La libertad es un estado individual de desempeño consciente. Es el pensamiento hecho acción. Es poder colectivo de construcción. La libertad de un pueblo radica en su propia definición como elemento complejo de convivencia social en su dimensión geográfica, cultural e histórica. No hay nada más frágil que la significación de libertad otorgada por una hegemonía sostenida desde un poder y cuando desde ese poder, se busca o se quiere quebrantar la idea libertaria intrínseca de un pueblo.
La sociedad venezolana trastocada como está, por conceptos enclavados en la modernidad, peligra como pueblo; al ser confundida con traducciones perniciosas del concepto libertad. La avalancha cultural mediática comprendida como fijadora de modelos sociales ha conllevado a la confusión poblacional hasta tal punto, que la ciudadanía se ha enclavado en el estereotipado como dogma o paradigma en formas de vida asumidas y que luego resultan en estadísticas negativas con respecto a los valores; familia, cultura, ecología, historia social y la propia libertad.
La revuelta política social aparecida en el siglo XXI en Venezuela con el arribo del chavismo al poder político, dio al traste con planes hegemónicos culturales exógenos que resultarían en desarraigo. Esto inauguró como consecuencia, nuevas formas de conversación social, nuevos elementos discursivos, entre ellos; el de la libertad nacional, la soberanía entendida como derecho patrio innegociable ante la realidad de la globalización y la falsa libertad neoliberal en el mundo, entre otros. Vivimos todo un suceso que abarca nuevos actores políticos y de comunicación que abrazaron el sentimiento de las mayorías desplazadas socialmente en nuestro país Venezuela.
Hoy somos testigos históricos de como el desarrollo mediático en telecomunicaciones se planta como nuevo artilugio de esclavitud cuasi virtual distorsionando conceptos o visiones vitales en el desarrollo humano de las mayorías en convivencia. Los medios de comunicación en general mantienen seducidos al público con contenido chatarra (no nutren el conocimiento) alejándolo de las reacciones naturales de supervivencia tanto intelectuales como físicas, ante, agresiones ecológicas a la cultura, al lenguaje, a la historia, a la idiosincrasia, a los símbolos nacionales etc. Los cambios de denominación y conceptos también han abarcado la libertad.
Como efectos negativos de los neo-dogmas comunicacionales en Venezuela, los medios de comunicación, han construido políticos mediocres, por ejemplo y entre otras cosas. Personajes salidos de las empresas, de mercadeos políticos, de jugarretas económicas, de extorciones, en fin lideres virtuales que no lucharan por figurar, si no que compraran un curul político pujando desde los medios. Su oferta engañosa es la libertad dentro de un sofisma. Una libertad tuitera, de cartelera, de convención, de publicidad, una libertad esclavista. Ofrecen sin complejos y atapuzados de convicción la libertad de usar cualquier marca de vestido por ejemplo. También pregonan la lucha por la libertad de comer lo que te guste. Así podemos ver a la libertad como concepto estúpido ante un no menos estúpido comportamiento social. A estos ejemplos conductuales los medios de comunicación y sus soldados mediáticos lo harán parecer una cuestión de vida o muerte.
En esta lucha mediática por ser y que libres, el vender dólares a cualquier precio y arruinar al país es un paradigma político de libertad. La libertad de especular y jugar con el hambre de un pueblo es luchar por la libre empresa. Se vende la idea de lucha de la libertad cuando impides el paso a otros ciudadanos ir con libertad a sus trabajos, a la escuela, al hospital amenazándolos y vejándolos en una barricada de la guarimba mortal organizada. Los políticos mediocres mercadean la libertad como vender un champú, o un caramelo, o vender una novela en televisión, o promover un restaurant de parrillas de lujo. Lo peor es que la estupidez venezolana se sienta a ver esos comerciales creyendo en una salvación que solo son letras en una pantalla y ni siquiera se explica de que vamos a ser salvados.
Luchar para derrocar la dictadura (también virtual) es obligar a cerrar establecimientos comerciales amenazando de muerte a sus dueños y empleados. Luchar por la libertad según los tuiteros asesinos es implantar un toque de queda en avenidas y calles de las ciudades y dejar sin transporte y movilización a las personas más vulnerables de la sociedad. Luchar por la libertad es mandar a quemar vivo a quien parezca chavista (perfil creado desde los medios a simpatizantes y militantes chavistas que han ganado casi una veintena de elecciones en dieciocho años de democracia). Luchar por la libertad en los medios de comunicación privados en Venezuela es cometer crímenes ecológicos; ya casi llega al millón la cantidad de especies vegetales cortados o anulados para construir barricadas a lo largo y ancho del país.
Luchar por la libertad según personeros mediáticos en la red social en este lindo país, es lanzar mierd…. a los funcionarios de la seguridad ciudadana. Es quemar guarderías infantiles, es quemar instituciones de los poderes públicos (coartar el derecho de recibir atención institucional al pueblo). Coartar la libertad de viajar en el transporte público quemando sus unidades es luchar por la libertad, según la farándula drogada de los twitter. En fin muchas atrocidades están cometiendo los delincuentes convidados desde los medios de comunicación y redes sociales. Millares de estúpidos seguidores de las redes se ilusionan y babean con los contenidos perniciosos y falsos que los jeques mediáticos cuelgan o publican en el espacio radioeléctrico venezolano, mercadeándolos para sus propósitos nefastos a la libertad.
La libertad es uno de los valores humanos más grande que Dios nos regaló. Llevémosla a nuestra consciencia en su verdadera definición y en su justa dimensión. La libertad no es una publicidad. Tampoco una lotería. No es un twitter, ni una payasada con delirios de grandeza escrito en un mensaje. La libertad es tan seria y grandiosa que no cabe en 140 caracteres, su espacio o templo idóneo es el corazón de cada venezolano. Nadie vende libertad, su precio no tiene cifras. La libertad también es la lucha diaria en paz, con armonía social, con solidaridad y dentro de la norma. Cuando el ser humano alcanza la verdadera amplitud del concepto de libertad; logra ser la obra perfecta del arquitecto del mundo.
El mercadeo 2.0, en los medios miserables de comunicación y en voces publicistas políticas de la libertad, no están haciendo sino desvirtuar los valores humanos de vida en la propia libertad. Quieren robotizar a una población (sobre todo joven) para emplearlos y pelear en una lucha espiritual contra el orden, la justicia, la democracia, la convivencia y hacer creer que la libertad es un puñado de superfluos que logras con dinero, fama, y un teléfono celular de última generación. No debemos comprar la libertad, ese sueño se logra trabajando desde el corazón y mirándola en el corazón de los demás, cuidando también que no se la arrebatemos a otros, sobre todo, en un momento de locura mediática.