Según una noticia de última hora, el gobierno se propone repartir entre estudiantes de familias de bajos recursos económicos un total de 480 mil piezas de uniformes y 2 millones de útiles escolares.
Ese plan oficial, es más o menos el mismo de los tiempos de la IV República, populista y lleno de buenas intenciones. De allí no pasa. Como director de escuela básica que fui, sé bien que gobiernos anteriores eso también hicieron. Pero es evidente que hoy, por las razones que sean, el lector puede explicar el panorama a su gusto, no afectaría lo que plantearé, la cifra de "familias de bajos recursos", es porcentualmente superior con creces a la del pasado. Es verdad que antes la franja de pobres era grande, pero había también una amplia clase media compuesta por trabajadores de distintas áreas, incluyendo profesionales, que fue casi pulverizada. Porque ese es un rasgo sustancial de lo que ha sucedido en Venezuela, se puesto énfasis en igualar por debajo, como reducir los ingresos de una amplísima gama de trabajadores, hasta ponerles a todos, indistintamente de lo que hayan hecho y sean, al mismo nivel del que antes era más bajo, mientras hacia arriba, importante capa de ciudadanos, entre los cuales están empresarios, comerciantes, inversionistas, hasta bachaqueros de toda índole y mucho enchufado viven disfrutando de altos ingresos y todas las comodidades posibles. Es decir, la cifra de familias de "muy bajos recursos" se amplió y amplía sin límites ni descanso.
Días atrás, un prestigioso diario internacional publicó un reportaje acerca de la bonanza como viven en unas pocas zonas residenciales alrededores de Lechería, aquí en Anzoátegui, mientras en el resto se expande la pobreza. Ese cuadro, pese lo que mucha gente crea, no es muy diferente al de cualquier ciudad de América Latina, sólo que curiosamente entre nosotros el lenguaje oficial lo llama socialismo, mientras la misma gente que así procede, por años, lo había usado y lo usa para denunciar las desigualdades del capitalismo en el mundo y particularmente en nuestro continente. Porque la verdad verdadera es que vivimos en un capitalismo perverso, aunque como dije antes, se pudiera explicar de distintas maneras, al gusto de quien elabore su discurso.
Pero ahora nos invade una realidad novedosa. Algunos espacios, sobre todo esos donde vive la clase media a la que hice mención arriba, pulverizada por lo que aquí ha acontecido, parecen fantasmagóricos, llenos de viviendas más o menos llamativas, pero ya empezando a destruirse, que antes quienes allí viven pudieron construir, ahora con unos ingresos tan miserables que ya hasta parecen también fantasmas. Son espacios que hablan de un pasado que fue y de una realidad de ahora que a quienes gobiernan les cuesta entender y aceptar, quizás por aquello del complejo de culpa y por los viejos odios cultivados en el cobertor de atrás.
El reporte monetario de última hora, calcula el salario mínimo mensual que es de 40 mil bolívares en unos 2. 13 dólares – cálculo no fundamentado en el "dólar criminal" sino en el oficial -, de donde uno puede concluir que el ingreso de un educador dependiente del MPPE del más alto nivel, con título universitario, hasta post grado y unos cuantos años de servicio, es de unos 13 ó 14 dólares mensuales. De aquí que este sector o universo y otros cuantos más del mismo nivel forman parte de las familias "vulnerables" y de muy "bajos recursos" que el gobierno no contabiliza, pues es por demás conocido que hacia allá sigue viendo con los mismos lentes del pasado. Algo así como mirar con un binóculo pero al revés y, hasta peor, "con unos lentes de cuero e´ cochino con los pelos pa´ adentro", como decimos los cumaneses.
Quienes manejan lo del Clap, cuyas tablas de cálculo son las mismas del genial personaje que como en la oscuridad "planifica" todo esto que acontece en el ámbito de la responsabilidad gubernamental, definen de cuajo, con la típica actitud del burócrata, a toda familia que viva en una de esas urbanizaciones que fueron de "clase media", donde predominan profesionales de 13 y 14 dólares mensuales, como "no vulnerable". Lo que en el cursi, estereotipado y hasta cruel lenguaje del burócrata, significa que está en la bonanza y no necesita el Clap. Son familias como la mía, donde faltando más de una semana para cobrar la quincena sólo disponemos de unos pocos bolívares y en la nevera no hay ni agua fría, porque en Barcelona llevamos más de una semana sin recibir el "vital líquido" por las tuberías y comprar un botellón de agua potable se nos ha vuelto un lujo. Pero no sé bien, para ser ajustado, si ellos eso piensan de buena fe, deseándonos lo mejor del mundo, pues eso abunda entre mucha gente, por burócratas o viejos odios amantados en la oscuridad del pasado. Lo que en todo caso hablaría muy mal de su cultura, nivel informativo y competencia para gobernar.
A quienes planifican no se les puede perdonar esos simplismos y hasta muy malos cálculos, como no se puede perdonar a un cirujano dejar de cumplir simples procedimientos, como la de revisar para no dejar dentro del vientre del paciente los instrumentos de los cuales hizo uso. Pues quien planifica debe saber de manera bastante aproximada los ingresos de las familias de esas urbanizaciones a las que me refiero, como que sólo una minoría simple e insignificante, pudiera estar por encima. Es imperdonable que calculen al revés, como que sólo una minoría microscópica es de bajo recursos. Y aún siendo así, deberían atender, en sus programas a quienes de ellos necesiten y dejar los odios en el cesto de la basura.
Las cifras mencionadas con respecto a la entrega de útiles escolares pareciera obedecer a los mismos cálculos e inadecuada apreciación de la realidad venezolana de ahora, pues un profesional de esos que mantiene hijos, pero por distintos motivos vive en una de las zonas residenciales de clase media a las que me he referido, ese mismo de 13 ó 14 dólares de ingreso mensual, no dispone para comprarles los útiles escolares.
Si estamos en "socialismo", como dice mucha gente del gobierno, confundiendo esas prácticas nada novedosas, porque adecos y copeyanos no fueron ajenos a ellas, unas veces menos y otras más, inherentes a aquella propuesta de sistema social, con más razón deberían atender a todas las familias. Pero la verdad es que estamos en una sociedad capitalista y muy salvaje y cruel, donde el universo de pobres y hasta miserables se ha ampliado y nada hace el gobierno, procediendo como el avestruz, lo de ocultar la cabeza en un hueco para borrar la realidad, porque de esa manera nada consigue, ni siquiera engañar a quienes pudieran desear les diesen alguna pequeña tabla de la cual asirse.
Pero también es verdad que los ortodoxos tienen sus vainas. Hicieron sus diagnósticos hace años, con ellos juzgan y marcan sus rumbos. No se toman el trabajo de cerciorarse cómo amaneció el día, pues parten de la idea que uno es exactamente igual al otro. Uno pudiera decir, de manera simple, menos mal que no son médicos, quienes deben seiguir el evolucionar del paciente para saber día a día como anda y tratarle cómo debe ser. Pero quien planifica y dirige, juzgando sin el proceder del médico, puede hacer mucho daño, hasta causar genocidio. Como el piloto de un avión bombardero que debe dejar caer uno de sus proyectiles en una zona deshabitada para intimidar, se vale de un viejo mapa, de años atrás, de una zona antes desolada, pero en ese momento, cuando el debe dejar caer su mortífera carga, es asiento de una inmensa zona urbana.