A propósito del 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, vale la pena hablar de los tipos de violencia que se ejercen en el país, siendo uno de ellos la violencia institucional.
Entendemos la violencia institucional como el uso del poder del Estado para causar daño y reforzar los mecanismos establecidos de dominación. La ausencia de un salario que nos permita vivir dignamente ( Art. 91 de la CRBV) es uno de esos mecanismos sin duda alguna. Para nadie es un secreto que la mujer lleva la peor parte de la crisis, tiene que buscar cómo resolver la comida diaria de su casa, la atención de la familia que incluye además la educación, salud, vestido y recreación y muchas veces sola.
Por eso, se puede decir que las mujeres trabajadoras son doblemente violentadas, reciben la violencia de su pareja, de conocidos, familiares, amigos y la institucional al trabajar por salarios que no les alcanza ni para cubrir su consulta ginecológica, no pueden garantizar una adecuada salud sexual y reproductiva y tienen muchas veces que sacrificarse para que sus hijos puedan alimentarse.
Es una violencia sistemática a la que estamos sometidas las mujeres, en las instituciones si algo hay que sacrificar es a la mujer, si necesitan despedir a alguien son las primeras en la lista por ser madres y pedir permiso si los niños se enferman, si hay reunión en el colegio o si hay algún acto al que se les tenga que acompañar, siempre es la mujer la que pide permiso.
Según los registros de la ONG Utopix, al menos 142 mujeres han sido asesinadas entre enero y septiembre de 2024 y generalmente a manos de personas que pertenecen a su círculo cercano, esto significa que cada 46 horas una mujer muere como consecuencia de la violencia machista. Muchos de estos casos se quedan sin respuesta, quedan como problemas de pareja y sin atención por parte de las autoridades, otra muestra de la violencia institucional.
Es necesario levantar la voz contra todo tipo de violencia, no solo contra la violencia física que muchas veces termina en asesinato, contra el hostigamiento, la amenaza, la violencia psicológica, económica y la institucional. Las mujeres no podemos seguir cargando con el peso de la crisis.
Hay que exigir un salario que permita como mujeres trabajadoras poder cubrir nuestras necesidades y la de nuestros hijos e hijas, hay que exigir políticas públicas que aseguren el acceso a la justicia, a la salud y más importante tenemos que unirnos para luchar por estos derechos que tenemos como mujeres.
Y hay que pedir que ni una más sea maltratada, asesinada, abusada, no podemos tener miedo de andar en la calle y de cómo vestimos, una mujer no puede ser culpabilizada por ser abusada, no es tu culpa, no es mi culpa y no estamos solas, nos tenemos la una a la otra.
Hay que educar en prevención de violencia, en los tipos de violencia y en las distintas formas en las que podemos violentar a otros y otras, enseñemos a los niños y niñas sobre estos temas, no normalicemos la violencia.
Que cada 25 de noviembre y cada día recordemos que nada justifica el maltrato venga de donde venga, que somos mujeres pero también somos trabajadoras y eso merece ser bien remunerado, todo trabajo tiene que ser bien remunerado y permitir que podamos cubrir la cesta básica que incluye alimentación, salud, educación, vivienda y hasta recreación.