El despido de Yolvik chacón del Fondo cultural del Alba es apenas una muestra más del carácter autoritario y despótico de un gobierno que está actuando en función del rumbo escogido por sus jefes o dirección política, que es el camino del pacto y los negocios con la cúpula de la MUD y directamente de ahí con el capital financiero internacional. Es el encuentro con los Allup, Torrealba… y con Shannon.
Ese rumbo que señalamos, se constata en lo concreto viendo y viviendo la actitud amenazadora constante hacia los trabajadores en general, desde un gobierno que parece estar dispuesto a romper récord Guinness en cinismo, entre otros empeños. No olvidemos que en la famosa reunión del año 2014 en Miraflores, el señor Lorenzo Mendoza propuso una serie de puntos a los autollamados "Hijos de Chávez", donde pueden destacarse cosas como la liberación de precios, la flexibilidad de la ley orgánica del trabajo o una querella muy llamativa hecha por el señor de La Polar, donde dijo que llevar la política al trabajo era una desgracia.
Esto último quiere decir exactamente que aquello de la democracia obrera, el protagonismo de los trabajadores, la posibilidad de ver organizaciones sindicales autónomas del control del Estado, los trabajadores denunciando o criticando los hechos de corrupción, esas eran premisas que había agarrado forma y que ya había llegado el momento de darle una parada de manera sistemática. A lo que la cúpula del PSUV-Gobierno no tuvo grandes problemas en atender y empezar a ejecutar con fervor.
Yolvik Chacón llevaba un año y siete meses trabajando en el Fondo Cultural del Alba (FCA), empresa cuyos fondos los administra el ministerio de la cultura, por tanto el presidente de dicha institución lo designa el ministro de la cultura. En marzo del presente año el ministro Freddy Ñañez nombra a Lenin Bandres Herrera cómo gerente general del FCA, quien a la semana de haber sido nombrado le solicita a Yolvik la renuncia a su trabajo, sin ningún tipo de explicación, sin ningún tipo de evaluación a su desempeño laboral y por consiguiente violando el decreto de inamovilidad e igual la ley orgánica del trabajo.
Desde entonces la persecución y amedrentamiento contra la trabajadora Yolvik fue tarea diaria de la gerencia, pasando por cosas como el maltrato, discriminación debido a sus preferencias sexuales, desmejora de ámbito laboral, hasta llegar al punto de negarle el acceso al edificio del archivo general de la nación, que es donde queda ubicado su lugar de trabajo. Todo esto teniendo cómo gran operador al señor Ciro Medina, quien ejerce de consultor jurídico general de la nombrada empresa.
Es importantísimo insistir y resaltar que para nada esto es un caso aislado. Basta con ver los despidos que se están produciendo de manera arbitraria en el Metro de caracas, en la Televisora Social (TVES), sin hablar de muchísimos otros casos cómo el mío particular de a principio de año cuando fui despedido de la hoy prácticamente quebrada Café Fama de América. Es el desapego total de un gobierno con su base social, que preside alguien quien se llena la boca aludiendo su pasado obrero y en donde también parece existir un ministro del trabajo quien tiene la enorme habilidad de resaltar por lo gris de su papel o responsabilidad.
Mención especial merece la llamada Central Socialista Bolivariana de Trabajadores (CSBT) pero no precisamente por resaltarle, sino porque es digno de reconocerles que hay que tener talento y rigor para ser tan cara de concreto, no solo por el hecho de actuar cual institución más del Estado, sino además para no sentir el más insignificante rubor ante todo lo que está pasando y de ñapa presentarse a hablar a nombre de la clase obrera. Su existencia, señores de la CSBT, ha coincidido con el momento de mayor desconocimiento, vejación y violación de los derechos de los trabajadores venezolanos en los últimos 17 años. Así quedaran para la historia, pero intuyo que eso para ustedes no significa nada.
A Yolvik Chacón le hacemos llegar nuestra total solidaridad y apoyo, desde nuestra condición de clase y desde nuestra convicción de militante revolucionario, y la convocatoria para ella así como a todos los trabajadores en general, es a construir una referencia política nueva. Una referencia donde los trabajadores seamos parte fundamental, donde podamos encontrarnos, construir confianza, entendernos y darnos la oportunidad de escucharnos, organizarnos para la lucha, comprender que los trabajadores tenemos dos enemigos históricos: ¡Uno es la burguesía y el otro es la burocracia!