Para recalentar la calle de cara a las elecciones

Latifundio y propiedad privada: punta de lanza de la conspiración


De los cuarenta y nueve decretos que firmara el Presidente Hugo Chávez en el año 2001, con fuerza de Ley, no ha habido alguno que haya causado más polémica y controversia que la Ley de Tierras.

Cuando sale esta ley el señor José Luis Betancourt, para aquel entonces presidente de Confagan, con la prepotencia que le es característica, con esa soberbia de aquellos que se creen dueños de vidas y haciendas, rompe la Gaceta Oficial frente a todos los medios masivos de comunicación, tanto televisivos como escritos. A partir de esta Ley, se inician en el país, cualquier cantidad de desestabilizaciones, paros, golpe de estado, terrorismo y el sabotaje más cruel y desgarrador que se le hiciera a la industria petrolera y con ella a la patria toda.

El latifundio es una figura que se inicia con la conquista de este Continente a la llegada del Almirante Cristóbal Colón quien por Bulas Pontificias, otorgadas por el Papa a los Reyes Católicos de España, dio inicio al más gigantesco genocidio de la historia, no sólo sin cargo de conciencia alguna sino con la venia de Dios, ya que estos “salvajes” serían iniciados a la fe cristiana, suficiente como para que debieran considerarse eternamente agradecidos. Luego, sobrevino la repartición de las célebres encomiendas, donde se hicieron de todas las tierras de los conquistados.

El Cardenal Vincenzo Giocacchino Pecci, tras un cónclave de tres días es electo como Papa y asume el nombre de León XIII. Lo cierto es que el nuevo Papa, fue una sorpresa para todos, pues más de uno habría sugerido la idea de que el suyo sería un pontificado breve, pero reinó ¡durante casi veintiséis años! y cual rugido de león haría resonar más de una vez la firme voz de la Iglesia en todo el mundo, esa voz tantas veces ausente que en ocasiones recuerdan su origen, la voz que con singular energía deberia alzarse en defensa de sus hijos, especialmente cuando se maltrata y desprecia a los más débiles e indefensos.

En este sentido. Su Santidad León XIII ha llegado a ser conocido como el primer Papa de las encíclicas. La más importante de sus encíclicas, sin duda, es la conocida con el nombre de Rerum novarum y fue promulgada el 15 de mayo de 1891, en ella manifiesta que la posesión de la tierra no es exclusiva ni inenajenable. Con esta encíclica se iniciaba una nueva etapa de la Doctrina Social de la Iglesia que de ninguna manera desconoce sino que, todo lo contrario, hunde sus raíces en el Evangelio mismo, así como en el pensamiento y la acción social inspirándose en las enseñanzas evangélicas del Maestro

El Papa León XIII fue uno, acaso de los primeros en el ámbito de la Iglesia, en declarar que la propiedad privada no es exclusiva y comienza a luchar contra el latifundio. Es decir que desde 1891 un Representante de la Iglesia Católica Apóstolica y Romana, insospechable de marxismo o izquierdismo, se pronuncia a favor de los “sin voz”. Además advertía claramente de los peligros que traerían para el mismo hombre las nuevas concepciones políticas, sociales y económicas que no tomaban en cuenta a la persona humana y que, además, evadían sus responsabilidades sociales por su marcada tendencia individualista. La creciente pobreza y explotación del hombre por el hombre –en el campo del trabajo- hizo necesario este llamamiento universal, que en nombre de Dios y con hondo clamor humano defendiese a aquellos más pobres, los eternamente invisibles. Más tarde Pío XII hablería también sobre la tenencia de la tierra y los llamados terratenientes.

El Estado Venezolano, siendo un Estado democrático, social y participativo, de derecho y de justicia social según reza en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, de 1999, aprobada en referendo y votada mayoritariamente por el pueblo venezolano se acoge a los mandatos en ella contenidos y comienza a aplicar las leyes en concordancia con los mandatos de la Constitución. Existe en Venezuela más de dos millones de hectáreas en manos de latifundistas, que aunque poseyeran títulos probatorios de la propiedad de la tierra, otorgados cuando la colonia, estos fueron derogados por el Libertador Simón Bolívar por decreto en el año 1821 permaneciendo vigente hasta nuestros días. Sencillamente los terratenientes debieron poner a derecho la titularidad de sus tierras y esto ser conformado por la República de Venezuela, cosa que la inmensa mayoría de estos terratenientes no hizo.

Durante el grosero bipartidismo, agresivo y depredador, se inició una reforma agraria pero esta no cumplía los objetivos para los cuales se había concebido, ya que al campesino se le otorgaba la tierra, pero la tierra para ser trabajada necesita, además de mano de obra, instrucción, conocimiento de la calidad de la tierra para el fruto que vaya a sembrarse así como maquinarias y semillas y aquellos quienes fueron beneficiados con el programa, cansados de la “dulce espera” del otorgamiento de créditos para suplir estas necesidades, las vendían y se venían a la Gran Caracas en busca de mejores condiciones de vida.

Lo que el Presidente Chávez ha hecho no ha sido expropiaciones de tierra pues no hay dueños de tierras. Estas han sido personas que con un alto índice de poder económico “fueron alargando las cercas”, haciéndose de inmensas extensiones de tierra tal qué, de hecho, hay latifundistas con más tierras que cualquier país de Europa para dar un ejemplo del atropello y violación de las Leyes de la República.

Hay que saber diferenciar entre latifundista y terrateniente. El latifundista es aquel que posee grandes extensiones de tierras y las mantiene ociosas, improductivas o en lenguaje coloquial “para engordarlas” y elevar el valor de las mismas. El terrateniente es aquel que posee tierras y las mantiene productivas, generando los alimentos y productos que el país necesita para su soberanía alimentaria.

El Presidente Chávez ha creado la figura del “chaz” que por emblemático ha sido el que mayor despliegue televisivo e impreso ha tenido, al crear una suerte de trato civilizado y consciente en el cual el latifundista es respetado en todos sus derechos. En el hato La Marqueseña, los medios generaron pánico y terror en los círculos de las clases medias y altas, jugando con la mentira, sabiendo ellos que la idea no es confiscar a nadie habiendo sido expresado en todas las exposiciones que el Presidente ha hecho.

En la República Bolivariana de Venezuela no habrá un comunismo despojador de bienes. Sí nos encaminamos hacia EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI, proveyendo a los campesinos de las tierras que les corresponden para trabajarlas. Ningún gobierno ha democratizado más el derecho de propiedad privada que el de Hugo Chávez al multiplicar por cientos de miles este derecho entre quienes nunca tuvieron nada. Expropiación sí hay y habrá, pero de fábricas y empresas abandonadas con el sólo propósito del derrocamiento del Presidente Chávez, electo libérrimamente en elecciones universales y secretas, reelegido con el mayor porcentaje que presidente alguno haya obtenido.

Todos estos mecanismos sobre el otorgamiento de tierras, entrega de fábricas e industrias a los trabajadores se hace bajo un control exhaustivo. No se quiere un país totalitario, se está construyendo un país de iguales. Elevando la calidad de vida de cada uno de los venezolanos y substanciando el mejoramiento socioeconómico y cultural, con sus diferentes etnias indígenas y afrodescendientes.

...Finalmente, y evocando las palabras del Libertador Simón Bolívar en su Carta de Jamaica: ¡No somos indios, no somos negros, no somos europeos, somos una raza diferente...!




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María Antonieta Guevara Rengel


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