Transexuales se pronuncian ante la discriminación en Pakistán

Estos transexuales  fueron víctimas de la intolerancia y los prejuicios en Pakistán

Estos transexuales fueron víctimas de la intolerancia y los prejuicios en Pakistán

Credito: Web

Junio 13 de 2016.- - En un mercado del distrito de Mehmoodabad en
Karachi, Bindiya Rana, de 35 años, comienza su jornada de trabajo como
vendedora de ropa. Para ella y para muchos de los habitantes de una de las
zonas más pobres de la austral ciudad portuaria de Pakistán, la
supervivencia es una lucha diaria.

De complexión fuerte, con el pelo teñido y muy maquillada, las dificultades
que Rana y otras como ella padecen son mucho mayores que las de la mayoría.
Integrante de la comunidad transgénero o hijra, el estigma social y la
discriminación la convierten en una paria en la conservadora sociedad
paquistaní. Aunque no existen cifras oficiales sobre el número preciso de
personas trans en Pakistán - o del tercer género, como se conocen en este
país de 200 millones de habitantes - se calcula que existen entre 80.000 y
500.000.

De una familia de clase media baja, Rana tomó conciencia de su identidad en
la infancia. En público se vestía como un varón, pero sola en su dormitorio
se ponía ropa de niña y lápiz labial. Tras fugarse de su casa durante dos
meses, sus padres gradualmente llegaron a aceptar su identidad.
La mayoría no tiene tanta suerte. Rechazadas por sus familias, muchas no
tienen más remedio que unirse a las comunidades hijra, que son sumamente
unidas y están dirigidas por lideresas que asumen el papel de guardianas y
les ofrecen protección.

Pocas terminaron la educación formal, por lo que sus oportunidades de empleo
son limitadas. Muchas tienen que soportar el ridículo y bailan en la calle o
en bodas para ganarse la vida, o simplemente recurren a la mendicidad. Otras
se dedican al trabajo sexual, aunque tienen escasa educación sobre el sexo
seguro y los peligros del VIH.

Vulnerables ante el abuso físico y verbal, también tienen que soportar la
humillación a la que las someten la policía, los médicos en los hospitales y
los funcionarios públicos, se queja Rana. Las denuncias de palizas y otras
formas de violencia contra ellas son habituales.

El 25 de mayo, una persona trans llamada Alisha ingresó a un hospital de
Peshawar, en la noroccidental provincia de Jiber Pajtunjwa, con heridas de
bala y murió porque, según se alega, el personal demoró en atenderla cuando
otros pacientes se quejaron por su presencia y los médicos discutían si le
correspondía estar en la sala de hombres o de mujeres.
 

Fue el quinto caso de violencia contra personas transgénero denunciado en la
provincia en lo que va del año.

"A la luz de la actitud apática y su justificación por las autoridades del
hospital, no sería descabellado concluir que en Pakistán impera una forma
aberrante de mentalidad del apartheid por la que las personas trans provocan
tal desprecio que a su vidas no se les da ni un ápice de valor", denunció un
editorial

<http://dailytimes.com.pk/editorial/29-May-16/the-story-of-alisha-wake-up-pa
kistan> del diario Daily Times.

Las hijras batallaron durante muchos años para ser aceptadas como ciudadanas
con igualdad de derechos ante la Constitución. En 2012, una decisión
histórica de la Corte Suprema decretó que se les emitieran documentos
nacionales de identidad, con lo cual, por primera vez, se reconocía
oficialmente su existencia como un tercer género.

"Estábamos en la gloria", comentó Rana sobre la decisión que les concedía
los mismos derechos que a los demás ciudadanos, como el voto, la propiedad y
la herencia.

Sin embargo, la Autoridad Nacional de Base de Datos y Registros, encargada
de expedir las tarjetas de identidad a través del Ministerio del Interior,
en un principio demoró la implementación de la medida y solicitó que las
personas interesadas se sometieran primero a exámenes médicos humillantes.
"Salimos a las calles en protesta y logramos revertir la decisión", explicó
Rana.

Sin embargo, más de cuatro años después, muchas de ellas aún carecen de la
tarjeta de identidad. Uno de los principales obstáculos es que estas solo
pueden expedirse a quienes tienen padres biológicos o que fueron adoptadas
oficialmente con la debida documentación.

Eso resulta imposible para las trans que fueron expulsadas por sus familias
o simplemente no saben nada de ellas, por haberse unido a las comunidades
hijra siendo muy jóvenes.

Las autoridades no tomaron medida alguna para remediar la situación, lo que
significa que muchas aún están privadas de sus derechos civiles, así como de
la inscripción en el Programa Benazir de Apoyo al Ingreso y el Programa
Nacional de Salud, ambos gratuitos.

Otros intentos de mejorar la situación de las hijras mediante políticas de
empleo y otras oportunidades también resultaron insuficientes, mal
remunerados e incluso inadecuados. La oficina regional de Hacienda en
Karachi decidió emplear mujeres trans para el cobro de deudas, con el fin de
que bailaran frente a las casas de los deudores y así, mediante la vergüenza
social, los obligaran a pagar. "Era muy humillante para nosotras", observó Rana.

A pesar de los avances, Rana se queja de la falta de apoyo y las actitudes
hostiles. Una de las cinco candidatas trans en las elecciones generales de
mayo de 2013, la primera vez en la historia del país en que se pudieron
postular, ella perdió como candidata independiente para integrar la
Asamblea Provincial de Sindh.
"En vez de apoyarme, la gente se burlaba de mí de todas las maneras
posibles", subrayó.

Decidida a mejorar la situación de las hijras de Karachi, fundó su propia
organización no gubernamental en 2009, llamada Alianza de Género Interactiva
de Pakistán, dedicada a brindar vivienda, empleo, formación vocacional
básica e incluso un servicio de atención telefónica.

"Somos las personas olvidadas, pero lucharé por la igualdad hasta el final",
aseguró.

Traducido por Álvaro Queiruga



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