Enseñar es un ejercicio de inmortalidad.
Ruben Alves
Venezuela 1932. La férrea dictadura de Juan Vicente Gómez, El Bagre, transitaba más de dos décadas en el poder. ¿Alguien presagiaría que le quedaban cuatro años de existencia? El Imperialismo norteamericano no sólo apoyó inquebrantablemente al Benemérito, como también llamaban a Gómez, sino que había expoliado, saqueado y robado nuestras riquezas petroleras, a diestra y siniestra. A la muerte del general, una parte de un tango se cantaba en las esquinas, en las casas, en las reuniones, a propósito de la venida de El Morocho del Abasto, Carlos Gardel: sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando. La más larga dictadura arribaría ese año 1932 a sus 24 años. El país experimentaba su paso de una Venezuela a otra. Ya había nacido la Venezuela petrolera. El tiempo diseñaba su rostro cambiante.
Algunos otros sucesos de aquel 1932, nos brindan el contexto histórico social de entonces: comienza sus transmisiones de Radio Difusora Venezuela y se inaugura el primer programa de noticias a través de ondas hertzianas. Se llamaría El Diario Hablado, transmitido por Radio Caracas Radio. La comunicación radial daría sus primeros pasos. Las ondas hertzianas tomarían al país por asalto.
Ese mismo año, 1932, se cumple con el Laudo Arbitral de París, el cual implicaba a Brasil, la Guayana Británica y Venezuela. En Caracas se crea la urbanización de Maripérez y se estrena en el Ateneo de Maracay la película La Venus de Nácar de Efraín Gómez. Sería la primera cinta sonora de Venezuela y duraría 7 minutos y se inician las perforaciones petroleras en El Tigre. Ese mismo año el dólar se cotizó a 7, 64 Bolívares y se reinauguró el teatro Baralt de Maracaibo.
El 15 de enero de 1932, el ilustre y extraordinario maestro, transitaba los 30 años de edad. Luis Beltrán Prieto Figueroa crea la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, (SVMIP). Los maestros y maestras emprendieron además de las labores gremiales, fundaron el órgano divulgativo del gremio: la Revista Pedagógica y en el año 1934, realizaron un seminario para precisar las deficiencias y requerimientos educativos del país. Aquel país docente se proponía modernizar la educación, particularmente la primaria.
En plena dictadura gomecista, un grupo de educadores conformó una asociación con el propósito de defender los derechos laborales de los maestros y mejorar la educación en Venezuela. La lucha educativa daba sus iniciales pasos con un fuerte olor a democracia. Quizás, de democracia burguesa, pero democracia, al fin y al cabo. El planteamiento sería expuesto en una entrega, en Caracas, el 15 de enero de 1937. Han transcurrido no menos de 85 años y el planteamiento sigue vigente: Dignificar al maestro, colocarlo en el sitial que le corresponde por sus méritos y labores debe ser la política educacional de hoy, (Prieto, 1937).
La reacción de la dictadura gomecista no se hizo esperar. Su ministro de Instrucción Pública ordenaría a los y a las docentes separarse de aquella Sociedad de Maestros. La lucha clandestina tomó fuerza y se realizaría hasta la muerte del dictador. Una lucha furtiva tomó por asalto a la mayoría pedagógica del país. En el año de 1936, es convocada la Asamblea Nacional de Docentes y en el marco de aquel significativo evento se funda la Federación Venezolana de Maestros (FVM).
Las luchas emprendidas por los maestros y maestras aquel año tuvieron su repercusión en el gobierno de Isaías Medina Angarita. Durante el gobierno del General Medina, la Federación Venezolana de Maestros, encaminó sus batallas, su sueño libertario. La La Sociedad de Maestros resultaría incómoda. Las dictaduras siempre han perseguido a los maestros y maestros por ser docentes y decentes…para ser maestro es condición indispensable y primordial ser ciudadano en la acepción integral de la palabra. El maestro desempeña una función social trascendente que no puede cumplir a cabalidad sino en pleno goce de su libertad, (Prieto, 1937).
Sus labores hacia la modernización de la educación y las mejoras de las condiciones de los educadores y las educadoras cobrarían una importancia de su labor decretando la celebración del Día del Maestro el 15 de enero de cada año.
Durante la dictadura del general Marcos Evangelista Pérez Jiménez, 1948-1958, la Federación vivencia persecución, represión y hostilidad por parte de aquellos órganos represivos. Relaciones extremadamente tensas no impidieron que los maestros y maestras emprendieran una inmensa batalla por la democracia. El gobierno para hacer invisible el carácter revolucionario y gremial de la federación cambiaría la celebración del Día del Maestro para el 29 de noviembre en honor a Don Andrés Bello. Pero los docentes evocaron al poeta al decir: es tiempo de que vuelvas; es tiempo de que tornes. La caída de la última dictadura militar del siglo XX venezolano, el 23 de enero del año 1958, abrió el camino de la democracia burguesa, formal y representativa, la cual retomó la fecha inicial de la celebración del Día del Maestro, el 15 de enero de cada año nuevo. Se marcharon las oscuras golondrinas.
Venezuela ha tenido insignes maestros y maestras. La historia nos conduce a Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez: Simón Rodríguez. La América española lo conoció como Samuel Robinson; Caracas lo supo expósito y el mundo de la cultura le conocería como el Sócrates de Caracas. Supo ser mentor y tutor de Simón Bolívar y Andrés Bello. Su máxima Inventamos o erramos será la expresión que pasará a la historia como una de las más contundentes frases de este también Maestro de Maestros. Exigía la originalidad, por la calle del medio.
Evocamos, ahora a una Maestra de Maestras. Se trata de la docente Argelia Mercedes Laya López. Argelia Laya de maravilloso origen afrodescendiente. Cultora de andamios mentales. Reivindicó la herencia y la cultura negroide con sólidos criterios de igualdad de clase. Su lucha fue la batalla de todos los pobres y todas las mujeres sin discriminación. Argelia Laya, la camarada de siempre.
La historia también nos brinda el nombre de Andrés de Jesús María y José Bello López: Andrés Bello. Creador de la Gramática de la Lengua Castellana, creador de universidades, poeta, senador e intelectual integral. El Siglo XX nos dio a uno de los docentes nacido en Curiepe, un pueblo de tambor y resistencia. Allí, en Barlovento, vendría al mundo, quién sería Maestro Camarada, durante toda su vida, un 20 de diciembre de 1946: Aristóbulo Istúriz. Egreso, en 1965, del Instituto Experimental de Formación Docente como Maestro de Educación Primaria. Apenas transitaba los 19 años de edad. En el año 1974, egresó del Instituto Pedagógico de Caracas como Profesor en Historia y Ciencias Sociales. Si Bello es el libertador intelectual de América, Aristóbulo es quien impulsa, resueltamente, a la revolución el principio del Estado Docente. Pero el gran maestro de maestros, Luis Beltrán Prieto Figueroa dejaría una acusada enseñanza: La escuela no puede ser reflejo de la sociedad que tenemos; la escuela debe ser el reflejo de la sociedad que queremos. Si el maestro, la maestra abandonan la oniria creadora la esperanza se disipa. La acción de enseñar siempre será un acto revolucionario. Hoy como ayer y siempre, frente a la incomprensión de unos pocos, frente a la hostilidad de muchos, debemos oponer nuestra fe inquebrantable, nuestra actividad constructiva y nuestra dignidad de maestros que sabremos siempre mantener en alto, (Prieto, 1937).
A propósito de la fiesta del Día del Maestro una paradoja parece asomarse desde un contexto histórico-social específico: la escuela. Y tal antinomia, tal contradicción se expresa entre el maestro o maestra bolivariano y el maestro o maestra tradicional, incluso conservador, hasta reaccionario. Quizás una gran síntesis de ambos convoque a una salida intermedia, mágica, dialéctica. Pero de lo que sí es seguro es que resulta impostergable, necesario, histórico formar a un o una docente con un perfil revolucionario y socialista; creador y transformador. Un educador o una educadora que sepa batallar sus reivindicaciones; sus conquistas gremiales; su dignidad como trabajador y trabajadora intelectual y cultural. Un educador o una educadora que sepa de su decencia como profesional, que sepa de su vital importancia para el alma del pueblo. Un docente que se entregue a la transformación de las almas de sus alumnos y alumnas. Un docente que internalice la dimensión histórica-política y social-cultural de la revolución, de la democracia participativa y protagónica y, finalmente, de la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Un docente que sea constructor y facilitador; promotor y creador de un Estado democrático y social de Derecho y Justicia. En esta batalla por una educación liberadora resulta necesario afirmar lo dicho por el Comandante Supremo, Hugo Rafael Chávez Frías: Esta batalla también la ganaremos, por la vida, por la patria y por la revolución.