Los palestinos hablan el lenguaje de la violencia que Israel les enseñó

El tiroteo indiscriminado de israelíes por parte de Hamás y otras organizaciones de la resistencia palestina, el secuestro de civiles, la descarga de cohetes hacia Israel, los ataques con drones contra una variedad de objetivos –desde tanques hasta nidos de ametralladoras automatizadas– son el lenguaje que se le conoce al ocupante israelí. Israel ha hablado a los palestinos con este lenguaje sangriento desde que las milicias sionistas ocuparon más del 78% de la Palestina histórica, destruyeron unas 530 aldeas y pueblos palestinos y asesinaron a unos 15.000 palestinos en más de 70 masacres. Alrededor de 750.000 palestinos sufrieron una limpieza étnica entre 1947 y 1949 para permitir la creación del Estado de Israel en 1948.

La respuesta de Israel a esta incursión armada será un ataque genocida a Gaza. Matará a docenas de palestinos por cada israelí muerto. Cientos de palestinos ya han muerto a consecuencia de los ataques aéreos israelíes desde el inicio de la operación Tormenta de Al-Aqsa el sábado por la mañana, que dejó 700 israelíes muertos.

El primer ministro Netanyahu advirtió el domingo a los palestinos de Gaza que tenían que "huir ya", porque Israel va a "reducir a escombros los escondites de Hamás". ¿Pero adónde se suponen que pueden huir los palestinos de Gaza? Israel y Egipto tienen bloqueadas las fronteras terrestres y no hay salida por mar o por aire, controlados ambos por Israel.

Las represalias colectivas contra inocentes es una táctica familiar de los gobiernos coloniales. Estados Unidos la utilizó contra los nativos americanos y posteriormente en Filipinas y en Vietnam. Los alemanes la emplearon contra los herero y los namaqua en Namibia. Los británicos en Kenia y Malasia. Los nazis la usaron en las zonas que ocuparon en la Unión Soviética y Europa Oriental y Central. Israel sigue el mismo manual: muerte por muerte, atrocidad por atrocidad. Pero es siempre el ocupante quien inicia la macabra danza y cambia montones de cadáveres por mayores montones de cadáveres.

Aquí no se trata de defender los crímenes de guerra de ningún lado. Ni de regodearse con los ataques. He presenciado suficiente violencia en los territorios ocupados por Israel, donde cubrí el conflicto durante varios años, para detestarla. Pero ese es el desenlace conocido de todos los proyectos coloniales. Los regímenes implantados y mantenidos por la violencia engendran violencia: la guerra haitiana de liberación, la rebelión del Mau Mau en Kenia, el Congreso Nacional Africano en Sudáfrica. Estos levantamientos no siempre triunfan, pero siguen patrones similares. Los palestinos, como todos los pueblos colonizados, tienen el derecho a la resistencia armada según el Derecho Internacional.

Israel nunca tuvo interés en una solución equitativa con los palestinos. Construyó un Estado de apartheid y ha ido acaparando cada vez mayores extensiones de tierra palestina en una campaña de limpieza étnica a cámara lenta. En 2007 convirtió Gaza en la mayor prisión al aire libre del mundo.

¿¿Qué esperan Israel o la comunidad internacional?? ¿Cómo puedes encerrar durante 16 años a 2,3 millones de personas en Gaza, la mitad de ellas desempleadas, uno de los lugares con mayor densidad de población del planeta, reducir la vida de sus residentes, la mitad de los cuales son niños, a un nivel de subsistencia, privarles de suministros médicos básicos, comida, agua y electricidad, utilizar aviones de combate, artillería, unidades mecanizadas, misiles, cañones navales y unidades de infantería para masacrar aleatoriamente a civiles desarmados y no esperar una respuesta violenta? Israel está llevando a cabo oleadas de ataques aéreos contra Gaza, prepara una invasión terrestre y ha cortado el suministro eléctrico a la Franja, que normalmente sólo funciona entre dos y cuatro horas al día.

Muchos de los luchadores de la resistencia que se infiltraron en Israel sabían sin lugar a dudas que acabarían muertos. Pero al igual que otros luchadores de la resistencia en otras guerras de liberación decidieron que si no podían escoger la manera de vivir, al menos escogerían la manera de morir.

Yo era amigo íntimo de Alina Margolis-Edelman, que formó parte de la resistencia armada en el levantamiento del gueto de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial. Su marido, Marek Edelman, fue el subcomandante del levantamiento y el único líder que sobrevivió a la guerra. Los nazis habían encerrado a 400.000 judíos polacos en el gueto de Varsovia. Los judíos atrapados murieron por miles, de hambre, enfermedades y violencia indiscriminada. Cuando los nazis empezaron a transportar a los judíos restantes a los campos de exterminio, los combatientes de la resistencia se defendieron. Ninguno esperaba sobrevivir.

Tras la guerra, Edelman condenó el sionismo como ideología racista utilizada para justificar el robo de tierras palestinas. Se puso del lado de los palestinos, apoyó su resistencia armada y se reunió frecuentemente con dirigentes palestinos. Arremetió contra la apropiación del Holocausto por parte de Israel para justificar su represión del pueblo palestino. Mientras Israel se deleitaba con la mitología del levantamiento del gueto, trataba como un paria al único líder superviviente del levantamiento, que se negó a abandonar Polonia. Edelman comprendió que la lección del Holocausto y del levantamiento del gueto no era que los judíos fueran moralmente superiores o víctimas eternas. La Historia, decía Edelman, pertenece a todos. Los oprimidos, incluidos los palestinos, tienen derecho a luchar por la igualdad, la dignidad y la libertad.

«Ser judío significa estar siempre con los oprimidos y nunca con los opresores», decía Edelman.

El levantamiento del gueto de Varsovia ha inspirado durante mucho tiempo a los palestinos. Representantes de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) acostumbraban a colocar una corona de flores en la conmemoración anual del levantamiento que se realizaba en Polonia, en el Monumento al Gueto.

Cuanta más violencia ejerce el colonizador para someter al ocupado, más se transforma en un monstruo. El actual gobierno de Israel está poblado por extremistas judíos, sionistas exaltados y fanáticos religiosos que están desmantelando la democracia israelí y pidiendo la expulsión o el asesinato en masa de los palestinos, incluidos los que viven dentro de Israel.

El filósofo israelí Yeshayahu Leibowitz, a quien Isiah Berlin llamó "la conciencia de Israel", advirtió de que si Israel no separaba Iglesia y Estado engendraría un rabinato corrupto que deformaría el judaísmo hasta convertirlo en una secta fascista.

"El nacionalismo religioso es a la religión lo que el Nacionalsocialismo fue al socialismo", decía Leibowitz, que falleció en 1994.

Él predijo que "los árabes serían los trabajadores y los judíos los administradores, inspectores, funcionarios y policía, especialmente la policía secreta. Un Estado que gobierne sobre una población hostil de un millón y medio o dos millones de extranjeros tendría que convertirse necesariamente en un Estado policial, con todo lo que eso implica para la educación, la libre expresión y las instituciones democráticas. La corrupción que impera en todo régimen colonial prevalecería también en el Estado de Israel. La administración tendría que suprimir la insurgencia árabe por un lado y adquirir colaboracionistas árabes por el otro. También hay buenas razones para temer que las fuerzas de defensa de Israel, que hasta ahora eran un ejército del pueblo, degenerarían al convertirse en un ejército de ocupación, y sus comandantes, que se habrían convertido en gobernadores militares, se parecerían a sus colegas de otras naciones".

Leibowitz preveía que la ocupación prolongada de Palestina generaría inevitablemente "campos de concentración".

"Israel –afirmaba– no merecería existir, y no valdrá la pena salvaguardarlo».

La próxima etapa de esta lucha será una campaña israelí de matanzas a gran escala en Gaza, que ya ha comenzado. Israel está convencido de que mayores niveles de violencia aplastarán finalmente las aspiraciones palestinas. Israel se equivoca. El terror que Israel inflige es el terror que obtendrá.

Traducción por Rebelión.org



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