25-04-19.-Venezuela dependerá aún más de China y Rusia con el embargo petrolero de Estados Unidos, que empeorará la crisis económica sin que eso garantice la salida del poder del presidente Nicolás Maduro, estiman analistas.
Desde el próximo lunes, ninguna entidad extranjera podrá utilizar el sistema financiero estadounidense para comprar crudo venezolano, que aporta 96% de los ingresos a ese país petrolero.
Caracas deberá encontrar destino para unos 500.000 barriles diarios (bd) que hasta ahora exportaba a Estados Unidos -75% de su flujo de caja a fines de 2018-, y utilizar divisas distintas al dólar.
Además, tendrá que hallar quién le provea unos 120.000 bd de combustibles y crudo liviano y diluyentes para refinar su petróleo. Mientras, los costos de producción aumentarán.
Un informe de la consultora Rapidan Energy Group basada en Estados Unidos calcula que la producción de la estatal Pdvsa podría perder temporalmente unos 200.000 bd. El bombeo, que era de 3,2 millones de bd en 2008, bajó a unos 840.000 bd en marzo pasado.
El suministro interno de gasolina, prácticamente regalada, “será cada vez más difícil”, estima Gorka Lalaguna, de la consultora Ecoanalítica.
Más obstáculos
Para eludir la sanción de Estados Unidos, el gobierno venezolano ha acudido a compañías chinas y rusas como “intermediarias”.
“Está utilizando a Rosneft y otras empresas para colocar su crudo”, dijo a la AFP el especialista Luis Oliveros, aunque la compañía rusa lo niega.
Tras anunciarse el embargo en enero, el presidente de Pdvsa, Manuel Quevedo, viajó a India con la meta de duplicar los 300.000 bd que Venezuela entregaba a compañías de ese país como Reliance Industries y Nayara Energy (vinculada a Rosneft).
India se perfiló así como el “mayor mercado generador de flujo de caja” para Venezuela, país con la mayor reserva de crudo, señaló el Wilson Center, basado en Washington.
Empresas indias compraban 22% del crudo venezolano en 2017, por detrás de Estados Unidos (41%) y China (25%), según la agencia de energía estadounidense.
No obstante, Reliance informó la semana pasada a la AFP que limitó sus importaciones desde Venezuela y que suspendió la exportación de diluyentes debido a las nuevas sanciones.
China y Rusia quedan así como “salvavidas”, advierte Oliveros.
Los envíos a esos países se destinan mayoritariamente al pago de acreencias que representan un quinto de los 150.000 millones de dólares de la deuda externa venezolana.
Redireccionar exportaciones, sin embargo, tendrá un impacto limitado en la liquidez porque implica descuentos, observa Lalaguna.
Venezuela sufre cinco años de recesión, una inflación proyectada en 10.000.000% por el FMI para 2019 y una aguda escasez de bienes básicos, con reservas internacionales de 8.500 millones de dólares.
El embargo es la más duro de una serie de sanciones estadounidenses que, según Maduro, ya han causado un daño a la economía de 30.000 millones de dólares.
Efecto incierto
Su impacto puede disparar el descontento, pero para Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, “no hay garantía de que ponga fin al gobierno de Maduro”.
Los militares -sostén del mandatario socialista- son claves y Maduro “usará los recursos que tiene para priorizarlos”, señala David Smilde, experto en Venezuela del centro de investigación WOLA.
La Fuerza Armada es una de las mayores beneficiarias de la renta petrolera mediante el control de PDVSA.
Pero, salvo que China y Rusia lancen un “salvavidas”, los recursos mermarán y el estrangulamiento podría llevar incluso a una “acción militar para reemplazar a Maduro”, apunta Peter Hakim, de Diálogo Interamericano.
Tres meses después de proclamarse presidente interino con reconocimiento de medio centenar de países, el opositor Juan Guaidó no ha logrado quebrar el apoyo militar a Maduro.
Incluso, advierte Shifter, “podría terminar cargando con parte de la culpa”, si el embargo “no derriba al gobierno y solo exacerba la crisis”.
El especialista de WOLA advierte que aunque Guaidó “ha ganado el apoyo de la mayoría”, un deterioro más amplio afectará la movilización ciudadana y “eso socavaría la fortaleza” para afrontar su desafío.
Los expertos coinciden en que hay pocos ejemplos de que las sanciones estadounidenses funcionen.
Según Hakim, “no han hecho mucho para lograr un cambio en Irán, Corea del Norte o Cuba”, aunque aclara que el caso de Venezuela puede ser diferente por su dependencia del crudo.
Algunos analistas descartan una deriva similar a la cubana, pero Smilde cree que se avanza hacia “un punto muerto con dimensiones geopolíticas” similares a las de la isla.
“Si bien esto sería una tragedia para los venezolanos, para los políticos estadounidenses que promueven esa posición no sería tan malo. Les proporcionaría un tema de campaña y un enemigo retórico”, advierte.