticas culturales, así como a otros fundamentales tópicos como lo son: Municipio y Cultura, Cultura Festiva Popular, Cultura Residencial, Celebraciones y Fiestas, Patrimonio Cultural, Políticas Públicas Culturales, entre otros muchos. La investigación cultural pasó a formar parte de nuestro perfil como trabajadores y creadores de la cultura, y particularmente de la cultura popular. Actualmente, celebramos con profusa emoción y compromiso militante que, en nuestra Carta Magna, las culturas populares gozan de atención especial por parte del Estado venezolano, así como la artesanía e industrias populares típicas. Un derecho cultural de indudable alcance revolucionario.
En el campo de la Investigación Cultural hemos trabajado desde el rol de auxiliar de investigación, en la elaboración del Calendario de Manifestaciones Culturales Caraqueñas, a coordinador general de la investigación cultural en el registro y elaboración del Calendario de Manifestaciones Culturales Populares Residenciales del Estado Sucre. Sendos resultados arrojaron tales intrincadas faenas: en Caracas se registraron 2.201 celebraciones populares y en el estado Sucre se identificaron 1.880 manifestaciones populares. Todas inherentes a la Cultura Festiva Residencial Popular. La suma total de los resultados de ambas investigaciones en tales entidades alcanzó no menos de 4 mil fiestas populares. Se registraron 4.081 manifestaciones culturales residenciales, para ser exactos. Esta investigación cultural constituyó la segunda del país, luego que se hiciera la de Caracas, coordinadas por el sociólogo, Dr. Enrique Alí González Ordosgoitti. Del mismo aprendimos todo lo epistemológicamente relacionado con las fiestas, en particular, y la cultura festiva, en general.
Entre tanto, en el campo de la Legislación Cultural hemos elaborado desde textos constitucionales, pasando por leyes culturales, nacionales y estadales, hasta las ordenanzas y otras figuras jurídicas propias de los entes locales, los municipios. Se ha emprendido el análisis de variados y disímiles instrumentos jurídicos: leyes de cultura, de protección y defensa del patrimonio cultural, de fomento de la artesanía, de protección social a los creadores(as) y trabajadores(as) culturales, del derecho de autor y depósito legal, también leyes estadales y ordenanzas sobre producción y creación artesanal, de fomento y desarrollo de las mismas, sobre espectáculos públicos, entes descentralizados culturales y protección a los creadores y creadoras. De igual manera, en comunicación comunitaria, alternativa y popular, tanto en tv como en medios radiales, así como la estaturia de fundaciones, asociaciones y cooperativas culturales. Emprendimos el análisis crítico de la normativa internacional cultural, particularmente la América Latina y del Caribe. Se ha participado en la creación leyes culturales y demás figuras jurídicas de temáticas específicas.
Ante la despiadada crítica de que no éramos abogados, emprendimos los estudios de tal carrera para culminarlos felizmente. De tal manera, que entre el aprendizaje por experiencia y los estudios académicos, así como el estudio y a investigación permanentes, las cartas están echadas. Actualmente somos, sin duda alguna, especialistas en Legislación Cultural con un histórico, público y epistemológico reconocimiento de la comunidad cultural nacional. Somos parte de la cultura popular, en su más amplio sentido, así como abogado especialista en legislación cultural. Somos parte de un histórico y militante compromiso cultural revolucionario.
Desde nuestra condición académica de educadores, hemos participado con conferencias-foros, talleres y cursos en el 50,7 por ciento del total de municipios de Venezuela, los cuales son un total de 335. Por lo menos, en la mitad del escenario cultural municipal, los trabajadores y trabajadoras culturales, han participado en la Cátedra Permanente de Legislación Cultural, la cual ha tenido un carácter itinerante. Temas como Cultura y Constitución, Municipio y Cultura, Cultura Festiva Municipal, Patrimonio Cultural Municipal, Tradición y Cultura Contemporánea, Cultura Residencial Municipal, entre otros muchos temas, han sido parte del contenido programático de conferencias-foros, talleres y cursos en los cuales el país cultural local-municipal ha estado involucrado en el estudio, aprendizaje e investigación permanentes. Constituimos un equipo de investigación cultural, en la capital, parroquia Sucre-Catia, con el médico Nelson Becerra, el presbítero Gustavo Carrillo, religioso salvatoriano y los promotores culturales Miguel Gómez e Iris Jiménez. Coordinado por quien esto escribe.
Un monumental trabajo aportaría el Dr. Harvey a la investigación cultural, y consistió en la ejecución y desarrollo del proyecto de recopilación y ordenamiento de la Legislación Cultural Andina. Tamaña labor se tradujo en un proceso de investigación jurídica y documental que tuvo cuatro fases sucesivas, desarrolladas en lapsos discontinuos de tiempo, entre los años 1978 y 1980. El poderoso resultado: 8 tomos sobre la Legislación Cultural Andina. Trabajo cuya característica esencial es que constituye el único en el mundo.
Resulta ineludible e infinitamente necesario una legislación cultural transformadora, que altera la historia del capitalismo dependiente. Una normativa cultural rebelde y categóricamente insurrecta, que le rompa el espinazo a las leyes burguesas y a todo el aparato de dominación capitalista y permita crear las bases legales-jurídicas de la sociedad cultural socialista. Se requieren y demandan instrumentos jurídicos revolucionarios. Dinamitar las leyes burguesas, hacerlas explotar. Y ello se logra con una legislación que brote y nazca de la participación protagónica de creadores y creadoras culturales, en particular, y del Pueblo, en general, desde una conciencia resueltamente socialista; con el asidero conceptual de Bolívar, el espíritu popular de Zamora y el alma educativa de Simón Rodríguez y con la certeza creadora del socialismo del siglo XXI, propuesto por Hugo Chávez, el Comandante Eterno.
Uno de los ilustres jurisconsultos históricos, Andrés Bello, precisaría: Pocos necesitan que se les demuestre la necesidad de codificar nuestras leyes. Este es un asunto que no admite duda alguna, por poco que se medite sobre la naturaleza y objeto de las leyes, y por poca versación que se tenga en las nuestras y el modo ordinario de aplicarlas. Sin aquel paso preliminar, ni es posible que las leyes sean tan generalmente conocidas, como deben de dejar de convertirse frecuentemente en medios de opresión, que los poderosos saben emplear contra los débiles, y en lazos y trampas, que la codicia y el fraude armara los incautos. Las palabras de este genial, Andrés Bello, expresan, de una u otra manera, que las normas jurídicas tienen implicaciones sociales y políticas en nada subestimables. Emprender el ordenamiento y sistematización de las leyes y figuras jurídicas culturales, a nacional, estatal y municipal, y seguir, sin tregua, su estudio e investigación y de una vez emprender, resueltamente, su promoción, empoderamiento, difusión, análisis y empoderamiento nos podría conducir a crear un ejército de legisladores populares, legisladores culturales impulsen a revolución legislativa cultural de la República. Un proceso revolucionario tiene ineludiblemente que echar por tierra a todas las leyes burguesas y de la dominación para crear una legislación cultural revolucionaria y transformadora. Es necesaria la base jurídica-legal de la sociedad del amor, el fundamento legislativo del nuevo modo de producción. Resulta vital una superestructura cultural revolucionaria. La Sociedad del Amor es la Sociedad Socialista, la utopía culturalmente posible.