A lo mejor, eso es común y no le faltaría razón, alguien al leer este título diga "zapatero a tus zapatos". Pero es algo como por demás evidente, para lo que no se requiere mucha perspicacia y que vengo comentando por años con un amigo que comparte la misma idea, quien me dijo, "pero escríbelo, no te falta fundamente, habrá quien eso lea y lo comparta" y, como decía Kotepa Delgado, "Escribe que algo queda".
Pero para ser respetuoso con el lector, diré que los jugadores al fútbol al estilo de Salomón Rondón, esas como momias, que poco aportan al arte individual y colectivo que es practicar ese deporte, sino que hacen las veces de esos oportunistas que nada aportan sino esperan lo que les caiga a los pies, nunca han sido de mi gusto. Son como aquellos que no subían al árbol y tampoco usaban una vara para tumbar los frutos, sino solo esperaban abajo que algo les cayese a los pies y mejor si en las manos. El fútbol no es solo meter goles, es un arte en el cual para ganarse el respeto y la admiración de la gente, hay que ser muy creativos, participativos y presentes.
Acabo de leer unas declaraciones del ex entrenador y seleccionador nacional, gloria de nuestro fútbol, Richard Páez, en las cuales, palabras más o menos expresa, "la Vinotinto no nos representa", y agrega "le falta irreverencia".
Para hablar de fútbol, de toros o de béisbol, no es necesario haber practicado intensamente esas actividades; es suficiente conocer algo, lo que se logra leyendo sobre el tema, habiéndolo practicado aunque sea un poco y sobre todo, haber visto bastante, con espíritu y visión crítica.
Soy uno de los tantos seres humanos que ha visto bastante futbol y le observo en detalles; sigo al balón y a quienes lo trasladan y cómo son estos capaces de desprenderse de él, sometidos al asedio contrario, entregándolo con arte y habilidad al compañero pertinente, mientras con rapidez buscan colocación en correspondencia con el ritmo. Puedo percatarme del rol importante o deficiente que desempeña cada jugador. Sé bien de esos jugadores que meten pocos goles, pero suelen desempeñar un rol destacado en la concreción de la jugada y jugadas finales, pese el público generalmente mira y aplaude a quien ejecutó el último movimiento. Sé de esos jugadores como "El Pibe" Valderrama, de poca velocidad para desplazarse pero extraordinario talento para disparar el balón con fuerza al sitio preciso aunque la distancia sea grande. Muchos goleadores colombianos hábiles en la delantera, capaces de decidir con rapidez e inteligencia, fueron beneficiados por aquellos disparos precisos y veloces de "El Pibe", desde larga distancia mientras era acosado por sus marcadores.
El fútbol es un deporte muy dinámico, los cambios de tácticas y estrategias, que empiezan en el diseño de las alineaciones, son demasiado frecuentes. También, por la exigencia de esa dinámica, los buenos futbolistas son aquellos capaces de adaptarse a esos cambios.
Cuando se habla de los mejores jugadores del mundo, es frecuente hallar una lista de 10, generalmente aparece Edson Arantes Do Nacimento (Pele) de primero en ella.
No me cuesta mucho admitir esa selección, pero cuando hablo de eso con amigos que conocen del asunto, suelo hacer mis observaciones.
Si nos tomamos el trabajo de revisar las alineaciones en la cuales habitualmente jugó Pele, aquello con 5 atacantes, observaremos que el excelente jugador brasileño, jugando lo que entonces se llamaba centro delantero, siempre tenía a ambos lados, derecha e izquierda, jugadores de bastante nivel, incluso en algunos casos, tanto como él. Es decir, aparecía en medio de una maquinaria muy eficiente, armónica y aceitada, donde su particular talento contribuía a los resultados de su equipo, bien fuese "El Santos" brasileño o la selección nacional de su país.
Cuando el equipo brasileño se lanzaba al ataque se podía percibir una máquina armónica, bien afinada en movimiento, donde cada quien desempeñaba su rol con clara conciencia, orden y habilidad. Eran aquellas figuras igual de talentosas y hábiles, por supuesto, dentro de ellas, Pelé jugó un rol muy destacado.
Pero si miramos hacia Maradona y hasta Messi, el escenario no es el mismo. La técnica de juego es totalmente diferente, como que ahora suelen poner un sólo hombre en punta, que tenga la habilidad de recibir jugadas desde atrás y resolver con eficiencia en medio de la defensa contraria. Y hay jugadores como Messi o Maradona, que jugando un poco más atrás, tienen el talento y la habilidad de orquestar al equipo y poner a quienes les acompañan a ayudarle a decidir en los momentos cruciales. Crean juego, reciben balones, los entregan con arte, alta precisión y hacen posible que equipos modestos alcancen un alto rendimiento, como lo logró Maradona con las selecciones argentinas y el equipo napolitano. Arman juego, distribuyen balones, buscan los espacios adecuados para volver a recibir y, con demasiada frecuencia, terminan metiendo el balón en la red.
En la selección venezolana, pese lo que digan otros, hay muy buenos jugadores. Lo que observo es que los directores técnicos parecieran obedecer a un guión que les fue elaborado, sobre todo desde la ausencia de Juan Arango. Y ese guión pasa por la vieja concepción de tener un hombre como súper poderoso en punta, para quien todos los demás trabajan. Y esto es lo que halagan de Rondón, sin importar la razón, su fortaleza física y estatura, las adecuadas para estar en punta esperando balones; eso que en mi tiempo llamaban "cazando güiros"; pero esto no es suficiente; hacen falta muchas cosas más.
Ya es como un cuento repetido que, hombres de gran manejo del balón, capacidad para armar juego colectivo y empujar el ataque como Soteldo, Rómulo Otero y hasta Machis, entran ya cuando estamos en los finales del juego y se tiene la certeza de perder. Mientras tanto, toda la esperanza o el destino de los dados se pone en lo que pueda resolver adelante Rondón, por su fuerza corporal, capacidad para patear sólo con fuerza, pero escaso talento o habilidad para desmarcarse, manejar el balón y el juego todo.
Los partidarios de Rondón hablan de números, de goles anotados, pero pasan por alto los relativos al de juegos en los cuales ha participado los 90 minutos y la incalculable cantidad de balones que le han puesto entre las piernas, con escasa defensa por delante y no anota porque le falta talento y habilidad o magia para resolver, todo depende de su fuerza. Generalmente termina en perder el balón siendo enfrentado por el primer defensor que se le acerca o en disparar inadecuadamente.
Tampoco hablan sus fanáticos de su poca habilidad para retener balones, vadear defensas o repartir juego de manera acertada, mientras busca una mejor colocación. Si comparamos el número de minutos que Salomón Rondón juega, con la poca cantidad de veces que toca el balón, pese los jugadores se centran en buscarle por orden de la dirección técnica, veremos un enorme desbalance. Esto sin tomar en cuenta que no es capaz de mantener el control de un balón, más allá de eludir la marca de apenas uno o dos jugadores y menos es competente para en el momento preciso tener claridad mental y equilibrio corporal para entregar el balón, a alguno de sus compañeros con éxito. Generalmente termina haciendo lanzamientos sin control ni orden alguno, muy lejos del arco y menos de los espacios donde debería hacerlo. Aunque la mayoría de las veces los defensores le escamotean el balón con mucha facilidad.
Dado mi escasa autoridad para hablar de futbol, pongo el siguiente enlace, donde precisamente se habla de Rondón, particularmente por su participación en el juego con Colombia, que no es sino la misma rutina que cumple desde hace años en la selección nacional, donde parece un ánima sola, no porque sus compañeros no le ven, que si lo hacen, por lo que todo balón va dirigido a él, sino como a éste, el balón le ignora y le atraviesa como si fuese una simple sombra.
Es más, observo a Rondón, como si le faltase fuerza mental para dedicarse al juego; nunca competente para recuperar un balón sino en estado de desgano esperando se lo pongan en los pies para perderlo de manera inmediata. Quienes manejan las estadísticas podrían dar números relacionados con la participación del personaje de marras en la recuperación de balones, con los recibidos y los perdidos por el mismo, por su falta de pericia para conservarlo o habilidad para entregarlo.
Cuando veo a Rondón desplazarse con excesiva lentitud, como con flojera, estado depresivo, a mí aquello se me pega y supongo que eso pudiera transmitirse a los demás jugadores.
El juego de Rondón y los técnicos responsables parece más viejo que "María Castaña", como decimos los cumaneses. Es uno, donde el hombre en punta, allá en solitario, espera que alguien le ponga el balón en un punto donde sólo tenga por delante al portero y aun así, son más las veces que falla cuando dispara hasta sin el balance necesario. Sin señalar que el contrario sabiendo del simplismo del sistema de juego, siempre se cuida tener alguien marcándole, uno solo basta, para impedir que logre anotar.
Y él vaga, la mayor de las veces en solitario, como caballo viejo, cansado, aún en los tiempos de mucho menor edad, esperando que Dios le ponga el balón en los pies y sólo ante el portero y éste, de paso, hasta mal colocado, para "reventar la red"; y entonces se mete el dedo gordo en la boca y levanta el puño a manera de celebración. Y eso sucede después de mil intentos parecidos terminados en fracaso.
Y los técnicos de los últimos años, unos cuantos extranjeros, desde aquel tiempo cuando a Chita San Vicente le hicieron como una cayapa para destruirlo, siguen en la misma formación, con Salomón en punta y él, nada responsable de aquello, vaga por el terreno; de vez en cuando se tropieza con el balón y hasta, un año por la cuaresma, se lo halla allí en el suelo tranquilo, con sólo el portero por delante y toda la fuerza guardada en ese momento la desata y el balón entra en la red.
En Cumaná, cuando yo era muchacho, ante la rutina de alguien, solíamos decir "¡cambia papá!"