"El educador influye en el educando,
en primer lugar
a través de lo que es.
Después,a través de lo que dice .
Por último, a través de lo que hace"
R.Guardini
"Siembra una acción y recogerás un hábito,
siembra un hábito y recogerás un carácter;
siembra un carácter y recogerás un destino"
Carlos Díaz
a la memoria de Luisa Elena Cesar Ibarra
I. Cuando decimos educación, ¿qué queremos decir?
¿Cómo llegamos los humanos a ser aquello que en nuestra más recóndita entraña anhelamos alcanzar, necesitamos realizar y estamos destinados a vivir?Mientras que el animal nace equipado con una serie de recursos para instalarse en su medio y sobrevivir,el hombre en cambio nace desprotegido por la naturaleza, quedando remitido a los demás tanto en sus necesidades primarias al nacer como en las restantes al ir creciendo. Existimos desde los demás,llegamos a ser con los demás y logramos nuestro mejor yo cuando vivimos para los demás. Ese proceso mediante el cual nos ayudamos los unos los otros para el descubrimiento,realización y plenificación de nuestra existencia humana es la educación.
Educar proviene de "educere" , que es sacar de adentro hacia afuera, y que viene a su vez de "educare", que significa criar, alimentar. Los tratadistas han recordado que el verdadero sentido de la educación es el de hacer que el discípulo se "auto-eduque", saque lo mejor de sí, despliegue lo que es capaz de hacer por sí mismo. Por eso la educación, más que "criar", más que "enseñar" o "informar" o dar una clase, es lograr "sacar de dentro afuera"("educere"). Educa quien da saber,sentido,responsabilidad y esperanza a otro ser humano para que él asuma su propia existencia como realidad,en cuanto persona ante sí mismo,como prójimo ante el otro y como ciudadano ante la sociedad.¿Cómo puede lograrse una educación concebida con esta radicalidad y amplitud?Desde la transmisión de una serie de actitudes y convicciones, criterios y conocimientos .La educación abarca por ello información de realidades objetivas y conformación del sujeto personal. Es necesario el conocimiento de las ciencias positivas, de la historia, de las propuestas éticas fundamentales que han orientado a la humanidad,de las grandes creaciones artísticas y literarias,de las experiencias religiosas que han abierto al hombre a la Trascendencia. Desde todas esas fuentes de saber y de sentido se ilumina la realidad humana como posibilidad dada a los que inician existencia.
II. Ética y educación
La educación no es un acto ahistórico que se produce mas alla del tiempo y del espacio,sino todo lo contrario,es una acción inflexiblemente temporal y espacial que, necesariamente, debe arraigar en la circunstancia de los actores implicados. No hay educación sin ética. Lo que distingue la educación del adoctrinamiento es precisamente que la primera posee ineludiblemente un componente ético. De todos modos también hay que advertir que una relación educativa (y, por tanto ética) es siempre una relación problemática, inestable, porque la ética no es extraña a la ambigüedad y al conflicto. La educación es ética, es una relación de respuesta al otro, y el educador es alguien apasionado por la palabra, por la transmisión de la palabra, por la acogida y la hospitalidad, por la donación. El educador es, en primer lugar, el transmite la palabra dicha, la palabra del pasado, de la tradición, aun recién llegado, pero no para que este la repita, sino para que la renueve, la vuelva a decir de otro modo, la convierta en "palabra viva". Pero en segundo lugar, el educador también es aquel que recoge la palabra del otro, la nueva palabra, la del recién llegado. El educador escucha la palabra del otro y él mismo, desde ella, se transforma y se renueva. Un educador que no se forme en la formación no forma, sólo informa.
¿Y el pedagogo? El pedagogo sería alguien que practica el arte del desenmascaramiento. El pedagogo sería quien desenmascara las formas de control social de producción del discurso, quien desenmascara el poder constitutivo del sentido de las acciones educativas. No entiendo la figura del pedagogo como aquella que crea los programas de integración en una cultura concreta, ni la del educador como el encargado de transmitir los contenidos científicos y los valores constitutivos de un sistema social. El pedagogo es el quien practica el arte de la crítica, de la transmisión crítica, convirtiéndose en maestro si además es capaz de dar testimonio (sin tener que dar ejemplo). El maestro se sitúa muy cerca del poeta. El anhelo de dar al otro, de darse, ésta es también la ilusión del maestro, por eso todo maestro es un poeta, porque es alguien que "trata con palabras", que se da en sus palabras y que acoge las palabras de los otros, que sabe escucharlas. Sin esta sensibilidad para las palabras que poseen los poetas no puede concebirse el arte de educar.
III.¿Puede pervertirse la educación?
Como todo lo que afecta a los seres humanos, también la educación puede pervertirse. A la perversión de la educación la llamaremos adoctrinamiento. En términos generales, el adoctrinamiento puede consistir en la manifestación de
algún tipo de prejuicio del profesor ante sus alumnos, pero de manera más rigurosa
se puede definir como "el objetivo de un profesor que intenta claramente que los
alumnos acepten un sistema de creencias cerrado, que excluye la autocrítica, y que
excluye sistemáticamente la posibilidad del rechazo" .El adoctrinamiento se da cuando un profesor
intenta persuadir sistemáticamente a sus alumnos de la validez de un sistema de
creencias concreto y además :
• Descarta de manera radical la posibilidad de aceptar otros sistemas.
• Busca, deliberadamente, el rechazo de los alumnos tanto a aquellas objeciones serias que se hayan realizado a ese sistema como también a las herramientas analíticas que los capacitarían para comprobar de manera más palpable los
errores de ese sistema.
• Excluye la posibilidad de rechazar ese sistema de creencias
• Penaliza a todo aquel que se desvía de ese sistema.
La educación es adoctrinamiento si se convierte en un arma al servicio de cualquier forma de sectarismo, de fundamentalismo o de totalitarismo.¿Cuándo sucede esto? En el instante en el que el educador es incapaz de transmitir la inquietante presencia de la finitud. Hacerlo significa dar testimonio de la provisionalidad, la ambigüedad, la fragilidad, la contingencia, la vulnerabilidad propias de la condición humana e inhumana. Sin esta inquietante presencia de la finitud la educación llega a ser fácilmente un arma al servicio del poder totalitario. El poder tiene miedo de la finitud. Una filosofía de la finitud, por tanto, es una crítica radical del poder. Todo poder tiene miedo de la finitud o, lo que es lo mismo, del cambio, de la transformación. El maestro es el que vive en la transformación de sus alumnos. Un maestro que no se retire para dejar pasar al otro, que no abra y se abra a la interpretación del otro, un maestro o maestra v que no cuide la palabra viva del otro, lo que hace es adoctrinar, no educar. La educación se lo juega todo en el maestro,en la persona misma del maestro. Según sea el maestro,así sera la enseñanza. Entonces, ¿Qué papel juega hoy el maestro en el proceso de enseñanza ?¿Desde qué referentes antropológicos y éticos plantea el aprendizaje?
IV. Coda
La referencia al yo es esencial en la acción educativa, pero esta referencia no se puede ni se debe traducir en una voluntad proselitista de convencer al educando. Hay que hacerle ver, en todo momento, que la visión de la cosa que se le presenta no es una visión absoluta, sino una perspectiva más que él ha de contrastar con otras perspectivas sobre la misma cosa.
Como dice Aristóteles en la Metafísica, el ente se dice de muchas maneras (ens dicitur multipliciter) y, por tanto, sería una pretensión insensata intentar mantener la tesis de que la realidad solo se puede presentar de una manera, que la del educador.Allí donde hay voluntad hegemónica, difícilmente puede haber acción educativa. Precisamente el adoctrinamiento es el olvido del diálogo, la negación de que el otro puede tener razón. Esto significa que la tarea educativa es, irremisiblemente, una empresa hermenéutica, en el sentido más gadameriano del término. Interpretar el mundo correctamente significa admitir que el otro puede tener razón y que yo puedo estar equivocado. El educador no puede ocultar su singularidad, porque la educación es esencialmente un juego de identidades, una interrelación de singularidades en la historia, un diálogo permanentemente abierto entre dos rostros que se abren a la complejidad del mundo y tratan de comprenderla. El educador debe partir de la idea de que no todo lo que acontece en el mundo puede ser dicho. La distinción wittgensteiniana entre el decir (sagen) y el mostrar (zeigen) adquiere, en este punto, toda su relevancia. La finalidad del filósofo es pensar la realidad, pero la finalidad del educador no consiste solamente en pensarla, de manera aislada e individual,sino también en comunicarla al educando a fin de que este comprenda dónde se encuentra y pueda orientarse en la existencia. Si, como dice el creador del Tractatus, hay dimensiones del mundo que no pueden ser dichas, será esencial mostrar al educando aquello que no puede ser dicho a través de otra forma de lenguaje, como el silencio, el arte, el gesto o la música.
V. Algunas referencias bibliográficas
Javier Barraca, Una antropología educativa fundada en el amor
Fernando Bárcena,El aprendizaje como acontecimiento ético. Sobre las formas del aprender
Fernando Bárcena Orbe Aprendiz Eterno: Filosofía, Educación Y El Arte De Vivir
Benedicto XVI.,Carta sobre la tarea urgente de la educación, Roma, 21.1.2008
Pier Giordano Cabra, Las bienaventuranzas del educador
Joan-Carles Mélich,
Ética de la compasión
Joan-Carles Mélich,
Transformaciones:Tres ensayos de filosofia de la educación.