La verdad es que hubiese preferido que el Presidente no firmara los "indultos" a muchos de los "políticos presos", con lo cual me ha quedado la misma sensación de injusticia e impunidad que sentí después del golpe a Chávez en el 2002. Especialmente considerando los casos de aquellos presos que estuvieron directamente vinculados a las protestas violentas que enlutaron a muchas familias venezolanas.

Pero siendo realista, creo que hay que valorar esta medida en el complejo entramado político en el que el imperio y sus secuaces, después del asesinato de Chávez (2013) y con la llegada de Maduro a Miraflores, han colocado al país.

La decisión del Presidente, que ciertamente ha recibido duras críticas del chavismo, plantea un reacomodo en la política y un nuevo marco en el que el gobierno apuesta a debilitar a sectores de la ultraderecha política que han dirigido la oposición siguiendo al dedillo un guión teledirigido de la Casa Blanca.

Nadie debe olvidar el contexto de la terrible crisis en el que nos encontramos sumergidos y el papel que dentro de ésta tienen las sanciones económicas y financieras impuestas por EE UU, pero avaladas y promovidas por esa dirigencia política opositora que apuesta a desplazar al chavismo del poder a cualquier precio.

Desde la Orden Ejecutiva de Obama (2015), EE UU han venido imponiendo progresivamente sanciones como política sostenida de hostigamiento y cerco contra el gobierno primero y después contra todo un país.

Si bien en el año 2017, la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) permitió detener la espiral de violencia desestabilizadora impulsada por extremistas radicales teledirigidos desde Washington, en el años 2019 agudizada la crisis con las sanciones impusieron la figura de un "presidente interino" y prácticamente resquebrajaron la institucionalidad, amparándose en el manejo poder legislativo a su antojo y con el mandato expreso de Trump de desplazar a Nicolás Maduro gobierno. Todo ello con el concierto de países latinoamericanos y europeos que le sirven a los bastardos intereses imperiales.

Así con el indulto de estos "políticos presos" el gobierno de Maduro además de golpear a los sectores radicales que se niegan a reconocer la legimitidad del gobierno y a participar en la elecciones previstas para diciembre, favorece el clima de distensión y acercamiento a factores opositores que sí están dispuestos a incorporarse a la contienda electoral y a comprometerse a desmarcarse del intervencionismo injerencista que promueven desde los EE UU.

La materia pendiente que le sigue quedando al gobierno es la de la economía, porque si bien el escenario electoral decembrino parece que terminará favoreciendo a Nicolás Maduro y su gobierno, la crisis económica que vive el pueblo se agudiza a medida que pasan los días.

Indudablemente que en diciembre ganará la abstención, pero para el gobierno nacional mientras el PSUV alcance la "pírrica victoria" que pronostica Néstor Francia es ganancia, elegir una nueva Asamblea donde comiencen a participar factores opositores menos influenciados por la política intervencionista estadounidense es indudablemente una ganancia para el país todo.

Nadie puede ser ingenuo y suponer que el imperio se cruzará de brazos y que no persistirá en su empeño de acabar el chavismo, por cualquier medio.

Grandes desafíos le espera a la dirigencia del gobierno, pero más grande el desafío de los "revolucionarios", especialmente a quienes han creído que para hacer la revolución basta con gobernar.

Maduro con estas jugadas políticas está demostrando que su política pragmática de mantenerse en el poder es exitosa, basta preguntarse ¿cuán lejos se pone el horizonte del socialismo que Chávez prometió y por el que mucha gente sigue apostando por el gobierno de Nicolás Maduro?, ¿cuánto tiempo más logrará resistir el pueblo chavista los duros embates de los enemigos cuando la propuesta original parece difuminada?.