¿Serán ideas infundadas o los colombianos siempre se salen con la suya en los asuntos bilaterales? Una hipótesis: nuestros gobernantes (desde la Segunda República para acá) han tenido una malísima buena fe; y la rancia oligarquía neogranadina -que ahora resulta ser amiga nuestra- ha tenido una buenísima mala fe.
Por ejemplo, allá capturan a un peligrosísimo delincuente y se pueden pasar la vida entera prometiendo que van a extraditarlo: "Espéreme tantico", dicen y repiten y, en el ínterin, lo usan para negociar cualquier cosa, desde la cabeza de otro preso hasta la colocación de unos miles de galones de ajiaco bogotano en lata en los anaqueles de Mercal. Nosotros, en cambio, capturamos un sujeto del que ni siquiera estamos seguros si aun es colombiano -ni mucho menos si es terrorista- y lo deportamos ipso facto, con un afán que ni siquiera nuestros nuevos mejores amigos esperaban.
Daños colaterales llaman a los infelices que se atraviesan en un bombardeo inteligente y humanitario. En este caso, el infeliz es Joaquín Pérez Becerra, a quien se le ocurrió aterrizar en Venezuela en el momento menos conveniente. Camarada, venga y le cuento: si hubiese llegado usted hace un año, en tiempos de la última rabieta con el escamoso Uribe, de aquí no se llevan a su merced a menos que hubiese desembarcado la Quinta Flota.
Daño colateral es también la verraquera que se ha armado en el seno del chavismo nacional e internacional con esta deportación express. En los grandes medios públicos no se percibe casi nada (abril debería ser declarado el mes del silencio informativo), pero basta hurgar un poquito en los foros reales y virtuales rojos-rojitos para comprobar que hubo un terremoto con tsunami y ahora hay, a cada rato, una réplica.
Los talibanes dicen, sin anestesia, que el comandante saltó la talanquera binacional. Los más moderados, todavía estupefactos, no cesan de hacerse preguntas: ¿Era mucho pedir una investigación de un par de días? ¿Por qué si es tan terrorista, el gobierno sueco, que es de derecha, no lo había extraditado? ¿Por qué Pérez Becerra pasó por Frankfurt y no lo detuvieron? ¿Cómo es que la Interpol le puso el código rojo cuando el avión estaba sobre el Atlántico?
Yo también tengo mi pregunta: Si Venezuela logra ponerle el código rojo de Interpol a alguno de sus tantos prófugos, justo cuando el sujeto esté por aterrizar en El Dorado, ¿lo mandará el hermanazo Juan Manuel rapidito y sin investigar nada o nombrará una comisión ad hoc de jurisconsultos para que espulguen el Código Penal colombiano y los convenios internacionales en busca de una excusa leguleya? Por aquello de la mala fe -que les ha salido tan buena-, yo apuesto por lo segundo.
clodoher@yahoo.com
Por ejemplo, allá capturan a un peligrosísimo delincuente y se pueden pasar la vida entera prometiendo que van a extraditarlo: "Espéreme tantico", dicen y repiten y, en el ínterin, lo usan para negociar cualquier cosa, desde la cabeza de otro preso hasta la colocación de unos miles de galones de ajiaco bogotano en lata en los anaqueles de Mercal. Nosotros, en cambio, capturamos un sujeto del que ni siquiera estamos seguros si aun es colombiano -ni mucho menos si es terrorista- y lo deportamos ipso facto, con un afán que ni siquiera nuestros nuevos mejores amigos esperaban.
Daños colaterales llaman a los infelices que se atraviesan en un bombardeo inteligente y humanitario. En este caso, el infeliz es Joaquín Pérez Becerra, a quien se le ocurrió aterrizar en Venezuela en el momento menos conveniente. Camarada, venga y le cuento: si hubiese llegado usted hace un año, en tiempos de la última rabieta con el escamoso Uribe, de aquí no se llevan a su merced a menos que hubiese desembarcado la Quinta Flota.
Daño colateral es también la verraquera que se ha armado en el seno del chavismo nacional e internacional con esta deportación express. En los grandes medios públicos no se percibe casi nada (abril debería ser declarado el mes del silencio informativo), pero basta hurgar un poquito en los foros reales y virtuales rojos-rojitos para comprobar que hubo un terremoto con tsunami y ahora hay, a cada rato, una réplica.
Los talibanes dicen, sin anestesia, que el comandante saltó la talanquera binacional. Los más moderados, todavía estupefactos, no cesan de hacerse preguntas: ¿Era mucho pedir una investigación de un par de días? ¿Por qué si es tan terrorista, el gobierno sueco, que es de derecha, no lo había extraditado? ¿Por qué Pérez Becerra pasó por Frankfurt y no lo detuvieron? ¿Cómo es que la Interpol le puso el código rojo cuando el avión estaba sobre el Atlántico?
Yo también tengo mi pregunta: Si Venezuela logra ponerle el código rojo de Interpol a alguno de sus tantos prófugos, justo cuando el sujeto esté por aterrizar en El Dorado, ¿lo mandará el hermanazo Juan Manuel rapidito y sin investigar nada o nombrará una comisión ad hoc de jurisconsultos para que espulguen el Código Penal colombiano y los convenios internacionales en busca de una excusa leguleya? Por aquello de la mala fe -que les ha salido tan buena-, yo apuesto por lo segundo.
clodoher@yahoo.com