Leyendo la respuesta que Reinaldo Silva da al satánico cargado de un inmenso odio visceral, observo que el camarada comete un error: No son "turbas chavistas", son las "turbas maduritas", así es como siempre se ha referido a nosotros los revolucionarios chavistas que apoyamos al presidente Maduro, este ególatra, que se jacta de ser uno de los columnistas más leídos de esta pagina y que al parecer siente un placer orgásmico diciéndolo pues a cada rato lo repite.
El termino "madurismo" es otro invento de la oposición, e incluso, de esa izquierda de cafetín que se autodenominan como los verdaderos y más puros chavistas, con el único fin de negarle a Nicolás Maduro su fidelidad al pensamiento chavista y buscar divisiones dentro del proceso revolucionario. Pero en el caso que toca al personaje antes citado, este lo utiliza para salpicar con sus escatológica frases a esa masa de venezolanos que seguimos a nuestro líder y presidente profundamente chavista, que en reiteradas ocasiones ha dicho que eso de madurismo no existe, que lo único que existe en este proceso revolucionario es el chavismo.
Pero.. ¿Por qué de tanto odio visceral de este individuo?. Él mismo en uno de sus escritos declaró que Elías Jaua lo había expulsado del MPPE. Lo que no explicó fue por que lo sacaron de la misión Sucre, donde simplemente pertenecía a una camada de profesores infiltrados para hacerle daño a esa misión, creada por el presidente Hugo Chávez. Esos profesores maltrataban a todo aquel alumno que se declarara chavista y hasta les negaban sus notas. Si lo dudan lean esta perla: ¿Qué pasa con la Misión Sucre?
Lo cumbre del asunto es que el susodicho se la pasa victimizándose a costa de unos defectos físicos que tiene, que lamentamos como humanos que somos y no le deseamos a nadie, pero que tampoco es patente de corso para denigrar de los demás, a la vez que se vanagloria de sus títulos académicos, que al parecer no le sirvieron para aprender a respetar al prójimo y no estar con un ventilador prendido echándole todo el estiércol de sus escritos a quienes no comulguen con su manera de pensar y estén identificados con este proceso revolucionario, haciendo luego el papel de victima. Verdugo no pide clemencia.
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