Para nadie son un secreto los guisos que desde hace mucho ocurren en la República. Al día de hoy el caso de Lácteos Los Andes puede parecer emblemático. Unos dirán que es el mejor ejemplo de la degeneración del chavismo y una demostración palpable del fracaso del socialismo y que el “régimen” está hundido y llegando a su fin. Otros dirán que es una demostración incontrovertible de la voluntad del Presidente de enfrentar la corrupción caiga quien caiga. Los más continuarán indiferentes al tener claro que no es el primero ni será el último caso de corrupción en un país con un largo historial en la materia.
Ahora que el diálogo está a la orden del día, cuando comienzan a aparecer señales ciertas de que los extremos se tocan, un caso más de corrupción no será causa de desvelos para quienes son profesionales de la política. Menos considerando que muchos de los que pujan por no quedarse fuera del diálogo, lucen como ladrones de cuatro suelas a los ojos de las mayorías.
Pero es importante que nadie se distraiga, ya hay fecha de elecciones y aunque la campaña oficialmente arranca en octubre, ya sabemos que hay sectores opositores encampañados desde principios de año y la campaña de Miraflores no cesa nunca.
Decir que el caso Lácteos Los Andes es una demostración irrefutable de la corrupción de los militares en el gobierno es lo mismo que decir que sólo los civiles en funciones de gobierno garantizan la pureza y la honestidad en el manejo de los recursos públicos. Falacias por donde se les vea.
Decir que Lácteos Los Andes demuestra que todos los que cumplen funciones en el gobierno de Maduro actúan como el coronel Piligra, es equivalente a decir que todos los que han apoyado a Guaidó y sus guisos, en funciones de gobierno serían desfalcadores del erario público.
Para nadie es un secreto que cuando una sociedad entra en crisis uno de los referentes que se resquebraja son la ética y la moral. Si bien la corrupción no comienza con la gran crisis que vivimos actualmente, es comprensible que los casos de corrupción, mayor y menor, proliferen en nuestros días.
Concluyo con esta idea, el capitalismo es por naturaleza corrupto y corruptor. Si consideramos que en Venezuela el único modelo imperante ha sido el capitalista, incluso en los memorables tiempos de Chávez, como no entender que los guisos, las coimas, las vueltas, los negocios, los rebusques, los resuelves, etc., después de 20 años se sobreponen a cualquier intento de cambio de nuestra sociedad.
Pero que nadie se distraiga, ya falta poco para la negociación definitiva, que nadie se olvide de ir viendo nombres para la elección, ya el “régimen” está dando señales claras de que la mesa está servida y aún hay comensales que no se sientan. Bienvenidos al banquete, en la mesa caben todos. El pueblo, a cierta distancia observa el festín, no es invitado. Bueno sí, a votar el 21N.
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