El petróleo no se produce, al menos los seres humanos con su inteligencia y su tecnología no lo pueden producir. El petróleo se extrae de la naturaleza, al igual que muchos minerales, sin embargo, para el caso del petróleo, puro en la naturaleza, basta con depositarlo en un tanque por un tiempo muy corto para separarlo del agua y ya, se vende crudo. Producir alimentos es otra cosa, pues hay que preparar la tierra, sembrar, cuidar y cosechar para obtener la materia prima, que luego, según el caso, tendrá su procesamiento.
No comprender, verdaderamente comprender, estos conceptos tan simples, son la causa del síndrome holandés que nos mantuvo drogados durante 80 años y que ahora nos confunde, pues la rehabilitación devuelve la conciencia luego del delirio.
Todos necesitamos dólares, yo necesito de esa moneda porque aspiro comprar bienes tecnológicos y posiblemente viajar a otros países, por placer o por necesidad, es una realidad la dolarización planetaria y, como me ha comentado en varias oportunidades un amigo y colega, esa dolarización producto de la guerra solo se podrá revertir con otra guerra, Dios no lo quiera. Debemos, como venezolanos y como latinoamericanos, buscar una salida que no sea esa, para que esta dolarización no nos elimine las repúblicas.
Todos necesitamos dólares para algo, pero no necesitamos dólares para todo. Sencillo. En Venezuela, al contrario de lo que muchos asumen como un axioma, la mayoría de los productos que consumimos no necesitan inversiones permanentes en dólares. De seguro se requiere una inversión inicial, y tal vez eventual, pero no permanente ni cíclica. La fábrica se monta una vez, luego produce. Pienso, luego existo.
Los dólares en Latinoamérica entran mayoritariamente a través de los gobiernos, pues los grandes medios de producción de los países latinoamericanos pertenecen a los gobiernos, reto a que usted, amigo lector, a que lo investigue y corrobore. De verdad no intente refutarme con nimiedades, siéntese frente a la PC y use Wikipedia, con eso basta. Bueno, basta de provocaciones y al tema.
Las hiperinflaciones ocurridas en Latinoamérica han tenido una sola causa: el culto al dólar. Importar cualquier cosa con dólares baratos, atesorar dólares por seguridad o enviar remesas a familiares en otras latitudes son las desviaciones que nunca mencionan los sesudos analistas.
Cuando cualquiera de los gobiernos de países latinoamericanos intenta cerrar la válvula del dólar-ducto, intentando priorizar el pago de deudas reales (deudas internacionales o externa), el dólar es visto como una presa en la cacería, y se desata la locura.
Un ejemplo obligado de revisar es el caso Brasil de los años 90. La caída del precio del petróleo a mediados de los años ochenta, más la crisis política que nunca falta, produjo la hiperinflación. Todos querían dólares y el gobierno de Brasil no tenía suficientes para pagar la deuda y para satisfacer a sus habitantes, más fácil de explicar imposible.
Para solucionar la dramática situación, en 1994, el gobierno de Brasil estableció un patrón monetario llamado "Unidad Real de Valor" (URV) con un valor atado a la cotización del dólar. Esto traducido a un lenguaje entendible para mí y todo aquel que no tenga idea de lo que es la economía como oficio, es: el gobierno obligó a que todas las contabilidades, contratos, tarifas, precios y salarios se hicieran en URV, haciéndose responsable de su conversión a dólares en el caso de ser necesario, ósea, el gobierno puso su cabeza como garantía. A eso se le llama capitalismo, pero también es una imposición semidictatorial, pues quien no lo hiciese simplemente debía irse del país. Es el bien para todos o no lo es para nadie, y eso es socialismo, aunque usted no lo crea. Brasil logro salir del atolladero económico gracias a un gobierno que impuso su moneda. Por supuesto que no solucionó el drama social, ese es otra parte de la historia.
Nota: para quienes no han leído anteriores opiniones mías, estoy convencido que socialismo y capitalismo no son ni antónimos ni mutuamente excluyentes. El capitalismo es un sistema financiero y el socialismo es un gobierno para todos, sea de derecha o de izquierda. El socialismo es el contrato social para vivir juntos y con metas comunes. No es ni bueno ni malo, es inevitable.
Otro caso de obligatoria revisión es Argentina. Un país con 45 millones de habitantes, gran productor de alimentos y con un interesante desarrollo industrial y tecnológico. Padece la necesidad casi cíclica de recurrir a préstamos. Se dice que la deuda externa de Argentina es impagable, la devaluación del peso es algo crónico y muchos sectores han llegado el extremo de repudiar al peso y clamar por la dolarización.
Buscar opiniones de especialistas que expliquen el desangramiento de la Argentina es navegar en cuatro causas extra políticas: 1) por ser un país de inmigrantes, es una fuente de divisas para el exterior. 2) la mayoría de lo que exporta va al Brasil, y el Brasil es autosustentable. 3) Las empresas argentinas trabajan en pesos, pero atesoran dólares. 4) el Dólar entra gracias a préstamos que hace el gobierno, y no por la tributación del aparato productivo.
El problema es muy sencillo de entender si se reconoce la existencia de una cultura de atesorar dólares. La gente está dispuesta a pagar lo que sea para tenerlos. Dólares que salgan a las calles de Buenos Aires serán cazados por la población (ricos, pobres, empresarios y hasta poetas) hasta exterminarlos.
El caso de México es muy interesante. Tiene una deuda externa bien importante, pero su PIB es altísimo por ser un país petrolero con oleoductos directos hasta los EEU, además recibe grandes cantidades de dólares por remesas de familiares, por lo tanto, la gente percibe dólares sin comprárselos al gobierno.
El caso colombiano es tan peligroso de explicar, que me limito a decir que hay exportación y "para- exportación". La primera entrega divisas al tesoro nacional y la segunda a otros, y en efectivo. Además, hay millones de colombianos regados por el mundo y las remesas son importantes.
El caso venezolano es eminentemente político. La enfermedad causada por el petróleo la conocemos de sobra. Debemos 160 mil millones de dólares, pero recibíamos anualmente 460 mil millones hasta hace 6 años. Hoy, debido al enfrentamiento ideológico con los EEUU y la conspiración interna de los niños malcriados, recibimos menos de 80 mil millones, por lo tanto, la situación actual pareciera espeluznante, pero para sorpresa de los malvados, el pueblo ha sabido aguantar y resolver.
La sobrevaloración de dólar en Venezuela no obedece a ningún cálculo. Simplemente un grupo de organizaciones con nombres muy extraños exacerban la avaricia y la codicia humana para estimular la necesidad de dólares en la población. Crearon portales y cuentas de redes sociales publicando el precio del dólar transado en las calles de Cúcuta. Si quiere llorar un poco lea bbc.com/mundo/noticias/2014/01/140122_venezuela_economia_dolar_paralelo_dp.
En ningún momento la emisión extra de bolívares ha sido mayor a lo necesario para sobrevivir a esta conspiración. Es falso el argumento que repiten muchos diciendo que la devaluación del bolívar es debido a la cantidad adicional de bolívares emitidos, pues con facilidad se demuestra con solo dos argumentos: 1) la sobrevaloración del dólar antecede, en meses, a la reacción del gobierno de Venezuela para emitir bolívares nuevos. Es lógica elemental, si el evento "a" ocurre primero que el evento "b", el evento "b" es consecuencia del evento "a". 2) El dólar es sobrevalorado en 400% semanas antes que el gobierno anuncie un incremento del salario en 200%, ese es el orden de magnitud de los cambios económicos.
La extorsión aplicada sobre el pueblo de Venezuela para que se le revele al gobierno, la conspiración de haber creado un gobierno interino, el robo de la empresa CITGO y la impotencia del gobierno verdadero de Venezuela de ofrecer dólares a la población ha obligado a aceptar una dolarización semioficial, al punto que el Banco Central de Venezuela reconoce la tasa de cambio de los portales y cuentas conspiradoras en redes sociales para, en el caso de que la situación se revierta milagrosamente, la tasa de cambio quede apareada con la tasa obedecida por la gente, el llamado "dólar página".
Por supuesto que la solución a la inflación y a la hiperinflación pasa por producir más alimentos para la población y más productos de exportación, eso lo dicen todos, es verdad, pero eso no es suficiente. Otra medicina necesaria y urgente para que la producción sea solución es obligar a la población a respetar la moneda doméstica. En el caso venezolano, al bolívar.
"Ahorrar en dólares" es un espejismo. Es un sueño individual convertido en moda, jamás se podrá concretar, pues al convertir al dólar en una mercancía cara o muy cara, los precios de las cosas se indexan al precio sobrevalorado del dólar y la gente termina utilizando los dólares que compran para comprar lo que necesita a diario, quedándose sin ahorros en ningún tipo de moneda.
Con pesos, los colombianos pueden volver a ser una referencia agrícola de alimentos para el soma y no para la psiquis; con pesos, los argentinos volverán a ser el granero del mundo y vanguardia tecnológica en Latinoamérica; con reales, los brasileños serán la potencia emergente que tanto necesita el mundo; con pesos, los mexicanos seguirán siendo el escudo latinoamericano contra la transculturización. Con bolívares los venezolanos preservaremos el liderazgo moral y capitán que nos identifica.
La confianza, un concepto tan inespecífico que matemáticamente representa la posibilidad de equivocación. La falta de confianza no puede seguir siendo la excusa para que los especuladores, y en Venezuela los conspiradores, destruyan la república, pues no destruyen la moneda, destruyen el amor a la nacionalidad. Puede usted encontrar expresiones de menosprecio a las monedas locales en Argentina o en Venezuela. Un bolívar de hoy cuesta 0,00000035 dólares, y de un plumazo se podría crear una conversión 1 a 1, pero también de un plumazo los conspiradores, porque no especulan pues ni venden ni compran, con las redes sociales volverán a distanciar la paridad cambiaria si no existe la necesidad de usar o acumular bolívares. No es un asunto de confianza en la moneda o en las capacidades del país o en el gobierno de turno, es una conspiración contra el Estado Nacional, es una forma de neo coloniaje con cipayos cibernéticos, es una conspiración contra la confianza en nosotros mismos.
En Venezuela no podemos esperar a que la gente recupere la confianza, pues el problema no es un asunto económico. Hay que causar la necesidad del uso y el atesoramiento del bolívar, cosa que jamás se logrará si se permite el intercambio de bienes y servicios comunes y elementales en una moneda extranjera. Solo con bolívares debemos comprar los alimentos que producimos en nuestra tierra. Facturar alimentos en dólares es causa y consecuencia del problema.
Circunstancialmente aceptamos el precio de la gasolina en dólares, pero, esa medida debe ser transitoria, pues una vez se recupere y se hagan los cambios que se deban hacer para recuperar la producción de gasolina y demás derivados del petróleo, debemos exportar gasolina, aceites y demás combustibles; de ser posible en bolívares. Si, tal cual lo lee, exportar en bolívares, no es ninguna locura ni ningún sueño nacionalista, es una lógica económica.