Convencionalmente y desde la apertura de la banca moderna, los usuarios o clientes de estas empresas financieras tienen acceso a los libros del banco sólo y solamente para así conocer del movimiento personal de sus depósitos y retiros.
Sin embargo, desde el mismo momento cuando los clientes depositan alguna suma de dinero, la banca asume el control unilateral de esos fondos personales al punto de que su destino, utilización, negociación, aseguramiento y el mantenerlo a la orden de dichos clientes pasan a ser un asiento contable tan virtual como lo es el Petro, salvo que a este lo respaldan las propias riquezas de las que cada cliente venezolano es copropietario. No así la banca que respalda a sus clientes entre sí mismos o con ellos mismos, y en una aciaga hora puede insolventarse irremediablemente.
En Venezuela experimentamos esa posibilidad que se hizo real y los banqueros se esfumaron con todo el dinero; hoy andan libres por el mundo, y el Estado, incapaz como ahora para aplicarles sanciones a los adinerados-por re o por fa causas-terminó acreditándoles a los clientes con sus propios fondos presupuestarios[1] el robo masivo que practicaron los del Banco Latino y afines.
El peligro del mal uso que esos ardides financieros, consumados a espaldas de los usuarios y clientes de la banca, dado el secreto financiero contable de esos patrimonios, ya no acompañarán a la nueva moneda (EL PETRO) ya que siempre el respaldo de este serán las riquezas naturales que en propiedad colectiva pertenece a todos y todas sin riesgo alguno de que un equipo financiero haga de las suyas con el dinero ajeno de sus clientes y/o los del Presupuesto Nacional.
El control del destino, uso y movimientos de sus Petros lo tiene usted y sólo usted decide sobre sus movimientos mercantiles en las oficinas virtuales de las que usted y sólo usted tiene llaves para acceder cuando le venga en gana según el peso de su libérrimo albedrío.
[1] Los fondos presupuestarios del Fisco Nacional son un patrimonio de todos los venezolanos; los gobernantes de turno sólo son sus administradores en los que el pueblo ha confiado siempre. De manera que también ese Presupuesto es una garantía fiduciaria porque todo depende de la buena y sana o mala y morbosa administración de políticos y testaferros (contratistas favoritos, comerciantes en general). Porque una cosa es clara, la Constitución da derechos a los comerciantes para la especulación y el robo comercial, aunque los estatutos y condiciones de los registros públicos digan lo contrario. Como se trata de robos masivos, la incompetencia oficial salta a la vista. Lo hemos visto y seguimos viendo.