Hoy, las balas
asesinas que merodean por el mundo, hollaron lo más sublime, el corazón
de Facundo.
Tenia 14 años, cuando un vecino y amigo me dio la dolorosa noticia: Esta madrugada en accidente de transito, murió el que cantaba “Caña Clara y Tambor”. Días después “El Negro Herrera” comunista de corazón, nos llevó a la casa, como habitualmente lo hacia, su “Tribuna Popular”: En su portada leí “se nos mató el cantor”: Había perdido la vida nuestro gran Alí Primera.
Veintiséis
años después El 9 de Julio del 2011 millones de corazones, millones
de almas de todo el mundo lloramos la partida de uno de los más grandes
trovadores y poeta que nos haya brindado Dios y la vida: Facundo Cabral.
Fue asesinado en Guatemala. Bandidos con armas de alto calibre se ensañaron contra un cuerpo armado de espiritualidad, de vida, de esperanza. ¿Sabrían a quien le disparaban?
Cantó
siempre con humildad, con amor, con humor. Recitaba: “No soy de aquí,
ni soy de allá” Es que pertenecía a todas las naciones en
las que desesperanzadas almas hallaban en su canción el regocijo necesario
para seguir adelante ante las adversidades de la vida.
En estos días
en que la humanidad sufre su más intensa crisis espiritual y de valores;
en la que seres como Cabral son una especie en extinción, es un duro
golpe saber de la trágica desaparición del juglar que animaba la vida.
Facundo, hoy
te imagino lleno de dicha abrazando a Sara, tu madre. Abrazando
a tu hija, a tu esposa, quienes fueron musa e inspiración de tu lucha,
de tu poesía. Abrazándolas fuertemente. Porque correspondiendo a tu
afecto, orgullosas anhelaban el reencuentro, por tu amor, por la hermosa
misión que cumpliste en esta vida. Feliz, seguro estas, junto a la
Madre Teresa, junto a Whitman, junto a Alí.
Hasta siempre
maestro, hasta siempre, Facundo Cabral.