—"La reciente racha de desastres se han traducido en beneficios tan espectaculares que muchos pueblos en todo el mundo ha llegado a la misma conclusión: los ricos y los poderosos causan deliberadamente las catástrofes con el fin de explotarlas. En una encuesta nacional a residentes en Estados Unidos se observó que más de un tercio de los encuestados creía que el gobierno estaba metido en los ataques del 11 de septiembre o que no intervino para pararlos ‘porque quería que Estados Unidos entrase en guerra en Oriente Medio".
La verdad es al mismo tiempo menos siniestra y más peligrosa. Un sistema económico que requiere estar en constante crecimiento mientras quita de en medio casi rodos los intentos serios de regulación medioambiental genera una constante corriente de desastres, ya sea militares, ecológicos o financieros. El deseo de lo fácil, beneficios a corto plazo brindados por una inversión puramente especulativa, ha transformado los mercados de valores, la moneda o al Estado en máquinas de creación de crisis, como la crisis financiera asiática, la crisis del peso mexicano o la de las compañías informáticas que tienen sede en Internet, todas ellas ya manifestadas. Nuestra común adicción a lo contaminante, a las fuentes de energía no renovables, mantiene a la espera otro tipo de emergencias por llegar: desastres naturales (un 430% más desde 1975) y guerras libradas por el control de los escasos recursos (no sólo como en Irak, Afganistán o Siria, sino conflictos de más baja intensidad como aquellos que estallan en Nigeria, Colombia y Sudán) que sucesivamente crean terroristas como rechazo (un estudio de 2007 calculaba que el número de ataques terroristas desde el inicio de la guerra de Irak se había multiplicado por sesenta).
La revuelta contra el neoliberalismo se encuentre en sus fases más avanzadas en Nuestramerica. Puesto que fueron los primeros en someterse al primer shock de laboratorio económico y político, los pueblos de Nuestramerica han tenido más tiempo para recuperarse y reorganizarse. Los años de protestas en las calles han dado luz a nuevas agrupaciones políticas, y finalmente han logrado reforzarse, no para tomar el poder, sino para empezar a cambiar las estructuras de poder del Estado. En las cooperativas no existe el temor de enfrentarse a un shock por la repentina huida de los inversores extranjeros, porque los inversores hace tiempo que se marcharon. Estos experimentos de recuperación son una operación de reconstrucción tras el desastre, una reconstrucción después del desastre a cámara lenta que supuso el neoliberalismo.
Una vez se descubren y sed entienden los mecanismos de la doctrina del shock, profunda y colectivamente, es más difícil atacar por sorpresa a las comunidades como un todo, resulta más complicado confundirlas; se vuelven resistentes al shock. La variante intensamente violenta del capitalismo del desastre que se ha enraizado en nuestra Nuestramerica, como las crisis de endeudamiento, las caídas de divisas, o la amenaza de quedarse atrás en el camino "de la historia", habían perdido gran parte de su efecto, sobre todo debido a su excesiva utilización. Y sin embargo hoy en día, incluso los shocks cataclísmicos causados por las guerras o los desastres naturales no conllevan siempre el nivel de desorientación necesario para imponer medidas no deseadas de shock económico.
—Los pueblos parecían tener conciencia de su situación y acudía espontaneo y entusiasta a los campamentos revolucionarios, por ver de libertase a su negro destino, como si los pueblos y los hombres pudieran evitar lo inmediato, sí con antelación no lo hubiesen previsto. El paso que aventuramos está ya determinado en el pasado en cierto modo, el futuro no existe; no andamos sino sobre huellas. Los pueblos y los hombres sensatos ante el hecho que escapa a su previsión, no intenta volver sobre sus pasos, sino que preparan los que le han de seguir, para corregir en el tiempo la causa de sus fracasos.
*El elemento esencial de la sorpresa ya no existe.
¡La Lucha sigue!