El otro Nicolás (I)

¿Es Nicolás Maquiavélico?

"La historia está tironeada no sólo por los grandes acontecimientos, sino también por ciertas grandes obras políticas que, más de una vez, o más o menos a largo plazo, han contribuido a la preparación de estos acontecimientos"

Jean-Jacques Chevallier

"¿Cuál será el verdadero Maquiavelo? ¿El teórico de El Príncipe, o tal vez el "republicano" y "popular" de Los Discursos?

Héctor Zamitiz Gamboa

La inmensa mayoría de los lectores de Nicolás Maquiavelo únicamente conocen su obra más difundida, que no es otra que El príncipe. Sin embargo, solo se puede tener una visión completa del pensamiento del florentino si prestamos atención, como mínimo, a otra de sus obras fundamentales sobre teoría política: Discursos sobre la primera década de Tito Livio.

En muchos aspectos, estas son dos obras contrapuestas. La primera versa sobre los principados y la segunda sobre las repúblicas. Se trata de la contradicción entre sus opciones políticas-su devoción y acción por y para la república de Florencia-y su obra, porque su adhesión al régimen republicano es evidente en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio y en cambio, en El príncipe, a priori no parece haber rastros de aquello. Si Maquiavelo era republicano como sus acciones y los Discorsi nos sugieren ¿qué intentaba hacer al escribir El príncipe?

La primera tiene como tema central el mantenimiento del poder absoluto y la segunda, la libertad. La primera confía plenamente en el brazo armado del Estado, la segunda pone más énfasis en el imperio de la ley. La primera se escribió sin interrupción en unos pocos meses, mientras que la redacción de la segunda se prolongó durante varios años. La primera se escribió frenéticamente con un fin práctico; la segunda, en cambio, la firmó reposadamente un autor que ya se había hecho a la idea de que su retiro de la vida pública sería mucho más prolongado de lo que hubiera deseado.

La dedicatoria de la segunda obra contiene una poco velada referencia al Maquiavelo de la primera, algo que supone una saludable muestra de que el fino humor del florentino no lo respetaba ni a sí mismo. Al dedicar la obra a unos buenos amigos de los Orti Oricellai, los jardines donde se reunían los más destacados humanistas republicanos, asegura que lo hace por apartarse "de la costumbre en los escritores de dedicar sus obras a príncipes, cegándoles la ambición o la avaricia hasta el punto de elogiar en ellos todo género de virtudes, en vez de censurarles todos los vicios" y, culmina diciendo que ha elegido "no a los que son príncipes, sino a quienes por sus infinitas buenas cualidades merecen serlo", no a los que podrían conseguirle "empleos, honores y riquezas, sino a los que quisieran hacerlo si pudiesen" (‘Discursos, dedicatoria). Al mismo tiempo, EI príncipe y los Discursos son dos obras en muchos puntos complementarias. Para empezar, la segunda es un comentario muy libre a los primeros diez años relatados por Tito Livio en 'Historia de Roma, aquella magna obra que su padre consiguiera a cambio de trabajar en un índice de lugares. Su análisis y los ejemplos que aduce vienen a sumarse al amplio conjunto que ya había empleado con anterioridad en El Principe. En segundo término, en los Discursos Maquiavelo se ocupa de las repúblicas, el régimen que descartó tratar en el primer capítulo de El príncipe. Aquí se muestra partidario de los gobiernos republicanos, por considerarlos más apropiados para las sociedades más ricas e igualitarias. No obstante, también se dio cuenta de que los principados, esas monarquías absolutas con gobiernos más autoritarios y personalistas, son preferibles para manejar situaciones de gran desigualdad y para superar momentos de especial corrupción. En resumidas cuentas. Maquiavelo no se opondría a una suerte de dictadura transitoria que sea capaz de regenerar lo que hoy llamaríamos la vida democrática.

La redacción de ambas obras la llevó a cabo en paralelo durante el año 1513, aunque los Discursos acabarán tomándole varios años más. Hay quien afirma que dicho proceso de escritura fue secuencial, es decir, que Maquiavelo dejó de redactar los Discursos -para iniciar EI príncipe- al llegar justamente al capítulo XVIII del Libro I, titulado "De qué modo puede mantenerse en un pueblo corrompido un gobierno libre si existía antes, y si no, establecerlo". En ese momento, siguiendo con la anterior hipótesis, Maquiavelo constata que en situaciones excepcionales, con ciudadanos totalmente corruptos, los mecanismos del régimen republicano son demasiado débiles para extirpar a los miembros que recortan la libertad, por lo que es preciso para el gobernante convertir su régimen en un principado. Porque Maquiavelo es un republicano sin ser un extremista; es más realista que republicano y, como tal, prefiere un principado bien gobernado que una república corrupta y decadente.

En Ei príncipe, Maquiavelo se refiere indirectamente a la misma situación: "Es menester señalar aquí que el odio se conquista tanto mediante las buenas obras como con las malas; por ello, como dije antes, un príncipe que quiera mantener el Estado se ve con frecuencia forzado a no ser bueno, pues cuando una de tales partes -el pueblo, los soldados o los notables-, que tú consideras necesaria para mantenerte, está corrompida, te ves obligado a actuar a su aire para satisfacerla, y entonces las buenas obras te son enemigas" (cap. XIX). Si la sociedad está corrompida, hacer el bien traerá tu ruina como gobernante. En ese caso, Maquiavelo se muestra partidario de la tiranía -la dictadura o la monarquía absoluta- de un príncipe "virtuoso" que restablezca las buenas costumbres y una escala de valores que no falsifique la verdadera virtu.

Bertrand Russell escribió en su Historia de la filosofía occidental , el tono de los Discursos es muy diferente al de Ei Príncipe, ya que hay grandes pasajes que "parecen escritos por Montesquieu" en cuanto a que Maquiavelo aboga por una división de poderes. La teoría política de los contrapoderes, en este caso, no se da entre los tres poderes habituales (ejecutivo, legislativo y judicial), sino entre tres segmentos de la sociedad que pueden ser equiparados a soberanos, nobles y pueblo llano. En la misma línea, defiende que la mejor constitución es aquella que combina los tres tipos de gobierno que ya apuntara Aristóteles: monarquía, aristocracia y democracia. La virtu en los Discursos deja de ser un conjunto de cualidades del soberano para pasar a serlas también de los ciudadanos, unas disposiciones de ánimo cívico que el buen gobierno republicano obliga a cultivar al pueblo. A grandes rasgos, esta es la república ideal -y algo utópica- de Maquiavelo, régimen del que se siente un fervoroso defensor. Aunque, como constata Quentin Skinner, "Maquiavelo nunca fue un partidario tan vehemente de la libertad republicana como para sentirse inclinado a asociarse con alguna de las conspiraciones antimediceas".

Mediante esta vigilancia de unos y otros, los pocos y los muchos, se procura evitar que la sociedad se corrompa a través de la formación de partidos que lesionen el interés de la mayoría. Estas facciones antirrepublicanas se crean por medio del patronazgo de los ricos y los poderosos, que consiguen el apoyo de los ciudadanos (como habían hecho los Médicis, aunque Maquiavelo no lo denuncia tampoco aquí) con el que se apropian indebidamente y a título personal de los bienes comunes. Es este tipo clientelismo oligárquico el que somete con favores y prebendas las instituciones democráticas, fomenta la inversión de los valores morales y tiene como terrible resultado final el recorte de la libertad. La principal preocupación del Maquiavelo de los Discursos es combatir la corrupción que termina siempre por ser sinónimo de opresión y tiranía.

Maquiavelo en EI príncipe sostiene una tesis que en los Discursos termina por negar. Este cambio de opinión, nuevamente, da muestra del pragmatismo con que se redactó la primera obra y la finalidad práctica perseguida por su autor. Se trata de la afirmación, algo controvertida (y algo enrevesada en su argumentación, que no reproduciremos aquí), de que es posible y hasta aconsejable confiar en los colaboradores del anterior régimen. En otras palabras, Maquiavelo aconseja contar -o volver a contratar, según sea el caso- con los funcionarios que sirvieron al principado o a la república que como príncipes hemos venido a suceder. Como salta a la vista, aquella era justamente la posición en que se encontraba en 1513 el propio Nicolás frente a los Médicis, posición que buscaba cambiar con la entrega de su primera obra política que habría de convertirlo en un pensador universal. Los Discursos, en cambio, son una obra más pausada y madura, finalizada en un momento en que el antiguo secretario ya había digerido el desengaño y aceptado su nueva condición.

PARA SEGUIR APRENDIENDO

  • Miguel Albujas et al. (comps.):El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. La historia 500 años después

  • Del Águila R. y Chaparro S.: El ciudadano republicano de Maquiavelo. Claves de razón práctica,, Nº 165, 2006, págs. 10-19

  • Jean Jacques Chevalier:Las Grandes Obras Políticas. Desde Maquiavelo hasta nuestros días

  • Antonio Gramsci: La Política y el Estado Moderno

  • Claudia Hilb : Maquiavelo, la república y la ‘virtú’

  • Quentin Skinner: "Liberalismo y republicanismo" en Ovejero, Félix, Martí, José Luis y Roberto Gargarella (compiladores). Nuevas ideas republicanas: autogobierno y libertad. Barcelona: Paidós

  • Paul A. Rahe: Machiavelli's Liberal Republican Legacy

  • Diego Sazo Muño: La Revolución de Maquiavelo: El Príncipe 500 Años Después

  • Tomás Várnag et al. Fortuna y virtud en la República Democrática. Ensayos sobre Maquiavelo



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1132 veces.



Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

Visite el perfil de Luis Antonio Azócar Bates para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Luis Antonio Azócar Bates

Luis Antonio Azócar Bates

Más artículos de este autor