Lo digo de una: no vengo acá a defender al gobierno. El sistema tiene muy buenos aparatos para defenderse solo de los señalamientos que justificados o no, han hecho quienes aún no le perdonan que haya entregado a las autoridades colombianas a Joaquín Pérez Becerra, periodista de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL) hecho que como recordamos se cumplió el pasado 25 de abril. No obstante, debido a la resonancia –incluyendo la mundial- y el forcejeo interno que la situación ha desatado en nuestra nación, siento que el caso debe dejarnos a todas y todos algún aprendizaje siendo el de las medidas de seguridad uno de los más importantes. El más importante, tal vez.
¿Acaso la madura Revolución cubana no sigue sometida aún a estas alturas al riesgo que implica la existencia cierta de toda una red antihumana financiada por el imperialismo? ¿Es mentira que esa tenebrosa organización ha dado duros, condenables y brutales golpes a nuestra antilla mayor, siendo uno de los más conocidos el asesinato en plena Habana del turista italiano Fabio Di Celmo el 4 de septiembre de 1997? ¿Acaso esta realidad no ha obligado al valiente pueblo hermano a atomizarse graníticamente para enfrentar con alto grado de respuesta los ataques del enemigo?
Estas preguntas y otras que seguramente puedan plantearse, deben llevar a nuestras organizaciones militantes a plantearse el asunto de la seguridad, la vigilancia y el cuidado con mayor ahínco de ahora en adelante. No quisiera pensar que toda la práctica que con muy buenos resultados se aplicó durante los duros y represivos días de la Cuarta República se hayan olvidado. Cierto es que a la luz de los cambios que vivimos en suelo bolivariano, las condiciones en la materia han cambiado sustancialmente pero hasta allí: aún falta mucho y no se debe bajar la guardia.
Eso que llamamos enemigo y que efectivamente lo es, asecha implacablemente y no desperdiciará ocasión alguna para tratar de hundirnos un zarpazo.
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