Una jugada peligrosa la del BCV con el dólar

En una reciente entrevista televisiva, el presidente de la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional afirmó que el Estado sigue siento el generador del 95% de las divisas que ingresan al país y en consecuencia, es el Estado quien aporta la mayoría de las divisas que se transan en las mesas de cambio semanalmente. Ante la pregunta del periodista que si se podía llamar mercado a las transacciones de divisas donde prácticamente el único oferente es el Estado, el diputado respondió que sí es un mercado y que el Estado debe colocar las divisas para dinamizar la economía, por lo que esas divisas van al impulso de la producción.

No tenemos razones para dudar de las afirmaciones del presidente de la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional, es natural que él maneje información fidedigna. Siendo así, nuestro análisis debe partir, entonces, de dos premisas, a saber: 1) que es el Estado el que coloca la gran mayoría de las divisas que se transan en las mesas de cambio y 2) que esas divisas se venden para el impulso de la producción y crecimiento de la economía nacional.

El Banco Central de Venezuela sabe a quién se le vende cada dólar que se oferta en las mesas de cambio, y en teoría, debería saber qué van a hacer con esos dólares; porque se supone que los dólares del Estado, como dijo el diputado, deben estar destinados a la producción y crecimiento de la economía. En ese sentido, los destinatarios de las divisas que coloca el BCV en las mesas de cambio, deben ser importadores, productores y distribuidores. Tomando en cuenta que el mercado venezolano no es, ni remotamente, una mercado de competencia perfecta donde existen muchos oferentes y demandantes, sino que ha sido y es un mercado oligopolizado y monopolizado, quienes dominan la oferta de bienes y servicios, entonces las divisas que actualmente oferta el Estado son absorbidas por esos oligopolios y monopolios, quienes no se ven afectados por el precio del dólar paralelo, ya que ellos reciben siempre dólares al precio ofertado por el Estado. Aquí, permítanme hacer un inciso que colocaré en el párrafo siguiente.

Cuando un bien es escaso y alguien tiene el dominio de la mayoría de ese bien, es ese alguien quien impone el precio de ese bien en el mercado. Si el 95% de los dólares que ingresan en el mercado venezolano los genera el Estado venezolano, entonces es éste el que impone el precio.

Quienes reciben las divisas colocadas por el BCV en el mercado cambiario no ven afectadas sus estructuras de costos por los valores arbitrarios que publican las páginas del dólar paralelo, por lo cual esa no debe ser la causa del incremento de precios de los productos y servicios que ofertan. En ese sentido, el Estado debe ser vigilante y controlar que esos dólares que se colocan en las mesas de cambio, cumplan la finalidad para la cual se ofertan, que no es otra que el impulso de la economía o al menos el mantenimiento de los niveles de precios.

Vemos inaudito que si la mayor cantidad de divisas ofertadas en las mesas de cambio, provienen del Estado, no sea éste quién coloque el precio. Es aquí donde creemos que está la jugada peligrosa del BCV. El Banco Central de Venezuela, al ser fiel creyente de que el dinero genera inflación (aunque ya sobra experiencia empírica de que no es así), tiene varios años ejecutando una política de reducción de la liquidez en bolívares y una de las maneras que utiliza para recoger bolívares, es la venta de divisas, y mientras más caras vendan las divisas, más bolívares recogen del mercado y no los regresan al flujo de circulación del mercado.

Consideramos inaceptable que el precio de la divisa oficial suba porque sube el precio arbitrario de las páginas del paralelo; porque si es el BCV el que aporta la mayoría de las divisas, lo que hay es que controlar a los que las reciben para que esas divisas sean utilizadas, como ya se dijo, para el crecimiento económico y la estabilización de los precios, y no para la especulación cambiaria.

En síntesis: si se sabe quiénes reciben las divisas en las mesas de cambio, y se supone que las reciben importadores, productores y distribuidores para el impulso de la economía con precios estables, lo que está fallando son los mecanismos de control para que eso sea así.

Lo otro es: que si el BCV es quién coloca la mayoría de las divisas, es él quien pone el precio y no tiene sentido que esté siguiendo al dólar paralelo. Menos en una coyuntura nacional donde los salarios están congelados desde hace dos años y la inflación también es en divisas. En este escenario, la política de reducción de liquidez a través del aumento del tipo de cambio oficial, es por demás peligrosa.

La consciencia del pueblo le ha dado paciencia, pero la necesidad puede romper ese hilo en cualquier momento.



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Juan Carlos Valdez


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